Eslóganes y otras falacias
No se me hagan los sorprendidos; ustedes sabían perfectamente que Hacienda no somos todos. Estuvo muy acertada la abogada del Estado recordándolo, por si acaso. Tomarse en serio ese eslogan sería como creer realmente que alguien no puede estar sin Scotch-Brite o que, si usas maquillaje de L'Oreal, es porque tú lo vales.
Los eslóganes no son más que fantasías publicitarias, mentiras eufónicas cuya única finalidad es vendernos un producto. Ni más ni menos. Sirva como ejemplo el de la última campaña del PP, “España en serio”, que se hizo público solo unos días antes de que el ministro del Interior confesara que le ayudaba a aparcar su ángel de la guarda Marcelo.
Juzgar a la infanta Cristina basándose en que “Hacienda somos todos” sería como juzgar al CEO de Red Bull porque, de hecho, su refresco no te da alas. Un consumidor responsable, informado y cuerdo debería saber que ninguna bebida energética te permite volar, que es una falacia con fines meramente comerciales y, por tanto, ya ves tú, legal. No hay responsabilidad penal alguna para la empresa si un chalado se toma una lata y salta por la ventana. Del mismo modo, tal y como sostiene la abogada del Estado, no hay nada punible en el hecho de que la familia real española se pase la ley por el forro de la corona cuando y como le venga en gana. Ellos no son como tú, todo el mundo lo sabe. ¿Te creíste el eslogan? Problema tuyo.
Los grandes prohombres de nuestro país llevan años advirtiéndonos de la necesidad de ser escépticos con los eslóganes. Es el caso del eternamente sabio Jose María Aznar, quien, como respuesta a la frase “No podemos conducir por ti”, espetó: “¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?” Mente preclara.
Confiemos en que la infanta Cristina se libre lo antes posible de la humillación que supone ser considerada una persona normal. Si hay justicia en este mundo, saldrá reforzada de todo el proceso y quién sabe si con un puesto de consejera en alguna multinacional. Just do it.