Lo único bueno de la mal llamada comisión de investigación de Les Corts valencianas por la dana es que la comparecencia de Carlos Mazón ha sido corta. Ni una sola respuesta en sus primeros 23 minutos de discurso leído ni en la intervención posterior. Y no será porque no deba todavía muchas explicaciones a las víctimas a las que no se ha dejado entrar y que le esperaban a las puertas. Las exigen ellas y mucha más gente.
“Si estabas informado, cómo cojones te quedaste en el reservado del Ventorro”, le ha preguntado Joan Baldoví. El representante de Compromís ha sido quien mejor le ha cantado a la cara las verdades que el todavía presidente valenciano no quiere escuchar. Por ejemplo, que mientras Utiel estaba ya inundado, él continuaba sentado a la mesa en el Ventorro sin inmutarse. Mazón se ha escudado en que las decisiones no dependían de si él seguía en un restaurante y negó que estuviese incomunicado pese a que no aclara por qué no respondió a las llamadas de la consellera Pradas. O dónde estaba cuando ya había salido del restaurante, pero aún no había llegado al Cecopi. Para ser exactos no ha despejado ninguna de las dudas que los representantes del PSPV y de Compromís le han planteado y que, a modo de resumen por el poco tiempo que tenían, son las mismas que pueda albergar cualquiera que aspire a saber qué es lo que realmente pasó ese 29 de octubre de 2024.
No solo no ha respondido, sino que ha acusado de difundir bulos a aquellos que siguen reclamándole las respuestas que es evidente que no está dispuesto a dar. Ni la factura del Ventorro para saber a qué hora salió ni el listado real de sus llamadas telefónicas o mensajes. Nada. Y aun así se atreve a afirmar que nadie ha dado más explicaciones que él. No es de extrañar que Baldoví le haya recordado la frase del escritor polaco Stanislaw Lec: “Tenía la conciencia limpia; no la usaba nunca”. Una aseveración tan cruel como certera tratándose de Mazón.
Su estrategia ha quedado clara desde que ha abierto la boca. Se ha desentendido de la gestión de la dana con frases como “no tengo responsabilidad operativa” u “operativamente tenía poco que aportar a la emergencia”. Y ya está. El resto ha sido acusar al Gobierno central. Él, que fue quien desmanteló el sistema de Emergencias cuando llegó a la presidencia, tiene la cara de afirmar que es un servicio que debería tener más inversión y personal y lo vinculó a la mala financiación de la Comunitat Valenciana. La trampa es para nota, porque sí, es una comunidad mal financiada, de las peor financiadas, pero quien restó capacidades a las Emergencias de la Generalitat y nombró a personas que nada sabían de cómo funcionaban fue él y solo él.
En otro ejercicio de hipocresía, ha reconocido que, como alertan los expertos, el cambio climático (no cita el concepto) conllevará fenómenos similares a la dana. Hipocresía porque su partido no solo está aliado con una formación negacionista como Vox, sino que en las conversaciones para elegir a su sucesor, una de las condiciones es el “rechazo al Pacto Verde Europeo”.
Eso puede explicar que los eurodiputados españoles del PP se desmarcasen este lunes del resto de sus colegas y solo junto a los de Polonia votasen en contra de los objetivos climáticos pactados por los gobiernos europeos. De esta manera se han situado al lado de los parlamentarios de las extremas derechas italiana y francesa, algo que no debería pasar desapercibido. La misma semana en que se celebra la COP30 en Brasil, cuyo principal objetivo es impulsar medidas contra el cambio climático, el PP de Alberto Núñez Feijóo opta por abrazar la vía negacionista, tal y como le exige Vox. Hay que tener poca decencia para votar así después de haber vivido una dana como la de Valencia.