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Ciencia con paciencia

Publicaciones científicas

Senén Barro Ameneiro

Director del CiTIUS-Centro de Investigación en Tecnologías Inteligentes de la Universidad de Santiago de Compostela —

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Las palabras ciencia y paciencia provienen ambas del latín, pero tienen orígenes bien distintos. Ciencia viene de scientia, que significa conocimiento, mientras que paciencia lo hace de pati, que significa sufrir. Así, paciente, que deriva del participio patiens, se refiere “al que sufre”, aunque tiene también otros significados, entre los que me interesa particularmente el de no dejarse llevar por las urgencias y saber esperar. La ciencia no da sus frutos de un día para otro. Su maduración es lenta y muchas veces la cosecha se va perdiendo en el camino. Desafortunadamente, también hay quienes hacen ciencia por atajos y quienes al financiarla sienten aquello de que quien espera desespera.  

Cuando en la ciencia se cambia la paciencia por la urgencia, aparecen publicaciones científicas de calidad más que cuestionable. La presión por publicar es creciente en los sistemas científicos de los países y en sus instituciones de investigación. Las prisas se apoderan de los investigadores, sobre todo de los que están iniciando sus carreras científicas y quieren hacer eso, carrera, y no quedarse apenas en la salida. Esto hace que hayan surgido un buen número de editoriales y congresos, aparentemente científicos, que hacen caja cobrando o monetizando de un modo u otro la presión por publicar a toda costa y casi a cualquier coste. Pero hay una cosa todavía peor, y es el engaño y el fraude en la ciencia y también está creciendo de un modo alarmante el número de publicaciones que incluyen datos falsos o que se construyen con recortes de aquí y de allá, muchas veces procedentes de trabajos ya publicados que, estos sí, pueden ser originales y valiosos. Publicaciones “Frankenstein”, podríamos llamarlas.  

Para intentar despistar a los programas informáticos de detección de plagio, que también están a la orden del día, es frecuente que quienes plagian traduzcan el documento a plagiar a otra lengua, y luego de vuelta a la original. Esta ida y venida entre idiomas (con frecuencia el inglés y la lengua propia del plagiador) da lugar en ocasiones a las denominadas expresiones o frases torturadas, que son aquellas que sometidas al “torno” del traductor automático, acaban distorsionando el original, cuando no convirtiéndolo en una sarta de disparates. Sin ir más lejos, en mi campo hay trabajos que se refieren a la Inteligencia Artificial como “conciencia falsa”. 

Para que nos hagamos una idea de cómo se producen estas frases torturadas, les pongo un ejemplo para el que he utilizado el traductor de Google, que no es precisamente malo: 

Texto original: Nos movemos siempre en el dilema entre usar buenos, aunque escasos datos, o a mansalva y sin mayores consideraciones. 

Texto recuperado tras la doble traducción del original, primero al inglés y de vuelta al español: Siempre nos encontramos en un dilema entre utilizar datos buenos, aunque escasos, o utilizarlos de forma desordenada e irreflexiva. 

Es obvio que la segunda frase no significa lo mismo que la primera y hasta es parcialmente absurda. 

Pero no se queda ahí la cosa. Hoy están a la orden del día las publicaciones por encargo. En países como Rusia, Irán y especialmente en China, hay auténticas factorías para la producción de artículos científicos a demanda. En China, en particular, la necesidad de publicar para poder ascender ha hecho que en los hospitales el número de publicaciones científicas en inglés se haya multiplicado por casi 50 en los últimos 20 años. No es de extrañar que muchas de estas publicaciones comiencen a ser cuestionadas o sean directamente ignoradas por la comunidad científica internacional. 

Por cierto, la traducción automática entre lenguas fue uno de los primeros objetivos de la Inteligencia Artificial y en ello se invirtió mucho dinero y esfuerzos, ya desde hace décadas. De hecho, la guerra fría animó a los estadounidenses a aplicar la traducción automática a documentos en ruso. Se cuenta, pero quizás no sea más que un bulo, que las expectativas de lograrlo se desinflaron cuando un traductor automático dio su propia versión de una expresión de la Biblia, al traducir: “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”, como: “El vodka es bueno, pero la carne está podrida”. Sin embargo, si hoy repiten el proceso con los actuales traductores automáticos el resultado es perfecto. Precisamente las excelentes prestaciones que hoy nos dan los traductores automáticos es lo que anima a su uso por los falsos científicos. Pero no siempre les funciona, ya que la misma Inteligencia Artificial que les sirve para engañar puede desenmascararles. 

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