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Llegar a 26 en el Parlamento foral, un lío digno de estudio

Una sesión parlamentaria / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

“La fragmentación del Parlamento es un hecho. No es algo bueno ni malo, sino un reflejo de cómo es Navarra. El problema de esa fragmentación es que a la ruptura de izquierda y derecha se une la que representan nacionalistas y constitucionalistas. Si nadie está dispuesto a romper esas líneas, será difícil componer un gobierno”. En definitiva, “un follón” que, sin embargo, resulta muy interesante de analizar porque “académicamente, esta situación es una maravilla”. El profesor de Historia del pensamiento y de los movimientos sociales y políticos de la UPNA, Jesús Mª Osés, prácticamente da por hecho ese reparto de la Cámara foral entre más partidos. Algo habitual en Navarra, donde nunca ha habido mayoría absoluta, pero más ahora con la posible entrada de nuevas fuerzas, como son Podemos y Ciudadanos. De ahí que esa fragmentación suponga, para este docente con más de 25 años de experiencia, un reto para la gobernabilidad de Navarra y para la propia clase política, que deberá “ceder para poder pactar”.

Osés, que recientemente participó en una charla de Mayores contra la crisis en torno al papel de las personas mayores en cuestiones como la política, reconoce que sigue con interés este proceso que promueve una nueva etapa en la política navarra, con todos los partidos hablando de la necesidad de regeneración. Aunque para Osés la clave está en si se trata “solo de una regeneración de edad o también de ideas”. En cualquier caso, para este observador político, un punto interesante de este proceso es cómo una formación como Podemos pasa del movimiento social al partido político y, por tanto, asume “una organización interna de aquello que está criticando”.

“Movimientos como estos han despertado una enorme ilusión, entre personas que están más hartas de los políticos que de la política. Por tanto, Podemos es también un reencuentro con la política, con la esperanza de que a través de ella se puede cambiar la situación que vivimos con la crisis”, apunta. La pregunta que se plantea este profesor es si, al intentar alcanzar un pacto, esas ideas pueden dejarse a un lado por intentar llegar a una alianza con otras formaciones y, por tanto, acordar unos mínimos en lugar de intentar alcanzar unos máximos.

Osés, que ya había defendido en una jornada sobre Ciencia Política la capacidad de Podemos para captar las demandas de la ciudadanía, matiza no obstante que esta necesidad de ceder es aplicable a todos los partidos. Y ahí es donde la fragmentación, la división de un Parlamento en muchas fuerzas e, incluso, coaliciones pondrá a prueba la capacidad de negociación de cada sigla: por un lado, por el peligro de que “llegar al poder haga que uno se olvide de lo que paga por conseguirlo” y, por otro, porque acordar lo básico supone que las diferentes fuerzas dejen atrás proyectos clave de su programa y eso pueda generar “desilusión” entre el electorado.

El 'referente' de Andalucía

Por lo tanto, la fragmentación es, para Osés, una prueba, sobre cómo los partidos pueden llegar a acuerdos “socialmente importantes”. No obstante, la dificultad es tal que, antes incluso de la campaña, varias formaciones con presencia en el Parlamento ya hablaban de la posibilidad de la repetición de las elecciones, si finalmente no había luz verde para formar gobierno o, al menos, una abstención para permitir que otra fuerza accediera a la Presidencia del Gobierno en minoría. Es decir, una situación similar a la que, en la actualidad, se está produciendo en Andalucía.

Para este profesor de la UPNA, ese panorama “dice bien poco de quien ha ganado las elecciones y de quien no las ha ganado”. Además, Osés duda, como se ha venido augurando, de que la llamada habitualmente segunda vuelta pueda beneficiar a fuerzas tradicionales (fuentes parlamentarias auguraban que la sensación de que la política es un lío beneficiaría, por ejemplo, a UPN y PSN), sobre todo si ya tienen “un electorado estable” y, por tanto, no susceptible de crecer. De ahí que Osés considere que llegar al acuerdo de 26 parlamentarios (de los 50 totales que componen el Parlamento), que permitiera asegurar un gobierno con recorrido, “va a exigir arte política en cantidades industriales”.

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