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Conocer el porqué para actuar correctamente

Crecen las asistencias en urgencias durante la campaña de vacunación de la gripe de este año

Anna Llupià

Médica especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública —

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Estudios encargados a expertos por diferentes gobiernos coinciden en que un 60-70% de la población puede contraer el nuevo coronavirus los próximos meses. En una mayoría aplastante de los casos, contraer la infección va a resultar en un cuadro leve, un resfriado y poca cosa más. Ese porcentaje tan alto de la población contagiada, que se explica por la novedad de un virus ante el cual nadie tiene inmunidad, va a generar una cifra considerable de casos complicados. No porque el coronavirus tenga mal pronóstico siempre para la mayoría sino porque un porcentaje, aunque no sea muy elevado, de una cifra muy grande de contagiados acaba dando números grandes de complicaciones.

Lo que interesa, pues, es que los que nos vayamos a contagiar no lo hagamos de golpe, para no poner nuestro sistema sanitario en un aprieto y que este pueda dar respuesta a los casos complicados y graves que puedan acontecer, a la vez de poder seguir dando asistencia a los casos de otras patologías que necesitan asistencia. Así que, por un lado, tenemos que conocer las medidas a tomar para intentar no contagiarnos; en segundo lugar, si estamos contagiados, las medidas que hacen que los demás no se contagien y, por último, cómo actuar para que los sistemas sanitarios funcionen operativamente.

En cualquiera de los tres casos, es importante conocer el porqué de las medidas para poderlas aplicar correctamente. Hemos oído múltiples veces que mejor si no estornudar directamente en las manos. Así que, ¿por qué debo estornudar en la parte interna del codo en vez de en mi mano? Pues porque con la parte interna del codo no aprieto el botón del metro, ni voy a tocar el pomo de una puerta. El que viene detrás de mí y toca ese pomo o ese botón, cuando después se toque la cara antes de lavarse las manos (y lo va a hacer porque lo hacemos 100 veces cada hora) tiene posibilidades de contagiarse de lo que me haya hecho estornudar, si es que es infeccioso. Si me he estornudado en la mano, porque la costumbre se impone, se soluciona con lavarse las manos antes de tocar cualquier cosa. Lavarse las manos sirve para no ensuciar (léase infectar) y no ensuciarse (léase no infectarse).

Las medidas de distanciamiento social también se deben comprender. Estas medidas tienen por objetivo disminuir los contagios. Se debe explicar bien que si se cierra una escuela es para que no haya contacto continuo en grupos grandes. Por lo tanto, si los niños se agrupan en números grandes para ser cuidados por un canguro compartido, como ha pasado en Japón, o bien se encuentran mucho rato en parques o actividades, cerrar las escuelas no tiene el efecto deseado sino que incluso puede ser contraproducente, porque se van a relacionar niños que no se relacionan habitualmente y se va a favorecer la expansión de la transmisión.

Si se cierran espacios públicos, escuelas y universidades, debemos ser coherentes y no montar cenas de amigos, encuentros familiares o fiestas, aunque ahora algunos tengan más tiempo. Si no, cerrar no va a servir para contener la epidemia sino que sólo va a conseguir perjudicar a nuestra economía. Asimismo, cerrar una zona geográfica para frenar la expansión no significa que la gente que quede dentro vaya a contagiarse sino que la epidemia no salga de esa zona y sea más fácil de controlar y, finalmente, pueda reducirse la transmisividad. Por lo tanto, irse corriendo de un lugar justo antes de que el cierre sea efectivo, como pasó en el norte de Italia, sólo empeora las cosas.

Por otro lado, la ralentización de una epidemia se consigue a través del aislamiento de casos y la localización de sus contactos más cercanos, que son personas que o bien contagian activamente (los casos) o bien podrían hacerlo en algún momento (los contactos). Así pues, ¿por qué debo quedarme en casa aislado si me llaman diciendo que me han identificado como caso probable o contacto? Porque existe la posibilidad que una persona con síntomas incipientes, casi imperceptibles, contagie a otras personas. Si, a las personas que así se lo indiquen, se quedan en casa y limitan su vida social estaremos ayudando a cortar la cadena de la transmisión.

Finalmente, es importante no colapsar el sistema sanitario y eso significa hacer uso de los servicios sanitarios cuando sea necesario, porque para eso están. No se debe llamar al número de atención sanitaria por inquietud ni llamar al 112 si no es una emergencia. Además de los casos graves de coronavirus, los casos de infarto, ictus y traumatismos van a seguir estando ahí y van a necesitar de la respuesta rápida que se les da para tener buenos resultados para esas personas.

La calma es nuestra gran compañera en todo esto. La calma sirve para no precipitarse en un pomo de la puerta antes de lavarse las manos si hemos estornudado. La calma sirve para quedarse en casa, si así nos lo recomiendan, y acabar de leer ese libro que hace tanto que teníamos pendiente. La calma nos permite esperar a que sea necesario de verdad llamar a los servicios sanitarios. Las medidas que se recomiendan y nos van a recomendar pueden ocasionarnos cambios en nuestras costumbres y cambios en nuestra vida a corto plazo. Esta epidemia va a tener efectos en nuestra economía y, esperemos en poca medida, sobre las personas más vulnerables. Entender las medidas y aplicarlas con calma ayudará a que la epidemia sea más llevadera y tenga menos impacto en las vidas de muchas personas. Que comprender el porqué de cada cosa y la calma nos ayuden a que las consecuencias irreversibles sean las mínimas posibles.

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