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Opinión - El extraño regreso de unas manos muy sucias. Por Pere Rusiñol

El blocao

Blocao.

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En las guerras coloniales de África en el siglo XIX y XX, los soldados españoles de leva obligatoria conocieron un terrible invento alemán. Se llamaba blocao, adaptación del alemán Blockhaus. Consistía en una fortificación de madera y sacos terreros, la mayoría de las veces muy sencilla, que servía como avanzadilla para defender una posición más importante situada kilómetros atrás. En esa posición se situaba un grupo de soldados que tenían la orden de disparar a todo lo que se moviera y no diera el santo y seña.

La política española parece haberse convertido en uno de estos blocaos, con alguno de sus representantes disparando a diestro y siniestro, y a todo aquel que se mueva fuera de su posición, sobre todo contra “ese gobierno socialcomunista”.

Asistimos también a un fuego cruzado entre algunas comunidades autónomas que ahora se han hecho con el poder que antes exigían, y no son capaces de gestionarlo de modo efectivo. Personajes pintorescos al mando de importantes autonomías disparan incluso contra aquellos que les quieren ayudar. Un blocao en toda regla.

Cierto que no hay soluciones mágicas en una coyuntura tan enrevesada como la que nos toca vivir, pero un poco de humildad y de buena disposición, serían de agradecer, aunque esto en política es como pedir peras al olmo.

El último episodio es la negociación de los Presupuestos Generales. Son tan necesarios en un momento dramático y vital para tanta gente que lo está pasando mal de verdad, que a uno se le hace difícil pensar en que no ya el sentido común, sino la mínima comprensión de que quizá es el momento de dejar aparcadas las diferencias y hacer un esfuerzo verdadero por “ayudar a la Patria”, debe mover las conciencias políticas.

Quizá sea ese concepto multiforme y manido de patria, la clave del problema. Habrá que explicar a algunos, que patria, eran aquellos desgraciados soldados a los que obligaban a situarse en blocaos para defender las posiciones importantes, y los miles que perdieron la vida por no se sabe qué.

Y patria, hoy, son los que están en primera línea frente a la COVID, y los que lo están pasando mal porque han perdido a sus familiares, han perdido su trabajo y, lo que es peor, han perdido la esperanza en un futuro mejor. Y a ellos no les sirve ese nacionalismo de nuevo cuño generado por, el encarcelado y ahora judicialmente imputado, Steve Bannon en Estados Unidos e inoculado aquí por sus seguidores europeos. Esa patria de muchos gestos y muchos himnos que no da de comer, pero que sí llena la faltriquera de algunos aprovechados.

Comenzó esta semana con una puesta en escena en la Casa de América de Madrid que pretendía doblegar la intransigencia del PP de Casado. Allí, el poder económico representado por Botín, Álvarez-Pallete, Isla, Brufau, y otros nombres ilustres del IBEX 35, escuchaba a Pedro Sánchez, al que le va otoñeando la cabellera según avanza la pandemia, desgranar las ventajas de la unidad en un momento tan dramático.

Ante lo más granado del poder económico, y como un aviso para navegantes al líder del Partido Popular, Sánchez especificó los objetivos de su legislatura: impulso a la transformación digital, una transición ecológica sin demora, y cohesión social para solucionar la desigualdad extrema y la pobreza.

“Tenemos mucho avanzado en las nuevas tecnologías, en el 5G”, anunciaba Sánchez respecto a la transformación digital. Al día siguiente, uno de los asistentes a la conferencia, el presidente ejecutivo de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, anunciaba por sorpresa que su empresa iba a abrir la tecnología 5G para el 75% del territorio español este mismo año. 

El Real Instituto Elcano en el mes de julio de este año, publicó un sesudo informe de 90 páginas titulado “¿Recuperación o metamorfosis?” en el que desgranaba las líneas de desarrollo que deben marcar el proceso de recuperación tras la pandemia: la transformación digital, la transformación energética y la sostenibilidad medioambiental, la inclusión y la lucha contra la desigualdad y la internacionalización.

Justo lo que Sánchez planteó a los asistentes a su conferencia en la Casa de América. Al parecer, los expertos están de acuerdo en las líneas a seguir para tratar de salir del círculo infernal en el que nos ha metido la COVID-19.

Para ello es necesario utilizar adecuadamente esos 140.000 millones de euros de los fondos europeos, pero ante todo resulta imprescindible aprobar unos Presupuestos Generales viables. Y aquí volvemos a la política del blocao.

Inés Arrimadas pide una tregua política con motivo de la pandemia. “Se juzgará a todos por lo que hemos hecho durante la pandemia” manifiesta, con razón, la líder de Ciudadanos.

Pero Casado, tras su reunión del pasado miércoles con Sánchez en La Moncloa, ya anunció: “No nos va a presionar nadie”.¿Se refería a voces de su propio partido o a oráculos del IBEX 35? Y lanzó esta perla: “El PP es la oposición, y nunca la oposición ha aprobado los Presupuestos en España”.

Claro, señor Casado, y nunca se había dado para las generaciones actuales, las generaciones posteriores a la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, una situación de extrema necesidad como la provocada por la pandemia de la COVID-19

Ya lo decía en los momentos más delicados de la República Española en plena Guerra Civil, su presidente Manuel Azaña: “Lo que me ha dado un hachazo terrible, en lo más profundo de mi intimidad, es, con motivo de la guerra, haber descubierto la falta de solidaridad nacional. A muy pocos nos importa la idea nacional, pero a qué pocos. Ni aun el peligro de la guerra ha servido de soldador. Al contrario: se ha aprovechado para que cada cual tire por su lado.”

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