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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El magnetismo de la acera

Estudiantes se acercan a los alrededores de la Convención del PP para protestar por el máster de Cifuentes

Pablo García de Vicuña

¿Cómo no reaccionamos ante los problemas medioambientales? ¿Por qué seguimos sin actuar, pese a saber que es el principal problema actual del mundo y que sus consecuencias están siendo devastadoras en numerosos países menos desarrollados? ¿Cuántas veces tendremos que ver que marcamos récord históricos de jornadas gélidas en invierno y asfixiantes en verano, con lluvias torrenciales que anegan terrenos y sequías inacabables para convencernos del cambio climático al que estamos asistiendo? ¿Qué pensamos cuando Greenpeace nos advierte de que aún en 2016, España utilizaba el 85% de su energía proveniente de combustibles fósiles y nucleares, las más contaminantes de las conocidas? ¿Por qué dejamos solas a unos cientos de personas que protestaron ante el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en tiempos del ministro J.M. Soria, tras el freno impuesto a la introducción de energías limpias para no obstaculizar el beneficio de las empresas energéticas tradicionales? ¿Dónde estábamos entonces? ¿Dónde estamos ahora? Si está en nuestras manos ¿por qué no exigimos al Gobierno de turno que legisle ya contra el cambio climático?

¿Cómo no reaccionamos ante los problemas sociales que causa la violencia de género? Si quedamos tan impresionados/as por el éxito de las marchas del 8M, ¿cómo se explica que el Gobierno del PP, en los Presupuestos Generales para el año 2018, sólo proponga invertir en medidas correctoras 80 millones euros de los 200 comprometidos en el Pacto contra la violencia de género, aprobado por una rarísima unanimidad en el Congreso? ¿Quizás es que hubo quien lo aprobó sabiendo que nunca se implantaría plenamente? ¿Y sobre la brecha salarial, 'trending topic' por unas horas en la fecha señalada? ¿Cuántas noticias hemos visto en los medios que hablen de empresas que hayan revisado sus políticas retributivas por cuestión de género? ¿Estará la reciente reunión de Rajoy con las 'kellys' (camareras de hoteles) en esta sintonía? Según las estadísticas oficiales, el año 2017 conoció la muerte violenta de 49 mujeres por violencia machista.

¿Habrá aún quien no comparta la máxima de Simone de Beauvoir de que “el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”? ¿Dónde estamos las miles de personas que cubrimos las calles el pasado 8 de marzo cada vez que se produce una muerte violenta de mujer? ¿Por qué habrá que esperar hasta el año 2019 para que se cree el primer grado de Estudios de Género en una universidad española (UAB)? ¿Cuándo de desterrará la idea de que el feminismo sólo es cosa de mujeres? ¿En cuántos discursos de políticos y comunicadores/as se han seguido introduciendo proclamas a favor de la igualdad de género, tras el 8M? ¿Guardaremos en el cajón los buenos propósitos hasta el próximo año, para la siguiente fecha reivindicativa? ¿Se puede seguir menospreciando, ignorando, apadrinando al 50% de nuestra sociedad sin entender aún nada? ¿Volveremos ese día a la calle, de nuevo, olvidando lo que haya ocurrido los trescientos sesenta y cuatro días anteriores? ¿Sin haber modificado un ápice nuestra actitud?

¿Será efectiva la reeducación para los cinco jóvenes sancionados por la Audiencia Nacional por ensalzar a etarras en el Instituto Agustín Iturriaga, de Hernani, en el “Gudari Eguna” de hace dos años? ¿Serán suficientes seis meses de formación en valores para saber diferenciar el significado de conceptos como asesinato, imposición, ideología, terror, muerte, vida? ¿Hasta cuándo habrá que esperar para que la Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco cumpla con su promesa de publicar unidades didácticas para su alumnado de Enseñanza Obligatoria sobre la utilización del terror como imposición ideológica? ¿En algún momento podrá conseguir la política que las distintas instituciones que trabajan en el mundo de la deslegitimación de la violencia lo hagan de forma colaborativa? ¿Dónde estuvimos cuando nuestra sociedad se desangraba con acciones violentas parapetadas tras discursos ideológicos? ¿Dónde estamos cuando se trata de exigir que nuestro pasado más reciente no sea sepultado de forma injusta y vergonzante por el peso de esa página de la historia vasca que aún no ha sido leída correctamente?

