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Feijóo marcha a la guerra de Gila

Alberto Nuñez Feijóo presenta el programa electoral del PP a las elecciones generales del 23J. EFE/ Javier Lizon

Irene Lozano

6 de julio de 2023 22:48 h

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Es mala cosa arrancar un artículo político citando a Clausewitz, un militar prusiano menos conocido por sus victorias que por un libro de reflexiones: De la guerra. Las notas que había tomado en su época de director de la Academia Militar Prusiana acabaron publicándose en forma de libro. La cita más célebre se conoce mal, como suele ocurrir: “La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios”.

Feijóo lo lee y vive su momento ¡eureka!: en esta guerra voy a hacer una gestión de la política por otros medios que todo el mundo va a flipar con mi visión estratégica. ¡No un sobresueldo, dos me tenían que pagar! Ufano de haber encontrado la solución, decide contarlo a los cuatro vientos. Es el día de la presentación de su programa, está rodeado de los suyos. No hay mejor momento para demostrar su visión, sus cualidades de liderazgo, sus dotes de persuasión. Sin pensarlo mucho, o pensándolo a fondo (no sé qué es peor) afirma que si el PP es el más votado llamará a Pedro Sánchez y después a los barones del PSOE para que convenzan al secretario general del PSOE de que le dejen gobernar a él.

La extravagancia es de primera magnitud, dado que en un sistema parlamentario, lo estipulado es que el día después de las elecciones los diputados electos hablen entre ellos para ver quién puede conformar una mayoría parlamentaria. Esa es la doble vuelta de nuestro sistema. En la primera, votan los ciudadanos; en la segunda, los diputados. Feijóo, en cambio, cree mejor llamar a su adversario para que se rinda. Y Clausewitz se desliza por la pendiente que conduce a la guerra de Gila. En el gag de mi imaginación, es el día después del 23J y Feijóo coge el teléfono con determinación. Frente a él tiene un mapa de España lleno de chinchetas rojas y azules, no quiere equivocarse y acabar llamando a María Guardiola. La chincheta más grande luce sobre Madrid.

- ¿Está Sánchez? Que se ponga.

- Sánchez al aparato.

- Que si me deja gobernar.- le pregunta Feijóo.

- ¿A usted? ¿Y para hacer qué?

- Para derogar el sanchismo, claro, no he dejado de anunciarlo en campaña.

- Pero si el sanchismo soy yo. -diría Pedro Sánchez, más que indignado, muerto de risa. 

- Pues eso, que si quiere usted derogarse a sí mismo votándome. 

- ¿Que yo le elija presidente y luego vote en contra de todas las leyes que hemos aprobado esta legislatura?

- Exacto. -Feijóo se siente comprendido.

- Que derogue leyes como la subida de las pensiones, la del salario mínimo, la de cambio climático, la rebaja del transporte público, que tienen el apoyo de muchos de los votantes del PP… ¿eso quiere? 

- Eso mismo. 

- Pues va a ser que no.

Decepcionado pero inasequible al desaliento, Feijóo continua con sus llamadas:

- ¿Están los barones? Que se pongan.

- García-Page al aparato, dígame.

- Que si me vota usted para derogar al sanchismo.

- Pero si yo no estoy en el Congreso, que soy presidente autonómico. ¿No será mejor que hable usted con diputados para ver si le dan su voto en la investidura?

- Si tú convences a Sánchez me ahorras ese engorro…

- ¿Pero cómo voy a convencer a Sánchez de que se derogue a sí mismo? 

En ese momento algún brillante asesor del líder popular repara en la extraña tercera vuelta que se han inventado. En la primera votan los ciudadanos; en la segunda, un censo selecto de barones socialistas; y ya por fin en la tercera, los diputados elegidos por la ciudadanía. Algo chirría, están distorsionando las reglas, pero si lo han podido hacer en el Poder Judicial, por qué no en el Legislativo, se dicen. Feijóo insiste:

- Que se ponga Ximo Puig.

- Puig al aparato, dígame. 

- Que si quieres que yo gobierne, dile a Pedro que me vote.

- Feijóo, Quo vadis?

- A mí háblame en gallego, que no sé inglés. 

- ¿Que dónde vas? ¿Que cómo te vamos a votar los socialistas?

- Ya, pero hay que derogar el sanchismo, ¿sabes? Es España o Sánchez.

- ¿Pretendes que deroguen los socialistas sus propias políticas realizadas por el bien de España? No te sigo…

- Déjalo, da igual. Que se ponga Fernández Vara.

- Vara al aparato. 

- Vara, querido, ¿tú podrías convencer a Sánchez de que gobierne la lista más votada?

Silencio de sepulcro. 

Feijóo se anima, cree que se lo está pensando. Insiste:

- Vara, ¿estás ahí?

Más silencio. Y al final: pi-pi-pi-pi-pi-pi…

Feijóo sospecha que algo no está saliendo bien. Pide consejo a Rajoy, quien le recomienda olvidarse de Clausewitz y le recuerda una frase cuasi mariana de Yogi Berra, el mítico jugador de baseball: “En teoría no debería haber diferencia entre la teoría y la práctica, pero en la práctica sí la hay. Yo te quiero, Alberto, te quiero”. 

Feijóo ha teorizado sobre la lista más votada, pero no ha practicado. Metidos en arenas baroniles, piensa, quizá hubiera debido llamar a Vara antes que a María Guardiola. En fin, se me ha hecho tarde: que se ponga Abascal. Él debe de tener el contacto de los de Desokupa…

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