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Un año después de la exhumación de Queipo: la rabia, el orgullo y el relato

La entrada a la basílica de la Macarena, en la noche de este jueves

Javier Ramajo

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Aquella noche la basílica estaba cerrada. Un año después, mantiene las puertas abiertas. Aquella noche no había prácticamente nadie en la Plaza de la Esperanza Macarena y los bares de los alrededores descansaban de un intenso puente. Un año después, todo es normalidad en el mismo lugar. Tránsito de gente, hermanos y fieles entrando y saliendo, los bares Arco, Macarena, o el Plata, todos abiertos un rato más. Un año después no hay eco de las taladradoras de aquella noche, sólo del intenso tráfico de la ronda histórica. Y dentro, misa de 8. Ni rastro de Queipo de Llano. Ni la alfombra que durante un tiempo cubría la lápida en la capilla lateral, entrando a la izquierda. Un año después de la aplicación de la Ley de Memoria Democrática, todo es normalidad. A la mañana siguiente, ya este viernes, todo igual. Solo suman los turistas haciéndose fotos a las puertas de la Macarena, posando justo en el lugar por donde salían definitivamente, 71 años más tarde, los restos del general y de su auditor de guerra, Francisco Bohórquez.

“No podía permitir que los 'viva Queipo' fueran el punto final”, dijo hace justo un año la activista Paqui Maqueda. Sus gritos de “honor y gloria para las víctimas del franquismo”, que rompieron los aplausos de los familiares del general golpista, resuenan en la mañana de un día como cualquier otro a las puertas de la basílica de la Macarena. Aquella voz que se alzó no estaba prevista, confiesa Maqueda, pero le salió “el enfado” y “el orgullo” que este 3 de noviembre se han convertido en “cosquilleo” al rememorarlo. Esa reacción, que contiene conceptos contradictorios a priori, surgieron frente a “la impunidad” de aquellos vítores pero también por “la presencia” en aquel momento y en aquel lugar del movimiento memorialista, “el último en tener la palabra”, apunta a SevillaelDiario.es. ¿Y ahora? “Ahora queda el relato. Queda explicar por qué no debía estar allí el genocida del pueblo andaluz, por qué era un insulto a las víctimas, a sus familiares y al pueblo andaluz”, señala a este medio Antonio Manuel Mateos, de la Coordinadora Andaluza por la Memoria Histórica.

El primer aniversario de la exhumación de los mortales de Gonzalo Queipo de Llano y de Francisco Bohórquez, su principal hombre de confianza, pasa desapercibido en el mismo lugar donde hace 365 días se escuchaban las taladradoras haciendo su trabajo. El Ministerio de Presidencia había enviado una carta a la Hermandad de la Macarena, avanzada por elDiario.es, apremiando la ejecución de la nueva Ley de Memoria, aprobada apenas unas semanas atrás. “Los gritos fueron una salida de esa rabia al escuchar esos 'viva Queipo'”, recuerda la presidenta de la asociación Nuestra Memoria y miembro de la plataforma Gambogaz.

“La vida sigue igual”

En la iglesia, en la mañana de este viernes, uno de los empleados se refiere al asunto. “Ha habido gente que ha preguntado, por curiosidad, dónde estaba enterrado Queipo. Solamente eso. Desde aquello, todo parece más tranquilo, nadie ha vuelto a dar problemas”. Coinciden dos vendedores ambulantes que tratan de ganarse la simpatía de algunos turistas y viandantes. “Ese día hubo un poco de jaleo, y hubo movimientos a favor y en contra. Pero poco más”. “La vida sigue igual. Antes venían aquí a manifestarse pero desde entonces nada de nada”, resume un tendero cercano al templo. “Desde que sacaron a Franco y a este, así nos va en España, pero vamos, que Queipo poco iba a hacer muerto ya”, apuntan desde un bar próximo a la plaza.