¿Cuánto tiempo lleva Cataluña sin un gobierno legítimo? ¿Por qué el hastío informativo se ha convertido en una actitud para cuantos/as no vivimos en esa Comunidad? ¿No sorprende que no sea vivido del mismo modo allí? ¿Por qué la Sociología -de forma más contundente cada vez- señala que en España han saltado por los aires los consensos sobre el país que queremos ser? ¿Todo se arreglará modificando la Constitución y, especialmente, el cuestionado Título Octavo? ¿Se explicaría el creciente apoyo a las propuestas independentistas por la obcecada negativa del PP a entender el seny catalán? ¿Y la cuestión de la corrupción socioeconómica en el principal partido nacionalista catalán durante toda la etapa democrática? ¿Habrá tenido algo que ver?

¿Tendrán razón quienes insisten en que el independentismo ha sido una cortina de humo para acallar esta corrupción? ¿Se puede obviar o no dialogar sobre las legítimas pretensiones políticas de casi dos millones de catalanes/as sólo con el argumento del incumplimiento de la ley? ¿Por qué no se conocen manifestaciones multitudinarias pidiendo la devolución de todo el dinero hurtado a la sociedad catalana? ¿Se está a la espera de lo que dictaminen los abundantes juicios en los que están implicados personalidades relevantes de la política catalana? ¿Por qué no se crean UPIRC (Unidades Populares de Intervención Rápida contra la Corrupción) al igual que otras medidas ya tomadas por el independentismo?

¿Para cuándo manifestaciones –frente al Gobierno de Madrid y frente a la Universidad Juan Carlos I- que expresen la indignación de postgrados en el circo montado por la Sra. Cifuentes? Si se confirma el fraude del master, ¿habrá penalización para cuantos docentes y PAS sean considerados participantes del engaño? ¿cuántos/as de los/as implicados/as se salvarán, con una simple apertura y cierre en falso del correspondiente expediente administrativo? ¿El rectorado de esa Universidad es consciente del daño infligido ya, tanto al sector educativo como a lo público en general, aunque todo quede al final en nada? ¿Cómo se disipa la duda introducida en este tipo de cursos postgrados? ¿Era este el objetivo previsto con las modificaciones introducidas con los reales decretos universitarios de la infausta etapa Wert: introducir a las amistades políticas en refugios oficiales y políticos y posteriormente, cuando estuvieran en cargos de responsabilidad, facilitar la obtención de títulos universitarios con ventajas sobre el resto del alumnado?

¿Está el Partido Popular tan corrompido que sigue manteniendo a la Presidenta de la Comunidad madrileña como la “única esperanza blanca”, visto lo visto? ¿Cómo se explica que el nuevo partido naranja, que se autodefine como azote de la corrupción, actúe de forma tan condescendiente en este caso? ¿Alguien duda de que el equipo de la presidenta seguirá realizando juegos de magia diarios para modificar el juicio popular ya emitido? ¿Estaremos, sin saberlo, ante un nuevo tipo de reality show, por el agotamiento de los modelos tradicionales? ¿Nos merecemos esta consideración de crédulos impenitentes que parecen manejar ciertos gobernantes?

¿Por qué una creciente defensa de nuestra intimidad, ante cierta manipulación informativa que los Estados vienen haciendo con su ciudadanía, en vez de protegernos nos debilita ante las redes sociales? ¿Dónde está la reacción popular por las noticias de falsificación y utilización fraudulenta de nuestros datos que –presuntamente- está haciendo la red mas global? Siendo tan refractarios a la aceptación de monopolios económicos, ¿por qué nos plegamos sumisamente, nos maravillamos, ante los inventos y el atractivo económico de GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon)? ¿Consideramos natural nuestra cesión voluntaria de información privada por encima de la facilitada a nuestra propia familia?¿Por qué sonreímos cuando nuestro móvil nos propone rutas alternativas a la emprendida, lecturas de nuestro gusto o nos felicita por nuestra actividad física y recelamos, sin embargo, de esas mismas propuestas si son realizadas por un extraño, desconocido, de carne y hueso?

