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La furia del PP ante el dato del paro

Alberto Núñez Feijóo.

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España es un país en el que las fuerzas políticas, pero también medios de comunicación y a veces organizaciones empresariales, cuestionan las estadísticas oficiales cuando no sirven para tratar de convencer a la opinión pública de lo contrario a la realidad existente.

Esto no quita para que no se puedan verter críticas sobre errores de medición o una metodología cuestionable, siempre desde una óptica estrictamente técnica. El último episodio conocido se viene produciendo con las cifras de paro registrado, pero también tímidamente con el IPC, ya que los últimos registros no encajan en el apocalipsis económico que pronosticaban el PP, Ciudadanos, Vox, la CEOE y el sindicato de periodistas ya conocido que escribe los discursos, con poco éxito, a Feijóo.  

En concreto, el dato de noviembre, con una reducción del desempleo de más de 33.000 personas y un incremento de afiliación de más de 78.000 personas, eliminando la estacionalidad. Todo esto en un mes tradicionalmente malo para las estadísticas de empleo, lo cual indica que la economía española está capeando el temporal mucho mejor que en otras fases bajistas del ciclo, aunque no hay que olvidar que este indicador es retrasado. En cualquier caso, se puede aventurar que el empleo habrá crecido en España alrededor de un 4% en 2022 y el PIB se podría ir a un aumento del 4,5%-4,7%. 

Reconociendo que el paro registrado no es un buen indicador del desempleo, y que además en España la única estadística homologable al resto de países europeos es la EPA, que utiliza una metodología estandarizada, se puede decir que la tendencia del paro registrado en estos últimos meses sí es una buena variable aproximada a la EPA, como lo muestra el gráfico siguiente.   

Se observa cómo las dos series convergen desde 2020, por lo que si cuestionamos la serie de paro registrado, también deberíamos cuestionar la EPA, algo a lo que, de momento, no se atreven los del sindicato periodístico, ni tampoco los 'hooligans' de Génova, aunque desde la Puerta del Sol ya se empiezan a escuchar voces en contra del Banco de España o la Airef, a los que acusan de conchaveo con Sánchez.    

La polémica, tan estéril como indocumentada, hace referencia a cómo se anotan en las listas del Sepe los fijos discontinuos, figura que lleva entre nosotros desde 1985. Según los voceros de Génova y sus terminales mediáticas, el Gobierno esconde parados ya que no computa como tales a los fijos discontinuos cuando están en época de inactividad. Esto lo enmarcan en una crítica a la reforma laboral, que se aprobó gracias al único diputado inteligente que parece quedarle al PP, Casero, al que todos los ocupados deberían regalar una cesta de Navidad para que siga en su puesto.

La realidad es que la reforma laboral no ha cambiado la fórmula de cómputo de fijos discontinuos, que sigue vigente desde 1985, por lo que si se acusa de fraude al Ejecutivo actual, también habría que hacerlo con los anteriores. Lo que sí ha hecho la reforma laboral ha sido reducir drásticamente la tasa de temporalidad, del 29% en septiembre de 2019, al 16% en octubre de 2022, todavía más elevada por el vicio que tienen las administraciones públicas a seguir con contratos temporales. Un buen ejemplo sigue siendo la sanidad, por ejemplo en la Comunidad de Madrid. 

La reforma laboral sigue adoleciendo de algunos puntos que no se trataron para poder incorporar a la CEOE, como el coste del despido o la eliminación de la potestad de modificar al libre albedrio por parte de la empresa tus condiciones laborales, pero hay que reconocer que ha ajustado mucho mejor la causalidad de la temporalidad, transformado muchos contratos precarios en contratos estables, eso sí, todavía mal pagados. 

Las cifras globales son concluyentes. El porcentaje de contratos indefinidos a tiempo completo, incluyendo fijos discontinuos, ha pasado del 71% en septiembre de 2019 al 84% en octubre 2022. Los contratos temporales a tiempo parcial se han reducido al 4,5% en octubre del 2022 frente al 9,9% en septiembre de 2019 y los temporales a tiempo completo, del 19,9% al 11,7% en la actualidad. Estas cifras no esconden ninguna trampa ni maquillaje, como quieren hacer creer los adalides del fraude y la mentira, ya que se siguen utilizando las mismas formas estadísticas de cómputo. En el caso del paro registrado, cuando uno está en situación de inactividad, se anota en la serie DENOS, mientras que en la EPA se anota como desempleado, por lo que en ambas series están reflejando todas y cada una de las casuísticas por las que pasa el trabajador. 

Lo que sí hay que hacer hincapié es que un fijo discontinuo tiene muchos más derechos que un temporal, por eso alguno sigue soñando en volver al fraude de la obra y servicio. Para empezar, tiene un contrato indefinido, lo que sin duda le da mucho más poder de negociación y solvencia de cara a pedir financiación. Por otro lado, si es despedido tiene derecho a una indemnización mucha más alta, 33 o 20 días frente a 8 u 12. Al margen de esto, tiene otros derechos como la obligación de ser reclutado antes que contratar a un nuevo trabajador, lo que sin duda le otorga una mayor dignidad que el antiguo contrato fraudulento. Son estos nuevos derechos los que hieren el amor propio de los que están acostumbrados a tratar el factor trabajo como un gasto, y no como una inversión, lo que refleja la catadura moral de estos grandes patriotas. 

En suma, lo que se ha producido es la sustitución de la flexibilidad de la temporalidad por la flexibilidad del contrato indefinido a tiempo completo, discontinuo o tiempo parcial, lo que ha permitido reducir la temporalidad sin menguar la creación de empleo. Pero esta mejora no se debe al fijo discontinuo, al pasar de los dos millones de nuevos contratos de este tipo. Hay que explicar que la reforma alumbró cuatro modalidades de fijos discontinuos; estacional, intermitente, contrata y empresa de contrato temporal. En el caso de la contrata, los tiempos de trabajo son continuos y se asemejan a un indefinido a tiempo completo. Los estacionales, los más numerosos ahora, tienen largos periodos de actividad, interrumpidos por los ciclos de mercado, los de las empresas temporales prestan servicios de forma continuada a las empresas y los intermitentes son los más expuestos a la volatilidad del mercado, siendo la minoría en esta clasificación. 

Por tanto, la ley responde a las distintas situaciones de flexibilidad contractual, pero en ningún caso puede esconder parados, como denuncian sin prueba alguna. Solo cabe esperar que los que rugen hoy, callarán cuando gobiernen y se beneficien de esta reforma que, con claroscuros, apuesta por la estabilidad. Faltan muchas cosas, pero eso ya los grandes lobbies de este país y de Bruselas no lo permitirán.

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