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Violencia intragénero: “Si nuestra pareja no es un hombre, en el servicio de ayuda a la mujer no nos pueden atender”

María Malo

Amaia Otazu

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María Pilar Malo es la secretaria de Dekumas LBT, la asociación cultural y deportiva de mujeres lesbianas y bisexuales, que ha organizado -junto con el Ayuntamiento de Pamplona- el I Festival de Cultura Lésbica de Navarra, LesFen. Es lesbiana, licenciada en Derecho, naturópata y escritora, así se define ella en sus redes sociales. Nos atiende a escasos minutos de inaugurar el festival, y al principio se le notan los nervios en la voz. El objetivo inicial de la entrevista es conocer de cerca a la asociación y el festival, pero nos lleva de la mano en un recorrido por la realidad sociocultural de las mujeres lesbianas y bisexuales. 

Esta semana se celebra el I Festival de Cultura Lésbica de Navarra. ¿Por qué nace? ¿Con qué fin se ha organizado?

Nosotras somos Dekumas LBT, la asociación cultural y deportiva de mujeres lesbianas, bisexuales y transexuales. Llevamos año y medio funcionando y el arranque más fuerte fue este 26 de abril, que es el Día Internacional de la Visibilidad Lésbica. A raíz de ese día, nos dimos cuenta de que aún teníamos que visibilizarnos más, que debíamos ir más lejos, que los referentes culturales y literarios de cine que no sean masculinos y heterosexuales son escasos, y no tienen presencia. Si no te denuncias, no existes. Si no te visibilizas, no estás. Y las mujeres lesbianas -dentro de los colectivos LGTBI- se han quedado muy al margen de las actividades.

¿Por qué os habéis quedado invisibilizadas dentro del colectivo LGTBI?

Sobre la mujer lesbiana existe lo que se dice una doble discriminación: por mujer y por lesbiana. Es verdad que las lesbianas se han beneficiado en cierto sentido de esa invisibilidad para salir adelante en la sociedad en la que nos movemos. El estar invisibilizadas nos ha excluido, por ejemplo, de delitos reglados contra la homofobia. La escasa consideración hacia la mujer y su sexualidad nos ha beneficiado, pues, en reducir los ataques del sistema. Pero, por otra parte, nos ha perjudicado porque no se nos ve, y lo que no se ve, no existe. Es momento de visibilizarnos, de manifestarnos y de reclamar nuestros referentes culturales, literarios, artísticos. Esa invisibilidad de la mujer es mayor en la mujer lesbiana. Y es verdad que las mujeres también tenemos nosotras mismas algo de culpa, al margen de la opresión sufrida. Nosotras nos convertimos en oprimidas y opresoras de nosotras mismas, si no ejercemos ese poder de manifestarnos y de visibilizarnos.

¿Considera que Navarra -y también Euskadi, por proximidad- seguimos siendo una sociedad cerrada en este sentido? 

Yo me crié en la Comunidad Valenciana, aunque ahora viva aquí, y al regresar al lugar de origen de mis familiares he notado muchísimo cambio. Es verdad que respecto a lo que yo he conocido antes, la situación ha mejorado muchísimo en Navarra, pero todavía es una sociedad cerrada. También ha influido el hecho de que no hubiera una asociación exclusivamente de mujeres LBT. No queremos excluir en ningún momento a nadie del colectivo LGTBI, sino empoderarnos como mujeres lesbianas y bisexuales, y reclamar el puesto en la sociedad que nos han quitado o hemos ido dejando. Aquí hace falta todavía muchísimo impulso. Desde las instituciones, tanto desde el Instituto Navarro para la Igualdad como desde el Ayuntamiento de Pamplona, estamos recibiendo muchísimo apoyo. Nos han transmitido que había necesidad de que hubiera una asociación de mujeres LBT que potencie y empodere la presencia y la visibilidad de la mujer lesbiana, bisexual y transexual en la sociedad.

Las instituciones públicas han apoyado económicamente este festival,pero en materia legislativa, ¿hay alguna norma o alguna modificación normativa que eche en falta?

