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Un día

Imagen referencial de desplazamientos forzados.

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Un día cualquiera, por la mañana, te despides de los tuyos y cierras la puerta de tu casa.

Un día, sales de tu casa y no puedes volver y a los tuyos no les vuelves a ver.

Naciones Unidas nos muestra las cifras de las personas forzadas a huir de conflictos y de persecuciones: 89,3 millones de personas que no han vuelto a sus casas y que no han vuelto a ver a los suyos (datos 2021). Los datos de la población desplazada de Ucrania aún no están contabilizados por Naciones Unidas, pero habrá que sumarles en estas cifras dolorosas para el 2022, al menos 7 millones de ucranianas y ucranianos, que han huido por la invasión militar rusa.

Alemania cuenta con una población de más de 83 millones (datos 2021), más o menos la misma población que actualmente vive desplazada forzosamente.

¿Se imaginan que Alemania se quedara despoblada? ¿Se imaginan que un día contáramos a las generaciones venideras que ahí, en ese lugar, hubo gente viviendo? ¿Que hubo gente que fueron maestras, físicos, artistas, doctoras, enfermeros, que había industria, que se cosechaban los campos, y que era una nación rica y próspera?

89,3 millones de personas: mayores, adultos, jóvenes, niños y niñas, bebés que buscan refugio, asilo y que tienen que empezar de nuevo, lejos de su entorno.

Los conflictos armados, la ausencia de valores democráticos, la inestabilidad política en Estados de Asia, América y África han sido y siguen siendo causa de una parte importante, intensa y continuada movilidad humana y si bien las catástrofes atmosféricas como lluvias torrenciales, huracanes, ciclones, incendios, sequías y desertificación antes puntuales, comenzamos a ser conscientes de que el cambio climático será también el causante de más desplazamientos forzosos de personas.

La Comunidad Internacional en 1951 asumió el compromiso político de fortalecer los principios de solidaridad y de cooperación con las personas refugiadas y con los países de acogida. Hace unos meses, la Unión Europea siguió esa senda con la población ucraniana, hace unos días, el Gobierno británico rompió ese compromiso político, el Tribunal de Estrasburgo paralizó esos vuelos de la insolidaridad, de la vergüenza.

La Comunidad Internacional debe seguir reforzando los principios de solidaridad y de cooperación internacional, las naciones democráticas deben seguir esforzándose en fomentar relaciones amistosas con terceros países que quieran impulsar, consolidar sus instituciones democráticas.

Fomentar la cultura de paz no debe ser algo del pasado, ni intermitente. La cultura de paz debe ser constante porque es la única vía que marca el sendero de la prosperidad para las personas de todas las naciones del mundo.

La solidaridad tampoco debe ser un principio pasajero o intermitente, no hay seres humanos de primera clase y de segunda, lo que hay son víctimas y nuestro deber es ofrecer condiciones de estabilidad para que esas víctimas puedan recuperar su derecho a vivir dignamente, su derecho al desarrollo humano.

El principio de solidaridad debe seguir ampliándose en este siglo, incorporar nuestra solidaridad con la tierra, con la naturaleza, debemos dignificar al Planeta, ser conscientes de que se debe invertir en innovación, en medios de producción que no dañen al planeta, ni a nosotros mismos porque aún hoy podemos hacer algo, el mañana está por llegar.

La situación de los casi 100 millones de personas en el mundo, contando a las personas refugiadas de Ucrania, que necesitan protección internacional y que buscan refugio y asilo en terceros países, es una cuestión de primer orden que afecta a toda la Comunidad Internacional.

Hoy esos 100 millones de personas no van a volver a sus casas, trabajemos juntos para que mañana puedan volver.

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