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Entrevista exclusiva (y falsa) a Fernando Savater

Fernando Savater

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El Defensor del Pueblo cifra en 440.000 las víctimas de abusos sexuales por parte de la Iglesia. Usted no se fía de esos datos. ¿Por qué?

Mire, yo soy un intelectual. Quizás el último de España. Soy la 47ª persona más inteligente del mundo, lo dijo una revista inglesa. Mi pensamiento se basa en los datos, cifras que hábil y sutilmente entretejo como mis intuiciones fruto de años de estudio, dando como resultado un flujo intelectivo que bien haría la sociedad en tomar como faro moral. ¡Cuidado, tienes un niño travelo a la espalda!

¿Qué? ¿Dónde?

¡Ja, ja, ja! ¡Te lo has creído! No me extraña, están por todas partes.

Señor Savater, me gustaría centrarme en los abusos de la iglesia.

Lo que sea con tal de no hablar de la amnistía, ¿eh? ¡Qué bien entrenaditos os tienen, perroflautas!

Volviendo a las cifras del Defensor del Pueblo…

No me interrumpas.

No estaba usted hablando.

Pero estaba pensando y tu voz interfiere en el flujo. ¿Sabes cuántos curas había en este país en los años ochenta?

No.

23.000. Si lo que dice Gabilondo fuese cierto, cada cura se habría tenido que trajinar, de media, a 19,13 niños.

¿Tiene que usar ese lenguaje?

¿Quieres sumergirte en mi locuaz clarividencia o no?

Siga.

19,13. Pero ocurre que los colegios de curas no eran una película de Pasolini. Los Maristas no eran Sodoma, no estaban todos ahí dale que te pego desde los maitines hasta las completas. Digo yo que alguno habría dando clase o rezando o plantando tomates. Hasta los izquierdistas tendréis que aceptar eso, ¿no?

No puedo hablar en nombre de todos los izquierdistas.

Pues llama a Escolar, que él lo hace todos los días. O mejor, llama a Puigdemont. Él es vuestro jefe ahora, ¿no?

Señor Savater, siga, por favor.

Sigo, pero porque quiero, no porque tú me lo digas. Mi independencia intelectual está fuera de toda duda, lo dijo Canal ARTE en un reportaje. Bien, supongamos que la mitad de los curas sabía tener las manos quietas. Coincidirá en que es un cálculo conservador. Eso nos daría 11.500 curas con ganas de juerga y, por ende, 38,26 niños cepillados por cabeza. Pero, ¿qué pasa? Que tampoco podemos fiarnos de estas cifras. Pregúntame por qué.

¿Por qué?

Porque los estudios que se han hecho en otros países, [cita requerida], estiman el porcentaje de curas abusadores entre el 4% y el 7% del total. Quedémonos a mitad de camino, pongamos que es del 5,5%. Si fuera así, los datos del Defensor del Pueblo supondrían que cada cura jaranero se pasó por la piedra a 347 niños de media. ¡347! ¿Qué locura de vida sexual es esa? ¡No les habría quedado tiempo ni para dar misa!

Con el debido respeto, señor Savater, tengo la sensación de que trivializa usted con un tema tan grave.

Es que, vamos a ver, un revolcón tampoco es el fin del mundo.

Pero no hablamos de un revolcón. Hablamos de abusos sexuales a niños. Hablamos de gente que se ha quedado profundamente traumatizada.

No niego que alguien se haya podido quedar turuleta porque el padre Tadeo o el que fuese le tocó la colita en clase de guitarra. También te digo que, si a los cincuenta años sigues ahí atrapado, que si me tocaron el pito, que si no sé qué… pues hombre, a lo mejor el problema es tuyo por no saber llenar tus horas de ocio. ¡Piensa en otra cosa! ¡Hazte cinéfilo, pinta maquetas, qué sé yo! Que todos tenemos problemas, ¿eh? Yo, sin ir más lejos, siempre he sido bizco. ¿Usted sabe lo que es afrontar la adolescencia con estrabismo?

A propósito de eso, usted asegura que ningún cura abusó de usted porque era feo.

Es bien sabido que la gente guapa se mete en más problemas. Pero, en fin, no se puede tener todo. Si has sido bendecido con la belleza, pues, compadre, te toca apechugar con el cura. Te sonríe la genética y te jode Dios. Tablas.

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