En general, una ley LGTBI global a nivel estatal. Aquí en Navarra se ha hecho mucho, se ha constituido hace poco el consejo LGTBI, del que formamos parte; se va a crear la subdirección LGTBI... Sin embargo, más que legislación, lo que se necesita son acciones. Necesitamos rellenar todos esos planes de acciones y seguir reclamando la visibilidad de las mujeres, por ejemplo, en la literatura. En el acto inaugural del festival ha estado presente Anna Boluda, periodista y escritora, que ha presentado una novela de una niña que tiene dos madres lesbianas. Esto es algo muy difícil de encontrar en la literatura. Los referentes culturales de las mujeres lesbianas son tan escasos que lo que hay que hacer ahora son planes de acción, reclamar esa presencia en la educación, en la cultura, en la sociedad, en el deporte. Nosotras somos una asociación cultural y deportiva que hace activismo cultural LBT, y creemos que, con esa incidencia en la cultura y en la sociedad, hacemos una gran labor de visibilidad. De hecho, ya somos más de 250 socias, desde los 18 hasta los 70 años, de lo cual se sorprenden muchísimas personas. Yo creo que esto se debe a que lo que necesitaban las mujeres era un punto de encuentro para mujeres lesbianas y bisexuales, un espacio seguro donde generar redes, donde crear familia elegida, donde realizar actividades de todo tipo.

Además del Festival, ¿qué otras medidas y actividades realizáis?

Hace poco hicimos una actividad bastante numerosa que ha marcado un referente grande. Nos fuimos a Lekunberri a hacer un gastrobike, y fuimos 35 mujeres, de entre 18 y 70 años. En muchas ocasiones esas actividades no se hacen por falta de gente que se apunte. Salimos en el Turismo de Navarra y nos identificamos como mujeres lesbianas que hacían una actividad. Eso marca un referente y marca una visibilidad. Además, hacemos visitas a museos, hacemos cine-fórum, tenemos club de lectura y escritura, queremos hacer concursos literarios. Tenemos equipo de fútbol, de pádel, hay salidas a la montaña. Es muy fácil asociarse y es gratuito.

¿En la asociación realizáis también labores de orientación o de apoyo a aquellas mujeres a las que, por diversos motivos, no les es fácil “salir del armario”?

En nuestra asociación, la peculiaridad que nos enorgullece, al margen de que haya jóvenes -que son más difíciles de movilizar-, hay mujeres de 35 a 55 años con un pasado de matrimonio heterosexual, con hijos, con una nueva vida que afrontar y sin habérselo contado a su familia. Es bastante fuerte la salida del armario a esa edad, y tenemos un grueso de socias de esta edad. La orientación que se ejerce es el grupo, tejer redes, crear un grupo de socias que las acojan y donde ellas puedan sentirse identificadas, donde puedan ver su historia en otras mujeres. La orientación que hacemos es humana, somos un grupo de apoyo en el que te puedes sentir identificada en un espacio seguro y en el que puedes ser.

Fuisteis una de las pocas asociaciones de mujeres lesbianas en la marcha del Orgullo de Madrid. ¿En qué se está convirtiendo el Orgullo? ¿Es un evento de marketing para hombres gays blancos o sigue siendo reivindicativo?

Además del problema del machismo en el colectivo LGTBI, existe el problema de la interseccionalidad, que es importante. Además de mujeres lesbianas, somos  migradas, estamos racializadas, podemos ser precarias... En nuestro colectivo tenemos personas de todas las etnias. De hecho, tenemos personas que han tenido que emigrar de Venezuela o de Colombia al exilio por su condición sexual, y esta es una problemática también importante. Yo lo que veo es que el Orgullo tiene una parte reivindicativa que queda diluida por la segunda parte, que es más comercial, pero eso yo creo que es por lo que se quiere mostrar. Sin embargo, hay también una parte reivindicativa muy importante, que es la primera parte de la manifestación. Allí vamos a visibilizar y a manifestar y a pedir cada año unos determinados derechos o hacer un homenaje -como era este año- a los mayores que viven otra vez dentro del armario cuando entran en residencias de ancianos. Yo creo que es importante y que debe seguir existiendo. Es la imagen que se quiere capitalizar desde fuera, y no lo que en realidad los colectivos sentimos. 

