La pobreza y las carencias detonan el extremismo en los jóvenes africanos

Las carencias, la marginación y una gobernanza deficiente son las principales causas que llevan a los africanos jóvenes al extremismo violento, según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentado hoy.

“Este estudio hace saltar las alarmas sobre el hecho de que, en tanto que región, la vulnerabilidad de África ante el extremismo violento está aumentando”, informó el director del PNUD en África, Abdoulaye Mar Dieye.

A lo largo de dos años, los investigadores del organismo entrevistaron a 495 reclutas voluntarios de organizaciones extremistas como Al-Shabaab y Boko Haram para analizar los incentivos y ejes de esta lacra.

En “Viaje hacia el extremismo en África: motores, incentivos y punto detonante del reclutamiento”, el PNUD calcula que entre 2011 y 2016, el extremismo violento en África ha causado 33.300 muertes y desplazamientos generalizados.

El informe analiza la dinámica del proceso de reclutamiento y los factores que hacen inclinarse por el extremismo a algunas personas, mientras que la gran mayoría no lo hacen.

Para ello, se preguntó a los sujetos sobre su entorno familiar, ideologías religiosas, factores económicos, sobre el Estado y su ciudadanía y, finalmente, el “punto detonante para unirse a un grupo.

Según el PNUD, una de las conclusiones más notables es que el 71 % de los reclutas entrevistados consideraron algunos tipos de acciones del gobierno como detonante para unirse a un grupo terrorista.

Las acciones que mencionaron con más frecuencia fueron el asesinato o el arresto de un miembro de la familia o de un amigo.

Otro de los hallazgos es que las personas que se unen a los grupos extremistas tienden a tener niveles inferiores de educación religiosa o formal y una menor comprensión del significado de los textos religiosos.

Más de la mitad de los entrevistados eligió la religión como una razón para unirse a grupos extremistas, pero el 57 % de ellos también admitió tener una comprensión limitada de los textos religiosos, o ninguna en absoluto.

La ONU considera que si los años de educación religiosa “superan a la media”, los individuos cuentan con una fuente de “resiliencia”, una tesis que “desafía” la retórica islamófoba de los últimos tiempos.

Fomentar un mayor entendimiento de la religión, con métodos que invitan a cuestionar las lecciones e involucrarse analíticamente en ellas, resulta clave para evitar el fenómeno, dicen los investigadores.

La mayoría de los reclutas, que reconocieron haber tenido una baja presencia parental en su infancia, proceden de zonas fronterizas y áreas periféricas que han sido marginadas durante generaciones.

Estos individuos expresaron su frustración sobre sus condiciones económicas y señalaron la necesidad de empleo como la más crucial en el momento de unirse a un grupo.

En este sentido, alrededor del 80 % de los reclutas entrevistados se había unido al grupo extremista violento menos de un año después del primer contacto, y casi la mitad de ellos se unieron en solo un mes.

Por otra parte, indicaron un profundo sentimiento de descontento con el gobierno: el 83 % opinó que solo se ocupa de los intereses de unos pocos y más del 75 % dijo no confiar en los políticos o la estructura de seguridad del Estado.

El reclutamiento en África se hace sobre todo a nivel local y de persona a persona, pero a medida que mejora la conectividad a internet, este factor puede alterar las maneras y modelos de reclutamiento, señala el documento.

En lo que respecta a salir de un grupo extremista violento, la mayoría que se entregaron o pidieron amnistía lo hicieron después de haber perdido la confianza en la ideología, en sus líderes o en las acciones del grupo.