Es un monumento requeté, inaugurado por el dictador Francisco Franco en 1952 convertido en un lugar de exaltación del legado franquista. Un lugar que exalta a los caídos franquistas y glorifica a los generales Mola y Sanjurjo, donde fueron enterrados en 1961 –y desenterrados en 2016–. Escribe Andrés Gil.
El monumento, por su considerable tamaño, está muy presente en la ciudad, y es un símbolo de la memoria franquista mantenido por una hermandad de requetés creada en 1939 por el obispo de Pamplona.
Y sobre ello querían hacer un documental Clemente Bernad y Carolina Martínez, pero se toparon con la hermandad franquista que durante décadas ha celebrado una misa el 19 de cada mes para conmemorar el golpe contra la República en Pamplona, que no se dio el 18 de julio de 1936, sino 24 horas después.