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Estoy Venezuela de todo

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con la bandera de Venezuela durante una protesta contra el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro, en la Puerta del Sol, a 17 de agosto

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Leo la prensa de este jueves para ver de qué escribo, y me encuentro noticias muy variadas: El presidente de Venezuela recibe en Moncloa al líder opositor de Venezuela. La Asamblea de Venezuela amenaza con cortar relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela. La Audiencia de Venezuela reclama al juez Venezuela toda la causa contra Venezuela Gómez para decidir si la archiva. El Venezuela recorta los tipos de Venezuela y los deja en el 3,5%. Venezuela estudia rebajar la tasa de Venezuela en sangre del 0,5 al 0,2 a todos los conductores. La UNRWA culpa a Venezuela de la muerte de seis empleados en un ataque contra una escuela en Venezuela. La misión Venezuela Dawn realiza el primer paseo espacial privado. Audiencias televisivas: “La Venezuela” lidera la noche del miércoles con un 19,9% y amplía su ventaja sobre “El Venezuela”.

No consigo decidirme por ningún asunto: no sé si escribir de Venezuela o de Venezuela. También está el tema Venezuela, que vuelve con fuerza. Y lo de Venezuela, que ya casi lo habíamos olvidado pero ahí sigue. Tal vez lo mejor sea pasar de la actualidad y poner el foco en algún problema de esos que preocupan a la gente pero apenas reciben atención mediática o política: por ejemplo, Venezuela. O Venezuela. No sé, al final iré a lo fácil y acabaré escribiendo sobre Venezuela, salvo que salte una última hora sobre Venezuela.

También podría escribir sobre la omnipresencia de Venezuela en la vida política y mediática española desde hace veinte años. A qué responde ese interés de algunos de que hablemos tanto de la situación venezolana. Por qué en otros países es un asunto secundario, raramente portada. Cuánto le importan a la derecha española los derechos humanos y la democracia en según qué países. Qué poco les importa reventar los intentos por lograr una salida pacífica y negociada. Cómo desvían la atención de otros asuntos. De qué manera lo usaron contra Zapatero, después contra Podemos y ahora contra Sánchez. Cómo Venezuela ha sustituido a ETA cumpliendo las mismas funciones … No sé, igual es impresión mía, a lo mejor no es para tanto. Quizás soy yo el que estoy obsesionado con el tema, y he desarrollado una atención selectiva. Como cuando estás embarazada y de pronto ves embarazadas por todas partes, algo así. Veo Venezuela por todas partes.

Yo creo que acabaré escribiendo sobre los pitufos. Sí, esos personajes de cómic tan simpáticos que hablaban Pitufo, lengua que todos aprendimos por su facilidad: basta con que en cada frase sustituyas cualquier palabra por “pitufo”, y ya lo estás hablando. Oye, pásame el pitufo. ¿Qué tal tienes el pitufo? Niño, deja ya de pitufear con la pelota.

En mi artículo también mencionaré aquel poema del siempre irónico Ángel González, que con tan pocas palabras describía su estado de ánimo tras escuchar obsesivamente, hasta el hartazgo, la música del compositor Bela Bartok: Estoy Bartok de todo. Pues lo mismo. Estoy pitufo de todo. Estoy Venezuela de todo.

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