Para Paqui Maqueda, con la salida de Queipo y Bohórquez “Sevilla ha ganado mucho, igual que ha ganado mucho con la exhumación de Pico Reja, pero lo que parece que no ha ganado en decencia es la corporación municipal actual”. Pese a que el Gobierno del PP culpa al PSOE de que no dé tiempo a ejecutar este año la partida reservada para iniciar los trabajos en la fosa de Monumento, por ejemplo, Maqueda muestra su descontento con la falta de respuesta del alcalde en relación a las peticiones de reunión sobre la política de memoria histórica en la ciudad y sus dudas relativas a cómo desarrollará las políticas públicas en la materia. También hace hincapié en la importancia de seguir construyendo memoria pública y eliminando símbolos fascistas en Sevilla, advirtiendo a José Luis Sanz de que llevarán a cabo acciones de movilización si los memorialistas siguen sin respuesta. “No vamos a dar un paso atrás en relación a la memoria de la ciudad”, señala, anunciando “una política fuerte y dura de peticiones continuas y de movilizaciones en la calle”.

Coincide con Maqueda su compañero Juan Morillo en la Asamblea de Familiares y Asociaciones de Memoria Histórica de la Plaza de la Gavidia. Las exhumaciones de Queipo y Bohórquez supusieron “un triunfo del movimiento memorialista”, que llevaba años reclamando su salida, con homenajes a las mujeres represaliadas o anuales vigilias antifascistas siempre bajo el lema “fuera Queipo de la Macarena”. “Los restos están fuera de la Macarena, están con su familia, que es donde debieron estar desde el primer momento”, indica, pidiendo a partir de ahora “reparación de todos aquellos expolios, de todos aquellos robos que cometieron los generales golpistas con Queipo de Llano a la cabeza en Andalucía”.

“Nuestro trabajo en estos momentos está centrado en devolver al pueblo lo que del pueblo salió, en hacer que todo aquello que los generales golpistas incautaron, robaron, que fue mucho, vuelva al pueblo, a sus legítimos dueños. La estrella puede ser el cortijo Gambogaz, y el movimiento memorialista está empeñado en que ese cortijo, que nosotros denominamos como la punta del iceberg del expolio golpista en Andalucía, vuelva al pueblo porque de él salió”, comenta Morillo.

“Era un insulto a las víctimas, a sus familiares y al pueblo andaluz”

Antonio Manuel Mateos, de la Coordinadora Andaluza por la Memoria Histórica, señala que el objetivo de la exhumación se cumplió porque “el genocida del pueblo andaluz, causante de la represión y la barberie, no podía estar allí en un lugar preeminente”. ¿Y ahora? “Ahora queda el relato. Queda explicar por qué no debía estar allí, por qué era un insulto a las víctimas, a sus familiares y al pueblo andaluz. Una vez resuelto, lo tienen que saber las generaciones venideras”, señala Mateos.

El memorialista añade que la cuestión se cruza con “el abandono absoluto por parte de la Junta de Andalucía de las políticas de memoria histórica”, recordando por ejemplo que solo el 0,13% del profesorado recibe formación específica. Al acudir recurrentemente a colegios e institutos a dar charlas, a Mateos le sorprende que “los jóvenes saben más de la Alemania nazi que de la historia de España, comenta. ”Aquí también hubo campos de concentración con el franquismo“, enfatiza.

A su juicio, ese desconocimiento entre las nuevas generaciones obedece a la “estrategia de mantener el relato oficial de los vencedores”, si bien considera “muy importante que se conozca todo eso para que, sobre todo, no se vuelva a repetir”. “Pero la derecha no quiere incluir el relato de las víctimas” y “hacer democracia también es 'eliminar' a personajes como Queipo de Llano del lugar en el que estaba”. Mateos considera “una torpeza de la derecha no trabajar en esa dirección” y “blanquear el fascismo”, que “ya se ha colado con la ultraderecha en nuestras instituciones”. “Eso tiene serios riesgos y no es un problema menor”, concluye, denunciando que la Junta sacara pecho el otro día en el Parlamento andaluz por el Plan de Memoria Histórica que heredó del PSOE.

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