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Al colegio con mantas: el frío en las escuelas andaluzas indigna a la comunidad educativa

Colegio

Néstor Cenizo

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Mantas de pies a cabeza, niños enfundados en su abrigo durante toda la jornada y termómetros por debajo de diez grados. Filomena, una ola de frío sin precedentes en los últimos años, está poniendo en cuestión las infraestructuras docentes andaluzas y la capacidad de reacción de la Junta de Andalucía. Este lunes, muchos niños y niñas andaluces, así como docentes de todas las provincias de la comunidad autónoma, han pasado mucho frío. Javier Imbroda, consejero de Educación, ha propuesto que, si hace demasiado frío, las aulas se ventilen únicamente en los cambios de clase, a pesar de que la mayoría de niños permanecen siempre en la misma aula.

Desde el jueves vienen circulando por las redes sociales fotos que muestran las penosas condiciones en las que se están produciendo el retorno a las clases en algunos centros. “Está pasando ahora mismo en un aula andaluza... no es un meme... no es de Polonia... es la situación que tenemos ahora mismo en nuestras clases”, publicó la usuaria @MariquillaMlg. El texto acompañaba a tres fotos, en una de las cuales se observaba a un menor de corta edad que se tapa por completo bajo una manta.

El tuit se hizo viral, y aunque este medio no ha podido constatar a qué colegio corresponden las fotos, en los últimos días se han sucedido otros testimonios similares. La asociación Escuelas de Calor, que agrupa a unas doscientas AMPAS de la provincia de Sevilla, ha puesto en circulación el hashtag #aulassíneverasno, bajo el que se han publicado fotos que muestran termómetros que marcan incluso dos grados a primera hora de la mañana. “Te puedes imaginar en qué condiciones están. Super abrigados, con gorro, no se quitan chaquetón, no se quitan la manta... Están dando clases en condiciones inaceptables e indignas”, protesta Teresa Pablo, su portavoz.

Esther Padua, profesora de primaria en Almería y delegada del sindicato Docentes por la Pública, asegura que vuelve a casa “helada” y con el frío metido en los huesos. El viernes, su hija volvió a casa con una nota que pedía que este lunes llevara una manta, una recomendación que muchos equipos directivos reiteraron este fin de semana. “Esta mañana, al llegar, me he encontrado con un niño blanco del frío. Me dice que se le ha roto la cremallera del chaquetón. La traía rota porque no tiene otro. Y hasta que no se lo arreglen no tiene otro”, advierte: “Trabajo en un colegio de compensatoria, y muchos no pueden comprarse ropa polar. Estamos normalizando situaciones que no son normales”.

Tiene fotos que demuestran que en muchos colegios de la provincia no se han superado los diez grados. Ella al menos se mueve por el aula, pero los niños pasan la mayor parte del tiempo sentados. “¿Cómo se puede mantener la temperatura corporal cuando no tienes movilidad?”, se pregunta. “Es muy duro ver a los niños pasar frío”.

Docentes por la Pública, un sindicato minoritario de origen almeriense, mantiene la convocatoria de una huelga indefinida desde septiembre, en protesta por las condiciones del regreso a las aulas.

La solución del consejero: ventilación en los cambios de clase

Este lunes, Javier Imbroda ofreció su solución: “En aquellos lugares donde haga mucho frío no se puede estar con las ventanas de par en par; que estén cerradas y cuando haya un cambio de clase estén diez minutos ventilándose el aire”. Sin embargo, los alumnos de infantil y primaria no cambian de clase durante la jornada, y para los mayores se ha reducido la movilidad al máximo (no hay, por ejemplo, prácticas de laboratorio), siguiendo los protocolos anticovid. La decisión de abrir más o menos las ventanas deben tomarla los docentes, añadió el consejero, que advirtió que “el riesgo cero no existe”.

“Lo que ha dicho es una barbaridad. ¿Qué colegio saca a sus alumnos diez minutos? ¿Dónde los metes? ¿Los juntas en el pasillo?”, se pregunta la profesora. Aunque pudiera aplicarse, Escuelas de Calor cree que tampoco es la solución. Cerrar las ventanas durante toda una hora eleva notablemente la concentración de CO2 y, por tanto, el riesgo de contagio. Según las mediciones que han realizado, el CO2 en aire pasó de 551 ppm (unidades por millón) a 1058 ppm en los 29 minutos que permanecieron cerradas las ventanas de un aula de 80 metros cuadrados con 18 alumnos del CEIP Mosaico de Santiponce (Sevilla). En aulas con 25 alumnos, como gran parte de las andaluzas, esos niveles se alcanzarían más rápido.

