Celosías e imaginación, trucos para ventilar las aulas en un colegio sevillano

Celosía elaborada por los niños y niñas de primero de primaria

Carla Rivero

Sevilla —

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Los termómetros alcanzan los 27 grados durante el recreo del CEIP Huerta de Santa Marina, en el corazón de Sevilla. Y seguirá subiendo. El calor es similar en los cientos de centros de la provincia andaluza, pero las corrientes de aire y las sombras que despliegan los frondosos árboles de su patio permiten que, aquí, el bullicio de las niñas y niños que juegan y corren incansables siga su curso. Vuelven a la media hora a seguir pintando los dinosaurios, torreones y estrellas de las celosías que están implementando poco a poco en sus aulas con el fin de mejorar la ventilación de los cubículos. Así, esta actividad, parte del proyecto integral “Me cuido, te cuido” de la escuela, sigue la línea de actuación del proyecto “Mi Cole también respira” dentro del plan “respirArte”, una manera novedosa de transformar el entorno a través del arte a través de la bioclimatización en los espacios educativos.

El alumnado de 1ºB está manos a la obra. “Yo quiero verde”, “y yo azul”, “¡quiero el amarillo”, le piden a las madres voluntarias que colaboran en la tarea. Lo primero es lijar las piezas de madera que han diseñado con los dibujos recopilados semanas anteriores, y ahora pintan con cuidado sobre el suelo en grupos, se intercambian los pinceles, en un proceso que ha durado varios meses y en el que se integran todos los cursos. La cuestión es que el arte sea la materia transversal a todas las asignaturas impartidas al haberse convertido en el centro piloto de actuación de la Red Planea, una red de centros educativos que ha impulsado este proyecto en el colegio sevillano con la coordinación de Zemos 98, autoría de la asociación Cotidiana SCA y el apoyo de Tejares 11.

Una propuesta que ingenia, pero no sustituye, soluciones, a la espera de la ejecución de 140 millones de euros destinados a los centros escolares en el marco de la Ley para la mejora de las condiciones térmicas y ambientales de los centros educativos andaluces mediante técnicas bioclimáticas y uso de energías renovables, aprobada en julio de 2020.

Uno de los problemas que veían los alumnos es que “se morían de frío”

Marta Velázquez, jefa de estudios y coordinadora del plan, comenta que en última instancia lo que pretenden es transformar a la sociedad. “Los edificios deben estar al servicio de las personas, y no al contrario”, reflexiona, “vimos cómo respiraba nuestro colegio en invierno y en verano, y le preguntamos al alumnado qué problemas veían, y uno de ellos era que se morían de frío”. El acondicionamiento de las aulas estaba sujeto al protocolo de la Covid-19, por lo que las ventanas y puertas debían permanecer abiertas para mantener una buena ventilación, algo que suponía tiritar durante toda la mañana. Había que investigar alternativas: “Realizamos un estudio y al conocer la circulación de las corrientes de aire en el centro pudimos aplicar una solución artística como es la producción de celosías para que todo el centro tuviera el suficiente confort térmico en las aulas, mientras que se mejoraba al mismo tiempo la ventilación”.   

Los aerosoles transmisores del coronavirus eran otro motivo para plantear otras perspectivas. “Este centro es muy abierto y flexible a las nuevas metodologías”, alienta Estrella Naranjo, directora de Huerta de Santa Marina, “las familias son fundamentales para la enseñanza, participan en las comisiones mixtas y el voluntariado, como otros miembros de la comunidad, lo que ayuda a que el alumnado esté integrado a todos los niveles, además, son ellos mismos, como los de 6º de primaria, quienes se encargan de explicar a otros cursos los resultados que hemos obtenido”. 

Todo empezó hará unos dos años, cuando Cristina Alba Pérez-Rendón, arquitecta y autora de este proyecto, terminaba su tesis doctoral en refrigeración bioclimática. “Hubo muchos problemas ese año en las aulas, por ejemplo, la clase de mi hijo fue desalojada y las familias estábamos preocupadas, y estaba asesorando proyectos bioclimáticos en otros países, pero mi hijo se estaba muriendo de calor en el centro”. La gestión interna permitió idear el proyecto “Bioclimatiza tu cole”, apoyado por Cotidiana, y seguir trabajando en ese sentido hasta la actualidad.

“En aquel entonces, dejamos sensores de temperatura y humedad en las aulas y estuvimos probando sistemas de sombras y otros mecanismos de bajo coste para ver qué incidencia había”, explica. “En invierno se hizo una simulación de dinámicas de fluidos para ver en distintos escenarios los niveles de ventilación y ver cómo se movía el aire sin que diera directamente en los cuerpos y la sensación térmica no fuera tan baja”, y aparecieron las celosías como una opción, que aparte de barata, era bella e imaginativa siguiendo el precepto marcado en el currículum general. 

