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La rabieta suiza de García-Castellón

Imagen de archivo del juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón. EFE/Sergio Pérez

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Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.

Benjamín Franklin

Menuda pataleta le ha dado a García Castellón, una rabieta de no te menees. No sabe si está más fastidiado por el truco de Bolaños de mandarle la respuesta a sus requerimientos “delulu” mes y medio después y tras filtrarse el contenido a la prensa o si le da más coraje que a los suizos la farsa española no les convenza como género. El caso es que, para lo primero, ha abierto un procedimiento separado y secreto que pretende averiguar quién filtró la respuesta suiza a su comisión rogatoria y acusarlo por ello de revelación de secretos. Así, a las bravas, por un delito que no es competencia de la Audiencia Nacional y que él se arroga. Y, vamos, que si tiene que imputar a medio Ministerio de Justicia, lo imputa, porque él, don Manolo, por supuesto jamás filtra nada, ni el café antes de hacerlo.

Más allá de cómo le llegó y de enterarse el último –lo que, la verdad, jode mucho– está el contenido. La respuesta firmada por Guillaume Rousseau, de la Oficina Federal de Justicia de la Confederación Helvética. ¡Bueno, cómo se ha puesto el juez! No es ni recomendable, a un paso de los 72 años, inflamarse de tal manera y demostrarlo. Recuerden que el bueno de Rousseau se limitaba a reiterar lo que ya le contestó en 2020, a saber y condensando, que los hechos a que se refiere son “desobediencia civil contra el poder central español” y que eso es un delito político que Suiza no puede considerar, por su legislación y por los tratados. Del mismo modo que, por mucho que para sus mientes sea un delito de terrorismo, tales actos no lo son en el Código Penal Suizo, por lo que le dicen de nuevo que pasan, que eso no está en el convenio. 

Es cierto que, además, manifiestan saber por la prensa que se cuece una amnistía y solicitan que se les informe de su alcance. Literalmente: “Nous saurions gré á votre Ministére et/ou á la Cour céntral d’instruction n°6 de nous en dire plus á ce sujet”. ¡La perra que ha cogido con eso el juez después de oír a sus locutores de cabecera y leer a los de siempre! “La petición de explicación resulta inadmisible”, clama, curiosamente con un argumento mimético al de los medios. Indignado está de que los suizos de las narices le pidan información sobre una ley que aún no existe, a él, a un magistrado del poder separado e independiente.

Es una pena que habiendo sido enlace en Francia, con semi residencia en Madrid según se comentaba, no haya leído bien “a su ministerio y/o al juzgado”. No se ofusque el de las puñetas, que el suizo dice a quien corresponda, oiga, pero infórmenme. En vez de eso le suelta a los suizos en el auto “en España, como en el resto de democracias de la UE con quien se comparten los valores democráticos primarios, el poder judicial está separado del ejecutivo”, como si Suiza fuera a recibir educación democrática de un magistrado español que empezó a ejercer cuando aún no teníamos Constitución y como si un señor helvético apellidado Rousseau lo necesitara.

En el auto no es que García Castellón respire por la herida, es que sangra, supura más bien. “Este magistrado ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en el ámbito de la cooperación internacional”, llega a escribir con la pataleta. ¡Oiga, Rousseau!, ¡quién se han creído que son los suizos!, ¿tal vez alemanes o belgas? Resulta que él, El Juez, les había pedido una reunión de coordinación, reiteradamente, pero que si quieres arroz Catalina, que no le han convocado para tal encuentro explicativo, “circunstancia que es particularmente extraña”. ¿Qué sospecha el juez central? ¿Qué oscuros motivos se cuecen detrás de esa desafección de unos señores que funcionan como un reloj?

Lo de que Suiza no coopera con delitos políticos y lo de que una desobediencia civil contra el poder central español es en su ordenamiento jurídico tal cosa se lo ha tomado todavía peor. Vayan a saber por qué ha leído “político” y se ha escocido, tal cual le hubieran dicho que su empecinamiento en el terrorismo es político. No es eso lo que los suizos le dicen. ¡Qué suspicaz! Tanto que en el auto les espeta: “Podríamos pensar que el sesgo político mas bien atiende a la voluntad del responsable que recibe esa comunicación”. ¡Pobre Guillaume! Esas insinuaciones de que la Oficina Federal de Justicia llamada a filtrar los requerimientos de cooperación es política y además política anti garciacastellonense o anti patriotaespañol o anti no se sabe. Como si no se dijera en el convenio que a sus efectos, OFJ tiene consideración de autoridad judicial. 

Suizos, malos. Alemanes, malos. Belgas, aun peores. 

Más allá de la respuesta a los helvéticos, que menos mal que son neutrales y gente tranquila que vive respirando aire puro y conduciendo en las autopistas a 120 aun en Maserati, García Castellón se ha venido arriba y, tirando de sus cabeceras de cabecera, ha dictado una providencia. Una providencia no es una resolución sino una especie de impulso procesal o de ordenación del procedimiento. Pues bien, como quiera que en el desayuno o fuera de él ha visto que los medios tenían el contenido del informe interno que el fiscal de Sala del Tribunal Supremo, el indomable Fidel Cadena ha hecho sobre aquella junta en la que por mayoría votaron que lo de Tsunami era terrorismo a requerimiento de su jefa, para que esta emita su informe oficial a la Sala Segunda, pues oye, se ha venido arriba y les ha pedido ese supuesto documento. Recapitulo: que le pide a la Fiscalía del Tribunal Supremo un supuesto documento interno, redactado por un fiscal a instancias de su superior, para mandarlo a Suiza. Inaudito. ¡Ah, qué agudo, que el informe fiscal que obra en sus actuaciones dice que no es terrorismo pero que ese borrador o lo que sea dice que sí, aunque es harto posible que el informe fiscal vuelva a decir que no! Así que les pretende mandar a los suizos el documento interno que dice lo que le interesa. ¡Pues bueno es él!

La cuestión es que tal documento no existe. Eso que han publicado los medios es un papel sin ninguna firma y, por lo tanto, ni se le puede atribuir a nadie ni existe realmente como tal documento. Eso le responderá amablemente, siempre amablemente, la Fiscalía del Supremo que, por supuesto, no enviará tal cosa a Suiza. 

La lectura de la pataleta de García-Castellón es bastante ilustrativa. Le pica lo de político. Le sulfura intuir en la respuesta que su requerimiento tiene “un pretendido trasfondo político”. Se aferra a la facción indomable del Tribunal Supremo, aunque sea con una filtración que ha visto en la prensa, él que tanto persigue las filtraciones. No sé calcular hasta dónde les va a llevar a las togas este afán por impedir que Puigdemont se salga con la suya. Para mí que sus colegas de media Europa ya les miran con cierta mueca por esta cruzada del terrorismo catalán y lo malo es que no sé si el menoscabo es sólo suyo, del sistema judicial español o de todo este país que debe parecerles un tremendo sainete. 

Chincha rabiña, que seguro que en su infancia lo oyó más de una vez.  

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