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Feijóo rescata dos décadas después la estrategia de Rajoy: oposición en la calle empujado por los ultras

El líder del PP, Alberto  Núñez Feijóo, y el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se saludan en el acto contra la amnistía en la Plaza de Felipe II de Madrid.

Aitor Riveiro

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Junio de 2005. Salamanca bulle. Miles de personas se manifiestan contra la decisión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de devolver parte de los documentos del Archivo General de la Guerra Civil a sus legítimos dueños. Su pecado: ser catalanes y haber sufrido el expolio franquista. El PP de Mariano Rajoy, en la oposición tras un descalabro electoral imprevisto, no solo alentó aquella movilización y fletó autobuses desde toda España a la ciudad universitaria. Le sirvió como primera experiencia para una legislatura en la que la derecha española mostró en la calle toda su frustración ante el poder perdido.

Casi dos décadas después, el PP vive una situación similar a la de entonces. A diferencia de Rajoy en 2004, Alberto Núñez Feijóo ganó las elecciones del pasado 23 de julio. Pero ha sido incapaz de armar una mayoría para gobernar. Y aunque Pedro Sánchez no tiene todavía confirmados los apoyos necesarios, todo indica que los obtendrá. O ese cálculo hacen en la derecha española, que se prepara para reeditar una estrategia de oposición dura y con notable presencia en la calle.

La primera muestra se produjo incluso antes de la fallida investidura de Feijóo. El PP sacó a decenas de miles de personas en Madrid para protestar de forma preventiva contra la amnistía que negocia Sánchez. Un acto al que, más que para apoyar a su candidato, destinado a perder, se llenó de gritos y mensajes contra el secretario general del PSOE. Pero no solo, también contra la izquierda en general, contra una posible reedición del Gobierno de coalición, e incluso contra los medios de comunicación presentes, que fueron objeto de gritos y abucheos.

El acto de Felipe II se anunció en plena revuelta de la derecha contra las negociaciones con ERC y Junts. El líder espiritual de aquella semana de declaraciones altisonantes fue el expresidente José María Aznar, quien suele reiterar su constante apoyo a Feijóo, bien en primera persona o a través de los boletines de FAES, pero que no pierde ocasión de estirar al líder del PP hacia la derecha.

Cuenta para ello con la inestimable ayuda de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien ha usado un lenguaje expresamente guerracivilista en el inicio del curso político, cuando habló de “un combate como en el siglo XX” en un mitin al que Feijóo asistió impasible en primera fila.

Aznar y Ayuso han aparecido como quienes marcaron el camino de Feijóo hasta la protesta de Madrid de hace dos semanas, y la de Barcelona de este domingo. Convocada por Sociedad Civil Catalana, el PP esperó a la doble derrota de su candidato en el Congreso para confirmar que asistirá a una manifestación agitada por el propio expresidente, por la 'lideresa' madrileña y por Vox.

Feijóo fue el último en anunciar su asistencia, bien por dudar de la conveniencia de esa primera fotografía en la calle con el líder de la extrema derecha, Santiago Abascal, bien por el cálculo táctico de no ensombrecer su investidura. 

Rajoy, del brazo de la AVT y de Rouco

Hace dos décadas, Rajoy también tenía una pátina de moderación que intentó explotar electoralmente. Pero su primera dirección tras perder las elecciones estaba dominada por un sector del PP que no escondía sus visiones ultras. 

Dos ejemplos. El secretario general fue Ángel Acebes, un legionario de cristo que ocupaba el Ministerio del Interior cuando se produjo el atentado del 11M, cuya gestión destrozó las opciones de Rajoy de gobernar. Y el portavoz parlamentario entonces, Eduardo Zaplana, voz del Ejecutivo en esas mismas fechas de marzo de 2004, plagadas de mentiras e intentos de utilizar políticamente los ataques terroristas contra los trenes de Cercanías en Madrid.

Rajoy lideró aquel PP que hizo de la calle su única opción real de oposición, después de bautizar despectivamente como “pancartero” al Zapatero del 2000 al 2004.

Tras la manifestación de Salamanca, donde los militantes trasladados en autobuses desde toda España insultaban a los funcionarios que sacaron, de madrugada, los documentos del archivo y a los policías nacionales que los tuvieron que custodiar, vinieron más.

El PP, junto al Foro de la Familia del ultra Benigno Blanco y la Conferencia Episcopal del también ultra Antonio María Rouco Varela, protagonizó una durísima ofensiva contra la ley de matrimonio igualitario que sacó en muchas ocasiones a cientos de miles de personas a la calle contra la “aberración” de que dos hombres, o dos mujeres, pudieran casarse con los mismos derechos que una pareja heterosexual.

Fue una ley pionera y el Gobierno de Zapatero aguantó el embate, con la radio de la Iglesia y su locutor estrella, Federico Jiménez Losantos, al frente de una entente mediática que no tuvo reparos en atacar personalmente al presidente y a su familia, incluidas sus dos hijas menores de edad.

