Antisistema del mundo, ¡uníos!
“No existe solo un Francisco Correa. Existen muchos Francisco Correa. Es el sistema”, ha declarado el principal imputado en la trama Gürtel. Ninguna entre tantas de las personas que son tildadas de antisistema podría haber explicado mejor lo que está sucediendo en la política española. El espectáculo judicial al que estamos asistiendo en la Audiencia Nacional tiene los mismos efectos que levantar la tapa de un váter donde hace mucho que no se tira de la cadena, y la peste que escapa de las palabras del intermediario delata la excrecencia sistémica: se roba por sistema, se saquean las arcas públicas por sistema, se miente por sistema, se incumplen los programas electorales por sistema, se manipula por sistema, se tergiversa por sistema, se pasa página por sistema, se separa la ética de la política por sistema.
La incontestable máxima de Correa puede malinterpretarse, pues lleva implícita una trampa en su formulación: si es el sistema, no es exactamente el PP (dado que el PP no es todo el sistema); el corrupto es el sistema, no el PP. En gran medida es cierto, sí. Pero la Gürtel es una trama estrechamente vinculada al PP, y es la Gürtel lo que se está juzgando. De ahí que, aunque no nos pille por sorpresa, Rajoy salga tan mal parado tras las declaraciones de Correa: Rajoy era vicepresidente del Gobierno (de Aznar) durante los años de las mordidas; Rajoy figura en los papeles de Bárcenas como receptor de sobresueldos procedentes de las comisiones de las constructoras; Rajoy fue jefe de campañas electorales cuya logística llevó Correa. El mismo Rajoy que hoy es presidente en funciones y aspira a serlo con todas las de la ley.
Que dirigentes del PP aleguen que los escándalos de la Gürtel son cosas “de los 90”, como dice Dolores Cospedal, o de cuando “estaba en COU”, como dice Pablo Casado, forma parte de la burla que el PP ejerce sobre los ciudadanos por sistema. Querer hacernos creer que esos delitos no tienen nada que ver con el partido de hoy ni con su líder de hoy, Mariano Rajoy, es una estrategia tan burda que avergüenza. Como avergüenza que la gestora del PSOE y varios de sus dirigentes trabajen para avalar otro Gobierno de Rajoy. El bipartidismo en su más execrable expresión. El bipartidismo como sistema corrupto y para la corrupción: su pan para hoy y nuestra hambre para mañana.
Pero, ¿qué hay de la ciudadanía votante?, ¿cómo es posible que el PP pueda frotarse las manos ante unas terceras elecciones porque supondrían su mayoría absoluta?, ¿cómo es posible que la militancia socialista lo permita (claro, que ha permitido tanto…)?, ¿cómo es posible que, ante tan obscenas evidencias, la nueva política aún no haya sido capaz de impedir que el juego en el tablero vuelva a estar en manos de los corruptos o de sus cómplices?, ¿por qué todo lo que expele esa taza de nuestro váter político no es suficiente para que colapse el sistema? Nos dirán que el sistema es así, irreemplazable. Nos dirán que el sistema es así, insustituible, inmutable. Si hace falta, nos lo dice Correa, el de los veintitantos millones en comisiones ilegales, el de la financiación ilegal del PP, el de las horteradas de alta gama como metáforas de la Marca España: es el sistema.
Pues bien, si lo que falla es el sistema, será el sistema lo que habrá que cambiar. Así que, ya sabemos: ¡antisistema del mundo, uníos! Porque, obviamente, no van a hacerlo ellos: ni el PP, ni el PSOE, ni Correa ni la Audiencia Nacional. Es más, con el espectáculo de su putrefacción nos están dando, por si quedaban dudas, razones determinantes para limpiar tuberías y cloacas, no solo las tazas. Debemos convertir esas razones en conciencia, y esa conciencia en herramienta. Pero, ¿cómo? Con resistencia explícita y con rebelión (tranquilos, la violencia ya la ponen ellos). Con un consumo responsable (frente a su chorizada y su vulgaridad de alta gama). Con filosofía: abriendo, como nos indica Marina Garcés, otras posibilidades de vida “basadas en la cooperación, la reciprocidad y el compromiso”, y reconquistando lo que la profesora llama “palabras fuertes”: “no quiero una política nueva, quiero una política justa, igualitaria, valiente, desafiante, cuidadosa, autónoma, libre”.
Para empezar, no debemos olvidar que el PP es quintaesencia del sistema, que es el PP quien está sentado en el váter-banquillo, y que el PSOE no solo aguanta el tufo sino que le pasa el papel higiénico por debajo de la puerta.