En este I Festival de Cultura Lésbica habéis impartido el taller “No quiero más bollo-dramas en mi vida”. ¿Qué queréis enseñar con él?

[Entre risas] Aquí, en la jerga lésbica, estamos todo el día diciendo que no queremos más bollo-dramas. Paula Alcaide -que ha impartido el taller- es una psicóloga especialista en relaciones afectivo- sexuales de mujeres lesbianas y bisexuales que publicó un libro titulado “Cómo superar un bollo drama”. Y detrás de ese “No quiero más bollo-dramas en mi vida” hay muchas cosas“: la aceptación, la homofobia interiorizada, llevarte la misma mochila de errores a la siguiente relación, los roles de género dentro de las parejas lesbianas, y una pincelada de violencia intragénero, que es algo con lo que creo que debemos de ponernos muy en serio. La violencia intragénero está ahí. No es que crezca, sino que se oculta y se silencia mucho. Se necesita un protocolo de actuación. Las mujeres lesbianas nos llevamos también la educación heteropatriarcal a nosotras mismas porque estamos criadas en ello. Tenemos que deconstruir todo esto y comenzar unas relaciones menos tóxicas, con menos roles de género. Detrás de ese nombre divertido de ”bollo-drama“ hay muchísima peculiaridad, muchísimo trabajo y muchísimo que sacar.

¿Cómo se combate la creencia de que entre dos mujeres no existen roles de género o no existe la violencia?

Nosotras fundamentalmente somos una asociación cultural y deportiva, pero cada vez vemos más casos de violencia intragénero. De hecho, estos días se está juzgando un caso aquí en Pamplona de intento de homicidio de una mujer a su expareja. Dentro mismo de la asociación, estamos viendo casos que nos sorprenden y nos hemos puesto en marcha porque tenemos que hacer algo para prevenirlo. Todo esto es educacional, viene de unas conductas aprendidas que se vuelven a reflejar, aunque sean dos mujeres. ¿Qué ocurre? Pues que una mujer lesbiana no puede acudir a los protocolos de ayuda a la mujer porque le dicen que si su pareja no es hombre, no le pueden ayudar. Ese espacio de trabajo no es nuestro espacio de trabajo, pero sí que es verdad que nuestra voluntad y nuestro próximo reto es entrar en contacto con profesionales y con colectivos que puedan orientarnos, incluso a nosotras mismas dentro de la asociación. Necesitamos saber cómo actuar ante estos casos para cuando recibamos esos mensajes de las socias que están pasando por ello. Además de hacer talleres de prevención y atención posterior. Lo único que podemos hacer a día de hoy es recoger las noticias y los casos, y también contamos con el servicio público LGTBI del Ayuntamiento de Pamplona, con Harrotu. Lo que sí es verdad es que hay muchos casos.

¿Qué datos manejáis?

En una asociación de 250 socias, hay un número de casos que hay que tener en cuenta. En los últimos meses, yo tengo noticia de cinco casos, y no medianamente graves, sino graves. Además del acoso, que es más común, hay casos de violencia física y de violencia psicológica continuada. Son datos reales que se manejan, con nombres y apellidos.

¿Habéis tenido acceso al contenido del programa de coeducación Skolae? ¿Se está dando un paso adelante o todavía hace falta pulirlo más para reflejar mejor realidades como la violencia intragénero y las mujeres lesbianas?

Sí, esta semana hemos hablado con Pili Miqueo, psicóloga, sexóloga y docente, que estuvo en una entrevista con Anna Boluda, y nos explicó que Skolae nos diferencia del resto del Estado español, pero que queda todavía pendiente la asignatura de la presencia de las mujeres lesbianas. Por ejemplo, el libro “Nada que esconder”, de Anna Boluda, se estudia en tercero y cuarto de la ESO en la Comunidad Valenciana, y yo creo que sería positivo que también, por ejemplo, llegara a los colegios de Navarra. Sé que se ha hecho un gran trabajo con la transexualidad y con los niños trans, pero yo creo que queda mucho por hacer, y por empezar a hacer, por la mujer lesbiana y bisexual.

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