Los bandazos negociadores de Vox: de querer consejerías a renunciar a sus principales exigencias

La candidata autonómica de Vox Madrid, Rocío Monasterio, presentó este jueves un documento con el que han conseguido desbloquear las negociaciones mantenidas junto a PP y Ciudadanos para que Isabel Díaz Ayuso sea presidenta de la Comunidad de Madrid. Las otras dos formaciones se comprometen de forma verbal con el partido de extrema derecha a cumplir las propuestas planteadas por Monasterio.

De esta forma Vox pone fin a una etapa que comenzó tras las elecciones municipales y autonómicas en las que ha dado varios bandazos en sus peticiones negociadoras. La formación de Abascal ha pasado de solicitar la entrada en los gobiernos en los que su apoyo fuese determinante a renunciar a algunos de los puntos que han sido defendidos insistentemente, como la derogación del articulado de las leyes LGTBI o cobrar a los países de origen la atención sanitaria de los inmigrantes irregulares.

Tras los comicios del 26 de mayo, los portavoces nacionales del partido insistieron en que no planeaban repetir un pacto como el que realizaron en el Gobierno andaluz. El presidente de Vox, Santiago Abascal, aseguró que tras su apoyo a populares y Ciudadanos para desbancar a Susana Díaz de la Junta – sin entrar en el Gobierno – habían comprobado que “es muy difícil velar por las políticas pactadas con el PP”.

“No tenemos miedo a las campañas mediáticas y advertimos a nuestros votantes de lo que está por llegar en los siguientes días”, reseñó el diputado nacional, aludiendo sin citarlo a posibles presiones que fuese a recibir su partido para apoyar gobiernos de derechas. Semanas después se constató que algunos medios que habían dado alas a esta formación, les dieron la espalda cuando comenzaron a tensar las negociaciones con PP y Ciudadanos. Esa postura rupturista fue criticada por opinadores influyentes en su electorado como Federico Jiménez Losantos o Alfonso Ussía.

Formar parte del Gobierno. Su petición de formar parte de ejecutivos ha sido uno de los grandes bandazos que ha protagonizado Vox, no sólo en la Comunidad de Madrid, también en gobiernos municipales. Un día después del resultado electoral, Monasterio defendía la posibilidad de sentarse en el Consejo de Gobierno. “Nuestro objetivo es hacer valer nuestros escaños y sí, probablemente, entrar en el gobierno es la mejor manera de hacerlos valer y que se vea, sobre todo, el trabajo que queremos desarrollar”, apuntó.

Semanas después se olvidó de esta reivindicación y pasó a utilizarla como arma arrojadiza contra Ciudadanos. “Lo único que quiere es colocarse en sillones, a diferencia de Vox”, apuntó en una rueda de prensa, aludiendo al partido de Ignacio Aguado. “Nosotros, desde luego, no queremos estar en el Gobierno. No queremos sillones. Queremos estar en la oposición de este PP y Ciudadanos”, añadió.

Sobre la presencia de Vox en gobiernos, Monasterio llegó a condicionar las negociaciones con Isabel Díaz Ayuso a que se cumpliera el pacto con el PP en el Ayuntamiento de Madrid para ocupar concejalías. Finalmente, el equipo negociador nacional, liderado por Iván Espinosa de los Monteros, portavoz del grupo parlamentario en el Congreso, anunció que la vinculación entre estos dos acuerdos había desaparecido.

Renuncia a sus exigencias ideológicas. A finales de junio el partido de extrema derecha volvió a la casilla de salida. Renunció a entrar en equipos de gobierno y condicionaron sus pactos autonómicos a negociaciones sobre su programa. Espinosa de los Monteros aseguró que priorizarían en estas conversaciones “el cumplimiento de los programas e ideas que Vox viene defendiendo”.

En el acuerdo publicado este jueves desaparecen algunas de las cruzadas ideológicas del partido de extrema derecha, como la invisibilización de la violencia de género y la derogación de las leyes que combaten la LGTBIfobia. Aunque mantienen otras, como la garantía del “derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación moral y religiosa de acuerdo a sus convicciones” o priorizar en los recursos destinados a la Cooperación al Desarrollo de la Comunidad de Madrid aquellos que estén establecidos en la “región para frenar la despoblación”.

Desde organizaciones afines, como HazteOir, han criticado esta rebaja de exigencias. “Al final, Santiago Abascal y Rocío Monasterio no aguantaron la presión de PP-Cs-Federico Jiménez Losantos, y el acuerdo para entregar las llaves de la Comunidad de Madrid a Ayuso y Aguado excluye cualquier mención a la ley más totalitaria y adoctrinadora: la #LeyMordazaLGTBI”, lamentaba su presidente Ignacio Arsuaga.

Compromiso verbal o escrito. Otra de las cesiones de Monasterio ha sido la forma en la que PP y Ciudadanos se tenían que comprometer a apoyar las medidas planteadas por Vox. En la propuesta planteada de cara a la investidura fallida que se celebró en julio exigían que “las tres partes” firmasen “un programa único común”. En el acuerdo anunciado este jueves desaparece la ratificación por escrito y los dos partidos que formarán parte del Gobierno de coalición se tendrán que comprometer “verbalmente” con el partido de extrema derecha.