Las primarias como síntoma…
Los tiempos han cambiado. Nos ha cambiado la tecnología y también la crisis. Y hemos llegado a un punto en el que es imposible representar la sociedad del siglo XXI con herramientas del siglo XX. Las empresas, las organizaciones de todo tipo, los movimientos sociales, las causas, etc., tienen otra manera de conectar y conectarse. La sociedad, la del futuro, funciona ya con otros parámetros: el 15M, el crowdfounding, el coworking, la economía del bien común, la banca ética, etc., nos muestran una sociedad que funciona con soberanía compartida, con la legitimidad, la deliberación común y, por lo tanto, con el reconocimiento de los demás.
Hay una excepción clamorosa: los partidos políticos. En este esquema, las organizaciones políticas no pueden permanecer cerradas. No pueden representar a esta sociedad con organizaciones jerárquicas y verticales que les dicen a los ciudadanos qué hay en el menú y quién lo cocina.
La enfermedad es bastante grave. La combinación, por un lado, de un mal ejercicio de la representación política por parte de los partidos políticos y, por otro, de las enormes posibilidades técnicas y políticas que ofrecen –sobre todo, las nuevas tecnologías– hacen que los mecanismos de la democracia representativa resulten ya en muchas ocasiones ineficaces e ineficientes.
¿Solucionan las primarias la grave crisis de legitimidad de los partidos políticos? La respuesta es no, claro. Esperar que las primarias (abiertas o no) por sí mismas hagan que los partidos vuelvan a conectar con la ciudadanía es ingenuo y falso.
Independientemente de las resistencias, todo el mundo sabe que hay otro funcionamiento institucional posible y deseable. También en el caso de los partidos políticos, por mucho que parezca que no existe esa reflexión todavía, y esto independientemente del espectro ideológico al que digan representar.
Ante una demanda de apertura cada vez más unánime, más prevenciones se ponen por parte de aquellos que han hecho del aparato del partido (no, de la política) su modo de vida. Sin embargo, es un proceso ya imparable por una razón fundamental: la política, la de verdad, está fuera de los partidos y de las instituciones y reclama su espacio. Los proyectos, las ideas y los candidatos ya están en la sociedad. Los partidos ya no tienen el monopolio de la representación. Ciudadanos y ciudadanas que no nos resignamos a votar sólo cada cuatro años, a recibir un libro de recetas con el título “Programa electoral”, a esperar que pase la mala hora a ver si en la siguiente elección el partido nos pone alguien que nos guste más.
Evidentemente que las primarias (abiertas o no) no son el remedio a todos los males, pero es un paso imprescindible, la señal de que como organizaciones políticas dejamos de hablar y escuchamos, de que vamos al encuentro de la crítica, de la propuesta. En Equo hace tiempo que dejamos de estar instalados en la zona de confort de los partidos. Por eso, volvemos a hacer unas primarias abiertas y te animamos a que participes y seas parte del cambio.