¿Cuándo aprovecharemos –como propone Castells (Castells, M. “Ruptura. La crisis de la democracia liberal” Alianza Editorial, 2017) - “esos proyectos embrionarios de personas utilizando la capacidad de autocomunicación, deliberación y codecisión de que disponemos en la Galaxia Internet” para construir un mundo mejor? ¿Cómo se entiende nuestra solidaridad con los y las trabajadoras en huelga en Amazon-España, mientras seguimos comprando artículos a través de esta multinacional? ¿Protestaremos algún día por nuestra candidez al abrir la puerta al Gran Hermano de Orwell?

¿Por qué hemos dejado que la economía sea, hoy en día, el somnífero más eficaz de control social, como lo fuera el consumismo en las décadas de 1960 y 1980, el totalitarismo en la de 1930 o la urbanización forzada en el siglo XVIII? ¿Mantendremos el pulso al gobierno de España el tiempo suficiente para hacerle doblar la rodilla en el asunto de las pensiones? ¿Hasta cuándo seguiremos sin reaccionar ante la precariedad juvenil, dejando que sea este colectivo, junto con las organizaciones sindicales, las únicas que adviertan del estrangulamiento económico, la falta de expectativas y de proyectos de vida para la mitad de la juventud española? ¿Por qué la solidaridad con los colectivos más desfavorecidos sigue siendo objetivo prioritario sólo para ONGs y organizaciones concienciadas? ¿Es preferible contribuir periódicamente con las campañas altruistas del Banco de Alimentos en vez de fortalecer posturas y combatir cambios restrictivos como los propuestos en la nueva versión de nuestra RGI, por ejemplo? ¿Alguna administración de la CAPV se ha propuesto implantar, aunque sea experimentalmente, los Bancos del Tiempo? ¿No ofrece confianza un proyecto de colaboración intergeneracional que plantea solucionar problemas comunes en las economías de mercado como la sostenibilidad, las minorías étnicas o los desajustes entre comunidades rurales y urbanas, por ejemplo? Si, como apunta Carlo Bordoni (Bordoni, C. y Bauman Z. “Estado de crisis”.Paidós, 2016), somos testigos del desmantelamiento gradual de los sistemas de protección social o del Estado del bienestar ¿por qué buscamos el amparo individual a través de sistemas de pensiones, seguridad y sanidad privadas, en vez de fortalecer los públicos que están destruyendo?

¿Cuándo asumimos que las negociaciones personales empresario/a con trabajadora/or eran más eficientes y satisfactorias que las colectivas? ¿Cuántas personas trabajadoras viven mejor en una economía desregulada, objetivo principal de quienes detentan el poder económico? ¿Acaso nuestro exceso de individualidad llega a confundirnos hasta el extremo de hacernos olvidar nuestra insignificancia personal? ¿Por qué se pretende olvidar el objetivo por el que surgieron los sindicatos? Cada vez parecemos más hastiados/as de personalidades políticas, unas por ridículas y desconcertantes, como D. Trump, otras tenebrosas como Putin seguidas, sin embargo, por millones de sus compatriotas ¿Estamos tan lejos de ver surgir en nuestros países ejemplos semejantes? ¿Estará tan descaminado el filósofo Bauman cuando sugiere que “nos aproximamos a una situación propicia para ser aprovechada por demagogos suficientemente inanes, autoengañados o arrogantes como para prometer un atajo hacia la felicidad, y la apertura de un camino de vuelta al paraíso perdido de la seguridad, a condición de que cedamos las libertades que ya aborrecemos y que tan intensamente nos desagradan, y con ellas, nuestro derecho a la autodeterminación y la autoafirmación personales”?

¿Por qué no reaccionamos? ¿Cuándo nos convenceremos de que no podemos conformarnos con los aspectos formales de una democracia (votar periódicamente, vigilar la independencia de los poderes públicos, propiciar el bien común) sino que nos es exigible una participación individual activa diaria? ¿Quién dijo que siempre es mejor que sean otros/as quienes protesten? ¿Cuál es el poder de atracción de la acera? ¿Qué nos ata a ella, mientras otros/as denuncian desde la carretera? ¿Quién decidió que ese espacio público lo era sólo para la contemplación?

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