Lo que oculta el chiste de la Yihad

Yo no sé si las redes están infestadas de yihadistas, yo no he conocido a ninguno. Tampoco sé si los yihadistas en cuestión tienen tales poderes mágicos que son capaces mediante un tuit de introducirse en la mente de dos militantes del PP de León hasta conseguir que maten a una alto cargo del mismo partido. A estas alturas tengo miedo de todo, incluso de llegar a creerme yo misma una peligrosa miembra de la Yihad. Nunca se sabe lo que pueden hacer con tu mente esos peligrosos terroristas.

Lo que sí sé es que todo esto de Twitter y la Yihad nos ha impedido dedicarnos a comentar lo que este crimen ha dejado al descubierto y que no es otra cosa que los entresijos del poder de los partidos, del PP en este caso, en las provincias que gobiernan. Los portavoces del régimen han salido en tromba para que con la distracción de la Yihad no viéramos lo que había debajo, lo que había debajo de la asesinada y de la asesina. Lo que ha quedado al descubierto es la manera en la que los califas de los partidos (en este caso del PP) asientan sus reales posaderas en las instituciones provinciales -supuestamente democráticas y convierten a estas en sus particulares califatos: manejando y comprando vidas, almas, instituciones, votos… Y lo que se les ponga por delante.

Una persona que no soportó verse expulsada del paraíso, turbiamente enfrentada y parece que perseguida después por la real arbitrariedad de una dirigente de su propio partido de la que los medios nos han informado que tenía modos de cacique, ha puesto al descubierto que los políticos se instalan en las instituciones provinciales exactamente igual que si se instalaran en un chalet recién comprado y, desde allí, se permiten poner y quitar a las personas en los cargos públicos, en los puestos de trabajo, en las instituciones públicas, en las empresas…como si se tratara de poner y quitar al personal del servicio. Y desde allí manejan sus partidos –supuestamente democráticos también- como si se tratara de clanes mafiosos en los que ni siquiera la adhesión incondicional al líder puede librarte de sus caprichos arbitrarios. Ser militante de un partido en una provincia te puede dar trabajo, poder, dinero, encargos, contratos, y buena vida…pero por la misma razón todo eso se te puede retirar de un día para otro, según el humor del dirigente de turno. Al parecer, la asesina de Isabel Carrasco no pudo con que todo eso le fuera negado a su hija después de haber disfrutado de los favores de la dirigente provincial. Todo suena un poco demasiado a venganzas de la camorra.

En España no triunfaría la mafia porque antes de poder instalarse tendría que desalojar a muchos presidentes de diputación, presidentes de partido, cargos políticos y públicos en general de sus dominios o, al menos, pactar con ellos. Si aquí llegara una organización criminal como las que en Italia resultan indistinguibles de partidos e instituciones, sobre todo en algunas regiones, lo tendría difícil. Tendría muy difícil desalojar a mucha de esta gente de sus sillones y tendría también difícil ofrecer más prebendas de las que estos cargos con poder inmenso puede ofrecer a sus redes clientelares. No deja de ser significativa –y muy deprimente- la imagen de toda la plana mayor de este país, vestida de riguroso luto y profundamente compungida, Zapatero incluido, acudiendo al entierro de Isabel Carrasco. Es significativa porque esta señora estaba muy lejos de ser ejemplar en ningún aspecto relacionado con la democracia o la cosa pública y sin embargo ha sido despedida por los supuestos demócratas como si lo fuera, como si este fuera el tipo de líderes, de políticos, al que tuviéramos que acostumbrarnos y que tuviéramos que respetar y que admirar. Una mujer que parece que usó el poder político sin ningún tipo de control democrático, ni siquiera decencia pública, que manejó las instituciones públicas como si fueran suyas; que utilizaba los cargos institucionales para comprar voluntades, los puestos públicos para meter amigos y para despedirlos cuando se le antojaba, que manipulaba lo que hubiera que manipular y que se permitía, al parecer, incluso expulsar del partido a quien osara enfrentarse a ella; una mujer que tomó todo tipo de decisiones arbitrarias e injustas y que transformó el poder que manejaba, supuestamente democrático y pagado con dinero público, en un poder absoluto, personalista y ejercido con maneras nada ejemplares.

¿Eso justifica que la asesinaran? No, claro que no, tuvo mala suerte, dio con una desequilibrada. Pero esa es otra cuestión y nosotros, la ciudadanía, tenemos todo el derecho a criticar duramente todo este engranaje mafioso que se paga con dinero público, a exigir explicaciones por esos comportamientos y a preguntarnos para qué sirven todas estas instituciones opacas, caras y que no tienen otra finalidad, al parecer, que la de repartir cuotas de poder y pagar favores. Finalmente también tenemos derecho a ilusionarnos y a imaginar otro modo de hacer política.

El primer adjetivo que Rajoy utilizó para definirla fue el de “competente”. Desde luego, no me cabe duda de que esta mujer era extremadamente competente en lo suyo. Lo cierto es que este es el país que tenemos, estas son sus instituciones, estos son sus políticos, y estos son los métodos y maneras que emplean para gobernar. Así se instalan en los sitios que gobiernan y así utilizan el poder que les damos y lo hacen porque no hay controles de ningún tipo y porque no hay tampoco interés en levantar toda la porquería. No me engaño con estos y no me engaño con los otros, puesto que estoy convencida de que, en esto como en tantas cosas, hay un pacto de no agresión entre PP y PSOE en lo fundamental; está a la vista en este caso, se protegen.

Hoy, cuando escribo esto, es 15 de mayo, el tercer aniversario del 15M; y estos políticos nos representan cada vez menos. Ninguno de ellos, ni nadie, merece ser objeto de ningún tipo de violencia, pero muchos de ellos merecen ser expulsados por las urnas. Y creo que hay esperanzas. Están asustados o de otra manera no sacarían ahora a pasear a la Yihad. Lo hacen para que no nos demos cuenta de que, en realidad, son ellos los que dinamitan, metafóricamente hablando, esta democracia.

Este es mi último artículo antes de las elecciones del 25 de mayo. Es una oportunidad única para romper con el bipartidismo que sostiene este régimen podrido. Voy a votar a Podemos porque no soporto más este estado de cosas y creo que no deberíamos soportarlo un solo día más. Estas elecciones son una ocasión única para abrir caminos pacíficos y democráticos pero que hablen el lenguaje de la ruptura y no el de la continuidad de lo que ya conocemos: el expolio de derechos y vidas en su propio beneficio. No votes a ninguno de los que ya han demostrado que no gobiernan para la gente y sí para los poderosos y para sus propios intereses. No tenemos por qué soportar que nos llamen terroristas los mismos que roban, defraudan, expolian, gobiernan antidemocráticamente y mienten. Hay que echarlos y las urnas están para eso.