Hoy, el PP de Feijóo no solo defiende esa ley y los derechos que se alcanzaron con ella, sino que coquetea con los intentos de apropiarse de una norma que no solo no quisieron, sino contra la que plantearon una batalla sin cuartel.

Otra dura campaña se dirigió contra la negociación del Gobierno con ETA. La correa de transmisión, la AVT que lideraba Francisco José Alcaraz, hoy diputado de Vox. El PP puso en esta protesta toda su potencia de tiro. Si de las otras solía ausentarse Rajoy, de estas, no. La crudeza de los cánticos contra Zapatero y el Gobierno, las acusaciones de entreguismo a ETA, quedaron para siempre fijados en una derecha que aún hoy, varios lustros después, lanza las mismas acusaciones contra la izquierda.

Y todo, pese a que Mariano Rajoy fue ministro de un Gobierno que negoció con ETA tras el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Y todo, pese a que fue con el Gobierno de Zapatero con el que se consiguió la derrota definitiva del terrorismo separatista vasco y la disolución de ETA.

Feijóo, arropado por el PP

El líder del PP acudirá así este domingo a la marcha convocada por SCC en Barcelona. Y lo hará, como ocurría hace dos décadas, acompañado de todo el partido. O de casi todo. 

La primera en anunciar su asistencia fue Ayuso, quien acudirá junto a todo su equipo de Gobierno. El resto de barones también secundarán la manifestación, salvo el castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, y el gallego. Alfonso Rueda. Este último ha convocado el debate de política general de su Autonomía para un día después, el 9 de octubre.

Rueda emula así precisamente a Feijóo, quien en 2019 intentó librarse de la primera foto de Colón. No pudo, pero sí evitó la reedición de Colón en 2021, cuando el poder interno de Pablo Casado era ya menguante. Tanto, que medio año después el gallego ocupaba el despacho de la planta noble de la sede nacional, en la madrileña calle de Génova.

También asistirá el 8 de octubre la plana mayor de la dirección del PP. La secretaria general, Cuca Gamarra, el coordinador general, Elías Bendodo, y todos los vicesecretarios.

La cita llega en plena tormenta interna en el PP, que bulle con los cambios anunciados por el propio Feijóo tanto en la dirección del partido como en los grupos parlamentarios. Ahora mismo, todo es provisional: tanto la portavoz del Congreso, Cuca Gamarra, como el del Senado, Javier Arenas, o los miembros de la ‘ejecutiva’ que le acompañan, con alguna incorporación, desde abril de 2022.

Feijóo ha dado por hecho que habrá “ajustes”, y ha evitado confirmar a nadie en su puesto. Está claro que Arenas no será portavoz en la Cámara Alta: su nombramiento ya fue anunciado como temporal hasta que se supiera si hay Gobierno y de quién. Sobre Gamarra, en conversación informal con los periodistas esta misma semana, el presidente del PP evitó señalar si seguirá o no (“está delante”, llegó a decir). 

El líder del PP hizo unas listas electorales para gobernar. Fichó a algunos miembros del Gobierno gallego, colocó a su equipo e introdujo a nombres de un perfil más técnico que político. Pero la realidad es que el PP no va a gobernar, salvo que haya una repetición electoral. Y en caso de ir a la oposición, como así parece, la labor es bien diferente a cuando se tiene el poder.

Feijóo oculta la composición de su nuevo equipo. Las quinielas, variadas, responden a sospechas o inquinas internas. Solo cuando se confirme la investidura de Pedro Sánchez se conocerá la verdad, así como el peso que exigen en la reforma los barones territoriales, auténticos poseedores de todo el poder del PP.

El domingo se comprobará el estado de ánimo de la derecha por las negociaciones con los independentistas, y se podrá atisbar qué tipo de oposición planea Feijóo. Vox ya le ha puesto un cebo: ha convocado, a través de Denaes, una concentración en la Plaza de Colón. Denaes es la fundación que convocó en 2019 y 2021 las concentraciones contra la negociación con ERC. Y Abascal fue su presidente.

Un dato que no se le escapa al PP: Gamarra evitó este jueves en el Congreso anunciar qué hará el PP, o Feijóo, con esa convocatoria del 29 de octubre, pero dejó entrever que no tienen intención de secundarla al considerarla “de partido”, como la suya de Felipe II. Pero la decisión no se ha comunicado definitivamente.

Feijóo tiene a Rajoy como uno de sus referentes políticos. El expresidente del Gobierno asumió la oposición dura, callejera, entre 2004 y 2008, cuando perdió sus segundas elecciones contra Zapatero. Después, remodeló su dirección, cambió a los más ultras y asumió otro perfil. En 2011 logró la mayoría absoluta.

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