Sánchez se envuelve en el apoyo de su militancia antes del arranque formal de la negociación para su investidura
El independentismo tensa la cuerda y aviva las posiciones de máximos. O no. Si se pregunta a la parte socialista de la negociación, lo ocurrido esta semana en el Parlament donde ERC y Junts aprobaron una resolución que vincula la investidura de Sánchez a que se den pasos hacia un referéndum, hay que leerlo en el marco de la rivalidad de dos partidos que ya piensan en las próximas elecciones catalanas. O en un mensaje para los suyos en el aniversario del 1- O. O a que quienes impulsaron el texto de la polémica que obligó a PSOE y PSC a perimetrar en un comunicado los límites de la negociación son ajenos a los contenidos de la negociación para la investidura. O simplemente a un farol.
Lo sea o no. Este sábado Carles Puigdemont volvía a tensar la cuerda con el siguiente tweet:
En el PSOE, por su parte, piden a Junts y ERC que estén a la altura, eviten transitar “por un nuevo callejón sin salida” y “escuchen lo que dijo la ciudadanía” el pasado 23 de julio y ha dicho esta semana la mayoría del Congreso de los Diputados en su rotundo no a Feijóo. El caso es que el tiempo de Sánchez, tras la fallida investidura de Feijóo, empieza con ruido y con una estrategia de la derecha de elevar la tensión política al máximo. Se notó el viernes en el Congreso durante la segunda votación fallida de la investidura de Feijóo. Se notó en las virulentas reacciones de los populares a la intimidación que sufrió Óscar Puente de un ciudadano, con antecedentes policiales de violencia, en el vagón del AVE. Y se nota en los decibelios que aplican a cada declaración pública sobre una inminente ruptura de España con demolición incluida de la Constitución.
La bulla generada por la resolución del independentismo, según determinan en el PSOE, ha servido para “clarificar la situación”. Esto es para dejar claro que “por ahí, no”, que “el referéndum no es una opción” y que tanto Junts como ERC “deberían recordar lo que Catalunya votó mayoritariamente el 23J”. Dicho esto, “si hay que ir a elecciones, se irá”, avisan. Esto último también suena a argucia.
Ni socialistas ni independentistas piensan en ese escenario, sino en que la investidura de Pedro Sánchez sea lo antes posible. El “reloj de la democracia” ya ha empezado a descontar los días y la fecha tope es el 27 de noviembre para evitar nuevos comicios el 14 de enero. Así, en la calle Ferraz prefieren hablar sólo de un “contratiempo en la relación” y están seguros de que las aguas volverán a su cauce y de que la negociación llegará a buen puerto, pese a la presión que las derechas ejercerán en las próximas semanas con la esperanza de que todo descarrile.
Pedro Sánchez mantiene intacta su hoja de ruta y, tras la ronda de contactos que Felipe VI mantendrá lunes y martes con las formaciones políticas, recibirá el encargo del rey para presentarse a la investidura. Lo que no habrá es fecha aún para la misma porque La Moncloa no quiere fijarla hasta tener cerrado un acuerdo, en el que la amnistía se da por hecho. Hasta entonces, el candidato del PSOE combinará los contactos con los grupos parlamentarios en busca de apoyos, con una intensa agenda de actos, mítines, entrevistas y reuniones con diferentes sectores de la sociedad civil en busca de alianzas, más allá del marco político.
“Sabemos dónde vamos y nada ha cambiado”, asegura un socialista que admite que la resolución del Parlament cayó como un jarro de agua fría entre los negociadores designados por Sánchez, que lamentan que “un sector del independentismo, pero también otras voces de la izquierda, hablen de más, se aceleren, compitan por ver quién llega más lejos e intenten aparentar lo que no saben”.
Frente a ello, en el entorno de Sánchez aseguran que el presidente “tiene la cabeza fría”, “mantendrá el rumbo previsto” y “la discreción que se precisa” ante una negociación de este calado, aun sabiendo que en estos días “todo el mundo querrá saber todo”.
Arropado por ocho secretarios provinciales
Este sábado, a las puertas del arranque formal de las negociaciones para su investidura se envolvió en el apoyo de su militancia con un doble objetivo: escenificar el aval de las bases a su proyecto de país y acallar las voces de quienes tratan de dividir al socialismo en torno a la amnistía. Lo hizo en Sevilla, con el alcalde de La Rinconada, Javier Fernández, de anfitrión, con el respaldo masivo de 3.000 socialistas andaluces, la presencia del histórico dirigente Luis Yáñez, muy crítico con las posiciones de sus amigos Felipe González y Alfonso Guerra y los ocho secretarios provinciales de Andalucía entregados al aplauso de lo que se propone. “Más convivencia y más concordia” en una España “que también es nuestra y en la que no vamos a permitir que nos arrebaten más ni la bandera, ni el himno, ni la Constitución”, arengó Fernández, quien pidió a Sánchez que forme cuanto antes un gobierno progresista.
Sánchez, que sigue sin mencionar la palabra amnistía, se comprometió a poner todo su esfuerzo en que haya una “investidura real y no postiza, además un gobierno progresista para los próximos cuatro años”, si bien dijo que no se trata del “inicio de nada, sino de la continuación de lo hecho en estos cinco años porque el viaje ha merecido la pena”.
El secretario general del PSOE ya calienta motores a la espera de que el martes, si se cumplen las previsiones, Felipe VI le encargue ir a la investidura: “Feijóo ha dicho que puede ser presidente del Gobierno, pero que no quiere... Está tan acostumbrado a mentir a todo el mundo que se miente a sí mismo. Pero allá él. Nosotros aquí decimos que los socialistas sí queremos. Que sí que vamos a trabajar por una investidura real, no por una investidura postiza, que vamos a trabajar por una investidura para que haya un Gobierno progresista con cuatro años más de avances sociales y de derechos para los españoles y por cuatro años más de convivencia y de concordia”. Algo para lo que dijo sentirse “con más ganas, más fuerzas y más argumentos que nunca”. “Después de lo que he visto en el Congreso de los Diputados” esta semana, dijo el candidato a la reelección.
De ganas y fuerza tampoco anduvo escasa la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que también participó en el mitin de La Rinconada, donde se desgañitó para pedir que los socialistas defiendan “la figura del presidente hasta en las puertas de los colegios”. “Vamos a blindar” a Pedro Sánchez, arengó a la militancia.
Pues eso. El aspirante del PSOE a la Presidencia del Gobierno se dispone a arrancar formalmente el diálogo con los grupos parlamentarios con el blindaje de la militancia socialista y envuelto en el enfervorizado apoyo que le dieron este sábado unas bases que no entienden las críticas de una parte de la ex dirigencia incómoda con la amnistía, con la compañía del independentismo y hasta con la existencia misma del propio Sánchez.
42