España es el país de Europa que más partos instrumentales practica, más del doble que la media europea

España es el país de Europa que más partos instrumentales –con fórceps, espátulas o ventosa– practica. En 2019, el 14,4% de los nacimientos terminó con una de estas intervenciones frente a la media europea del 6,1%. Es uno de los resultados del último informe europeo de salud perinatal que elabora periódicamente el proyecto europeo Euro-Peristat.

El estudio señala la llamativa diferencia de datos entre países, una variación que podría indicar, según expertas consultadas, que son los factores sociales y no los clínicos los que más influyen en el resultado de los países. Los partos instrumentales tienen como consecuencia más riesgo de desgarro, incontinencia, o trauma perineal y están relacionados con dificultades en la instauración y duración de la lactancia materna.

La tasa de España, del 14,4%, está lejos del 5,1% de Dinamarca, del 9,1% de Bélgica, del 10,1% de Noruega o del 4,9% de Suecia. Estos tres países tienen, además, una tasa de cesáreas más baja que la que presenta España, del 25,7%. Otras naciones también están por debajo de España en partos instrumentales, pero su tasa de cesáreas es, sin embargo, mayor que la de nuestro país, lo que indicaría que muchos casos que podrían resolverse con una intervención instrumental terminan en cesárea. Es el caso de Austria, Alemania, Italia o Irlanda.

La investigadora Adela Recio, que ha participado en la elaboración del informe europeo, subraya que el dato muestra que España está por encima de las recomendaciones en tasa de partos instrumentales. “Llevamos estándolo muchos años, y estando entre la primera y segunda posición en Europa. España no corrige esa tendencia y no cumple, por tanto, ni con lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud ni con la Estrategia de Atención al Parto Normal, que dice con claridad que se deben restringir los partos instrumentales a las indicaciones estrictamente necesarias”, asegura. La OMS aconseja que la tasa de partos instrumentales no supere el 10%.

Recio explica que el dato está relacionado fundamentalmente con la medicalización del parto, “con otras intervenciones previas, con las prisas, con la falta de libertad de movimiento de las mujeres, que permanecen muchas veces atada a monitores o a la que no se le permite bajar de la cama, o con altas dosis de epidural”. La investigadora denuncia también el uso, en ocasiones, de los fórceps didácticos, esto es, los fórceps sin indicación médica y cuyo único objetivo es el de enseñar a otros profesionales.

Varias expertas apuntan en la misma dirección. La Directora del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital San Pau de Barcelona, Elisa Llurba, vincula la mejora de las tasas de parto instrumental con una atención centrada en el parto fisiológico, el respeto a los tiempos de espera, permitir el movimiento de las mujeres, contener las prisas... “Todo eso puede ahorrar un buen número de intervenciones. No todas las mujeres se iban a ahorrar el instrumento, pero desde luego sí unas cuantas. Hay que favorecer al máximo los partos no medicalizados, evitar que las contracciones se estanquen, dar dosis de epidural que permitan a las mujeres sentir y contribuir al trabajo de parto, permitir el parto en sentadillas o de pie, la dilatación en el agua...”, subraya Llurba. En su hospital, hace seis años la tasa de partos instrumentales era del 18% y ahora es del 9,8%, una cifra que la ginecóloga cree que puede seguir mejorándose.

Llurba señala que hay factores que pueden propiciar que los partos terminen con una intervención, como el aumento de la edad de las madres o el número de hijos, puesto que los primeros partos tienden a ser más laboriosos.

Pero considera que la variabilidad que muestra el informe no debería existir y apunta claramente a la existencia de factores que no son clínicos. “Necesitamos un cambio filosófico importante. Es un trabajo que empieza desde el principio del parto, no haciendo nada que no sea imprescindible y que pueda hacer que ese parto termine en instrumental. Si se les empieza a dar caña desde el principio con oxitocina puedes agotar rápidamente a madre y bebé y precipitarlo todo. Se trata también de favorecer la confianza de las mujeres hacia su capacidad de parir y de hacerles partícipes de sus partos”. La ginecóloga menciona otros factores que influyen, desde la forma en que están diseñados los paritorios a la libertad de movimientos que se permite a las mujeres durante el parto.

Las consecuencias

La ginecóloga y obstetra Rosario Quintana, que formó parte del comité técnico que discutió y elaboró la Estrategia de Atención al Parto Normal en España, habla de una multiplicidad de causas. “La primera es el modelo mayoritario de atención al parto en España, que es altamente intervencionista, también en el expulsivo”, diagnostica. Quintana desgrana algunas de las intervenciones que propician que un parto termine de manera instrumental: monitorizaciones continuas, pujos dirigidos, traslados de la habitación donde se dilata al paritorio –“algo sumamente disruptivo y que altera la dinámica del parto”–, la generalización de la epidural en altas dosis y la falta de oferta de otro tipo de analgesia.

“Si no se sabe manejar el expulsivo se va a realizar operatoria que no era necesaria”, explica Quintana. La posición de parto que aún se favorece en muchos centros es la que mantiene a la mujer tumbada por completo y con las piernas abiertas, una postura “que puede dificultar el expulsivo” pero que es más cómoda para los profesionales que lo atienden, que en muchas ocasiones ni siquiera han aprendido a hacerlo de otra forma.

“¿Cuántos hospitales en España tienen bañeras? Muy pocos, a pesar de que sabemos que la inmersión en agua caliente favorece el manejo del dolor. Lo mismo con el óxido nitroso. Hemos decidido resolver el dolor acudiendo a medicalizar con altas dosis de epidural en lugar de promover otras alternativas”, agrega la obstetra, que critica la falta de espera y de respeto a los tiempos de un parto.

Las consecuencias de la instrumentalización las sufren las mujeres. Mayor número de desgarros y de lesiones en el perineo, más dolor en el puerperio, disfunción de esfínteres, incontinencia urinal, fecal o de gases o dispareunia [dolor intenso durante la penetración] a corto pero también a largo plazo son algunas de ellas.

“Suelen requerir episiotomía, eso condiciona que puedas perder más sangre, una recuperación más lenta y más dificultosa, más lesiones de suelo pélvico y más permanentes, y un pequeño riesgo de daño al bebé”, añade la ginecóloga Elisa Llurba.

Rosario Quintana subraya que algunas de estas lesiones, aunque sean reparadas en condiciones óptimas, “tienen un riesgo de que las mujeres queden con consecuencias que condicionen su vida personal, social, laboral y sexual”. Y concluye: “La operatoria obstétrica tiene que ser explicada a la mujer, debe conocer sus ventajas y sus riesgos, y debe dar su consentimiento”.