Tampoco los filtros HEPA, que se han sufragado algunas AMPAS y ayuntamientos, son suficientes. La guía elaborada por el CSIC para mejorar la ventilación en los centros educativos ya dejaba claro que no debían cerrarse ventanas por disponer de un filtro. La guía establece un diagrama de soluciones, por orden de preferencia: actividades al aire libre, aulas con ventilación natural, extractores (si la ventilación natural no es suficiente) y, en última instancia, filtros HEPA.

Muchos docentes deberán tomar la decisión de cuándo ventilar a ciegas, porque en la mayoría de aulas no hay medidores que permitan tomar decisiones atendiendo a la concentración de CO2. “Debería haberse hecho un estudio para ver cómo de útil es y dotar ese recurso. Pero no es de recibo que sea la comunidad educativa la que tenga que adecuar las instalaciones”, señala Teresa Pablo, en alusión a las colectas de muchas asociaciones para instalar medidores y filtros.

Incumplimiento de la normativa laboral

Las asociaciones de padres y madres, sindicatos y docentes, lamentan la falta de medidas ante una situación que, aunque agravada, era previsible. En invierno hace frío, muchos centros andaluces no están preparados, y la guía para la ventilación en las aulas, elaborada hace meses por el CSIC, recomienda abrir ventanas para facilitar la renovación natural del aire.

Con aulas menos masificadas, la necesidad de ventilar sería menor, pero no se ha reducido la ratio de alumnos y los maestros de refuerzo no se han destinado a desdoblar clases, sino al apoyo, añadiendo una persona más en una clase ya masificada. Las delegaciones de educación han rechazado ofrecimientos de edificios municipales.

La situación vulnera las previsiones básicas de salud laboral, que fija la temperatura de los lugares de trabajo sedentario entre los 17 y los 27 grados. Diego Molina, Secretario General de la Federación de Enseñanza de CCOO de Andalucía, advierte de que los centros de trabajo “pueden ser clausurados si no se cumplen las medidas de seguridad y salud”, y pide que cuenten con el personal técnico y sanitario que asesore sobre el uso de sistemas de ventilación.

Carencias desde hace años

La pandemia ha puesto de relieve carencias que se arrastran desde hace años. Hay noticias en prensa que recogen situaciones de frío hace diez, cinco o dos años. “La infraestructura educativa ha estado muchos años descuidada, y esto es el fruto: dejadez y falta de mantenimiento. Es una absoluta falta de interés, voluntad política y previsión de la administración autonómica”, señala Teresa Pablo.

Escuelas de Calor se creó en 2017 para denunciar las condiciones de calor extremo en los meses de verano en muchas aulas de Sevilla. Tres años después, en julio de 2020, se aprobó una ley para cuyo objetivo es adecuar los casi 6000 edificios públicos de uso docente no universitario, la mayoría edificados en el siglo XX, y cuyos materiales, métodos constructivos y orientación los expone en muchos casos a temperaturas extremas. Muchos edificios en Andalucía no están preparados para el frío y carecen de calefacción. A ello se añade que los centros que cuentan con calefacción suelen tener calderas obsoletas, según la asociación.

Sin embargo, los presupuestos no prevén el desarrollo de la ley. Una oportunidad perdida: “Era una urgencia poner sistemas de ventilación forzada para que quizá no hubiera sido necesario tener toda la jornada abiertas las ventanas. Pero la Junta no ha destinado ni un solo euro para la ley. Hay falta de voluntad política para materializarla”.

“Solución no tengo, pero algo hay que hacer y no están haciéndolo”, lamenta Esther Padua, que pide filtros HEPA y la aplicación inmediata de una ratio menor de alumnos por aula. Escuelas de Calor pide flexibilidad y soluciones extraordinarias mientras no remita la ola de frío: eliminar la primera hora de la mañana o permitir que los niños falten sin computar las faltas. “Pero lo primero que dice Jesús Aguirre [consejero de Salud] es que los colegios van a funcionar con normalidad. Si esta es la normalidad, habría que cambiarla”, dice Teresa Pablo.

De lo contrario, advierte, habrá que elegir entre lo malo o lo peor: asumir el riesgo de contraer una enfermedad pulmonar por el frío en las aulas o el aumento del riesgo de contagio de Covid. “Si no se contagian, la neumonía va a hacer estragos”. 

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