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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Correr sin ver ni oír: cinco personas con sordoceguera participan en la carrera nocturna de Sevilla

La carrera nocturna de Sevilla, a su paso frente a la Torre del Oro.

Sara Rojas / Luis Serrano

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Sin ver ni oír, cinco usuarios del centro Santa Ángela de la Cruz, el único para sordociegos de España, han participado en la última edición de la carrera nocturna del Guadalquivir. No es la primera vez que lo hacen, pero sí la primera tras la pandemia, como informan desde la Asociación Española de Familias de Personas con Sordoceguera (APASCIDE), que respalda a este colectivo cumpliendo así con su principal objetivo: lograr que las personas con sordoceguera “lleven una vida digna, formen parte de la sociedad y sean felices”.

Pero más allá del disfrute personal que les produce prepararse para esta prueba, con su presencia en un evento popular como este se consigue también “sensibilizar a la sociedad” de una realidad invisible a ojos de la mayoría. Así pues, los cinco participantes del centro han vuelto a calzarse sus zapatillas y a superarse a sí mismos, al completar los 8,5 kilómetros que comprende la prueba.

Para ello, han utilizado las llamadas “barras direccionales Mariam”, el medio de movilidad esencial para deportistas ciegos y con diversidad funcional visual. Aunque en apariencia pueden resultar muy simples, desde APASCIDE aseguran que “se han mostrado de una grandísima utilidad”. Antes de incorporarla a su centro, la asociación de personas con sordoceguera probó diferentes herramientas, pero fue en 2016 cuando conocieron las barras direccionales que utilizan los deportistas ciegos para realizar senderismo en la montaña. Así que decidieron adoptarlo, pero dándole una vuelta de tuerca más para adaptarla al caso específico de las personas con sordoceguera.

Una herramienta “única” para superarse a sí mismos

“A diferencia de las personas ciegas, tal como se ideó originalmente, los deportistas con sordoceguera necesitan comunicarse a través del tacto, dado que no pueden recibir comunicación por canales orales”, lo cual exigía dotar de movimiento a la barra para poder transmitir información al usuario.

Entonces, el equipo de adaptación de Educación Física de APASCIDE se puso manos a la obra para crear un código pactado previamente con los deportistas, de modo que así podrían saber qué hacer en cada momento interpretando el movimiento aplicado a la barra. Se ideó así una leyenda de movimientos que permite a guías y deportistas con sordoceguera comunicarse en mitad de la carrera, sin necesidad de parar la marcha y soltar la barra.

El resultado ha sido una barra direccional “original y única” que cumple una función adaptativa para que el deportista con sordoceguera pueda pasear, correr o incluso participar en una competición como la nocturna, y que concede al usuario una libertad de movimientos “nunca antes vivenciada”. Desde APASCIDE aseguran que los usuarios del centro Santa Ángela son “las únicas personas con sordoceguera conocidas en el mundo que corren con esta herramienta adaptada”, bautizada con el nombre de Miriam, “en homenaje póstumo a una chica con sordoceguera que fue pionera en el uso de esta barra direccional”, probándola y superándose en cada carrera.

De esta forma, los cinco participantes con sordoceguera han podido cruzar la línea de meta, contando con el apoyo “imprescindible” de sus mediadores y con el arropo de una serie de voluntarios que los han acompañado durante el recorrido, poniendo en práctica valores como “el trabajo en equipo, la confianza, la empatía y la solidaridad”.

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