La necesidad de implementar la bioclimatización

Los escolares pudieron medir con anemómetros y otros instrumentos la dirección del viento, la humedad, la corriente, ideas que los implicaron en el método científico de lleno: si va por aquí, habrá que hacer esto, ¿y esto otro? Las celosías ya están siendo encajadas en la zona superior de las puertas, permitiendo también una menor incidencia del ruido. El próximo paso, según detallan las responsables de la escuela, consistirá en que los menores se conviertan en “asesores bioclimáticos” al transferir sus conocimientos al barrio. No obstante, a causa de la pandemia, ahora se centrarán en realizar una exposición en la que sean quienes muestren y expliquen con total seguridad lo aprendido y aporten su granito de arena a sus hogares. 

La arquitectura bioclimática, entendida como un corriente de la bioclimatización que aboga por definir espacios y estructuras con recursos y materiales naturales que sean respetuosos con el medioambiente, es la especialización de Cristina Alba Pérez. Si bien hay una mayor concienciación con respecto a la materia, en España aún no ha calado la tradición de los países nórdicos que desarrollan en mayor medida estas propuestas: “las administraciones públicas no disponen de muchas personas técnicas en materia de bioclimática, por lo que finalmente se imponen las inversiones que les dicen qué tienen que hacer; por ejemplo, poner aislamiento cuando a lo mejor con unos árboles de sombra ahorrarían dinero y serían soluciones más adecuadas para este clima”.

Un clima caluroso, con incidencias que superan los 40º, en el que defiende la profesional una adaptación del entorno para hacer las ciudades habitables y luchar contra los efectos del cambio climático. Una rápida afirmación: “Poner materiales de plástico en un parque infantil en verano no es lo más lógico”, ni eficiente.

Escuelas de calor

Sin embargo, y a pesar de estas estrategias sostenibles fruto de la necesidad, las escuelas andaluzas siguen enfrentándose a una escasa adecuación de las aulas. Desde el colectivo Escuelas de calor, su portavoz Teresa Pablo, reclaman el cumplimiento de la normativa del BOJA. “La ley no se ha puesto en marcha, exigía un desarrollo reglamentario previo a las actuaciones y no se ha cumplido ni una sola directriz”, sentencia la componente. 

“Tanto el curso pasado como este se han incluido distintas infraestructuras con medidas de refrigeración y de placas fotovoltaicas, pero no es el desarrollo de la ley, en absoluto”, advierte Teresa Pablo. Reconoce que la pandemia ha dificultado las obras en este sentido, pero tampoco ve factible que sean las iniciativas ciudadanas las que se encarguen de cumplir los propósitos marcados el pasado curso escolar. “Al fin y al cabo, habla de desigualdad, ya que no todos los centros educativos tienen una comunidad que se organice y haga frente a una responsabilidad de la administración, aunque sea muy loable”, apunta. 

En este sentido, la directora del CEIP Huerta de Santa Marina confía en los avances de la Junta puesto que se están haciendo intervenciones y el propio colegio se beneficia desde hace alrededor de un mes de un sistema de refrigeración adiabática, el cual consiste en la humidificación del aire a través de sus turbinas, con una inversión de 52.000 euros. Por su parte, la arquitecta Cristina Alba Pérez indica que “los sistemas que se están testeando de enfriamiento adiabático son muy adecuados para un clima cálido-seco, pero en la costa tropical de Granada o Málaga o en lugares como gimnasios en los que la humedad relativa es muy alta no es posible enfriar añadiendo agua al aire porque ya tiene demasiada, así que el sistema no sería tan eficaz”, además de ser sistemas que no responderían a las necesidades de invierno.

A la espera de la obtención de datos y su análisis, el equipo directivo promueve en paralelo la incorporación de Aulas Verdes en las zonas de sombra de la edificación para dar clases al aire libre.  

Desde la Consejería de Educación y Deporte, en declaraciones a este medio, sostienen que, habiendo iniciado mejoras en el 2019, es en 2020 y 2021 cuando se aborda “de forma más decidida y novedosa la climatización de los centros educativos mediante medidas activas de refrigeración, así como la instalación de energías renovables para la mejora de la eficiencia energética”. En concreto, el Plan de Infraestructuras Educativas 2020 con 23 actuaciones programadas en el ámbito de la energía solar fotovoltaica y el programa de refrigeración adiabática con 24 actuaciones. Con respecto a la climatización pasiva, se informa de que en 2020 “se programaron” 82 actuaciones. A partir de los trabajos completados, “el Plan de Infraestructuras Educativas 2021 incluye el programa de climatización con un total de 140 millones de euros destinados a actuar en un total de 400 centros educativos”, aún por ejecutar.

En el Huerta de Santa Marina buscan más soluciones. Pero el espíritu de este colegio dista de las realidades de otros. Teresa Pablo aduce que muchos centros buscan financiación propia para acometer rehabilitaciones y mejoras de sus instalaciones, para lo cual requieren las auditorías energéticas y las guías prácticas que se recogen en el texto legislativo. Ante el inminente término del año académico, desde la asociación ponen la vista en los próximos meses cuando vuelvan a medir temperaturas y a denunciar la situación tanto en redes sociales como en la calle: “Hay que cumplir desde la equidad para que, al generar este derecho, se cubran las necesidades de los colegios andaluces”. 

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