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Un año después de aprobar la Constitución, Nepal sigue sin pasar página

EFE

Katmandú —

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Un año después de que Nepal aprobara la largamente esperada Constitución, el país del Himalaya sigue enredado con la Carta Magna, un texto que los partidos negocian enmendar y que no ha traído la tan ansiada tranquilidad al país.

Los nepalíes pensaban que con la ratificación de la Constitución, tras ocho años de pelea política, el país dejaría atrás una etapa que se cerró con el final de la guerra contra los maoístas en 2006 y la última monarquía hinduista en 2008.

Por ello aguardaron con paciencia a que el Parlamento lograra cerrar un acuerdo finalmente aprobado el tercer día del mes de Aswin del calendario nepalí, que en el almanaque gregoriano se correspondió con el 20 de septiembre en 2015 y este año con el día de hoy.

Sin embargo, la paz no llegó, sino todo lo contrario.

La minoría madeshi de la región del Terai, el cinturón industrial del sur del país que hace frontera y está íntimamente vinculado con la India, no está de acuerdo con el reparto administrativo contemplado en el texto.

Habitantes de esa zona extraordinariamente permeable con la India y con gran parte de población mixta quieren que sean suyas dos de las siete provincias que prevé la Constitución en lugar de una como ahora contempla, para no dejar de controlar el monopolio de las importaciones y exportaciones del país.

El comercio de Nepal, una pequeña nación montañosa de difícil acceso y rodeada por los dos grandes gigantes asiáticos, se limita principalmente al intercambio mercantil con la India a través de su frontera sur.

Apenas aprobada la Constitución, los partidos del Terai iniciaron un bloqueo a esa frontera, que duró cinco meses y derivó en escasez de alimentos, medicinas y combustible, y la muerte de 55 personas.

Por ello, para los grupos madhesis, la celebración del aniversario de la aprobación de la Constitución es un “día negro”.

“A pesar de nuestra protesta durante un año, el Gobierno no ha dado pasos concretos para acceder a nuestras demandas, una gran parte del país todavía se siente discriminada por la Constitución”, dijo a Efe Laxman Lal Karna, copresidente del madhesi Partido Sadbhawana.

Además de lograr dos provincias para su grupo étnico, buscan también que los nepalíes nacionalizados puedan liderar funciones del Ejército y la Policía y ser jefes de Estado.

Actualmente pueden ser parte del Gobierno y del Parlamento, pero no dirigir órgano oficial alguno.

Con el 51 % de la población y el 47 % de los escaños, los madhesis quieren también que la representación electoral sea proporcional a la población representada, algo que, no obstante, perjudicaría a las zonas remotas y menos habitadas del país.

“Tiene que haber una reserva del 51 % igual al tamaño de la población”, indicó a Efe Rukmini Chaudhary Chairperson, del partido Sanghiya Loktantrik Manch.

Aunque los partidos madhesi argumentan en este sentido una supuesta discriminación, Bhimarjun Acharya, un experto jurista en la Corte Suprema, afirma que la Constitución garantiza reservas para las diferentes comunidades, incluyendo a los Terai, en todos los cuerpos de Gobierno, además de establecer mecanismos para asegurar representación de todas ellas incluso en el Parlamento.

“Sin duda es la Constitución más abierta y flexible del Sur de Asia”, indicó a Efe.

También los dos mayores partidos del país, el Partido Comunista de Nepal CPN-UML (marxista-leninista) y el Partido del Congreso Nepalí (CNP, se oponen a estas demandas secundarias de los madhesis.

“Estamos dispuestos a revisar las divisiones, pero no completamente como quieren los partidos madeshi”, indicó a Efe el portavoz del UML Yogesh Bhattarai, para quien “permitir a los ciudadanos naturalizados liderar órganos cruciales de Gobierno no es aceptable”.

A principios de agosto, cansados de que sus demandas no fuesen atajadas, los partidos del Terai decidieron respaldar a Pushpa Kamal Dahal, del Partido Comunista Unificado (UCPN, maoísta), como primer ministro en sustitución de Sharma Oli (del CPN-UML).

Oli tuvo el honor de ser el primer gobernante tras la aprobación de la Constitución y la desgracia de apenas hacerlo durante diez meses.

Ahora amenazan con retirarle ese apoyo también a Dahal, si el exlíder guerrillero maoísta no cumple con sus aspiraciones.

“Estamos tratando de llegar a un punto de encuentro ya que todas las demandas de los partidos agitadores no pueden ser alcanzadas”, dijo a Efe el dirigente maoísta Barsha Man Pun.

Pero la presión de los partidos madeshi sobre la Constitución sigue tan viva que Dahal ha debido suspender su viaje a Nueva York para participar en su primera, y tal vez última, Asamblea General de la ONU.

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