ENTREVISTA Directora de la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de la Oliva de Salteras
Irene Gómez: “Era impensable hace 20 años que hubiese mujeres al frente de la banda de música de una hermandad”

Desde que Irene Gómez asumió la dirección de la Oliva de Salteras, la banda se parece a "una orquesta sinfónica"

Inmaculada Calahorro

Sevilla —

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Desde su irrupción en el ámbito de la dirección coral en el Conservatorio de Sevilla, el interés de crecer musicalmente y ocupar puestos de prestigio en orquestas sinfónicas internacionales llevó a Irene Gómez Calado a estudiar dirección orquestal en las aulas del conservatorio Boulogne-Billancourt de París, donde más tarde estudió un postgrado en la Universidad de la Sorbona. Su trayectoria, que la ha llevado desde su ciudad natal hasta París y de ahí a otros países europeos, refleja no solo su destreza musical sino también un cambio sustancial en el mundo de la dirección musical, en el que la figura de la mujer ha ido introduciéndose poco a poco y rompiendo las barreras de género existentes.

Educada bajo la tutela de maestros como Ricardo Rodríguez y Marianne Guengard, se ha beneficiado de la guía de figuras como Enrique Mazzola y Paavo Järvi, además de participar en masterclasses con eminentes directores. Su talento la llevó a ser finalista en el IV Concurso de dirección de orquesta de la Orquesta de Córdoba y a destacar en escenarios internacionales como el Carnegie Hall y el Teatro alla Scala de Milán.

Actualmente, Irene Gómez se encuentra al frente de la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de la Oliva, una formación musical fundada en 1913 en la sevillana localidad de Salteras donde, como directora titular y sucesora de Amadora Mercado, ha introducido un matiz propio fruto de su experiencia previa, que aporta una nueva dimensión sonora a la banda, a menudo comparada con la de una orquesta sinfónica. De esa manera, Gómez se convirtió en una de las tres mujeres a cargo de una banda de música en Andalucía junto con Mari Ángeles Sánchez Carrasco, directora de la banda de San Sebastián de Villaverde del Río; y Laura Camacho, directora de la banda Alfredo Martos de Linares.

Asimismo, Gómez Calado dirigirá de nuevo en julio a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, con la que ha trabajado en anteriores ocasiones. Lo hará con un programa de Danza titulado “Summa” y creado por Manuela Nogales, con música de Arvo Pärt para cuerda, piano y percusión, una representación que tendrá lugar el día 11 de julio.

¿Qué le inspiró a iniciar una carrera en el ámbito de la dirección orquestal y cuáles fueron sus primeros pasos en ese campo?

Fue la propia música la que me inspiró a querer ser directora. Siempre me he dedicado a tocar el piano, pero llegó un momento en que eso se me quedaba pequeño. Sentía que la dirección abarcaba de forma más amplia mi repertorio musical y permitía de forma activa participar en obras de grandes compositores como Beethoven o Mahler.

Con una formación tan diversa, ¿cómo han influido sus estudios en Sevilla, París y sus experiencias internacionales en su actual enfoque hacia la dirección?

Desde mis inicios supe que la formación que podía obtener en Sevilla se me quedaba corta. Siempre he sido una persona ambiciosa y sabía que podía aspirar a algo más. Así, el salir fuera y formarme formaba parte de querer crecer como persona y las circunstancias me llevaron a París, pese a que mis primeras opciones fueron países como Alemania o Suecia. Sin saberlo, mi estancia en París se convertiría en un punto de inflexión en mi carrera, pues allí no solo pude escuchar a las mejores orquestas del mundo, sino que disfruté de clases magistrales con directores de prestigio y ante los que tuve la posibilidad de mostrar mis habilidades.

Allí, tuve la oportunidad de conocer a Paavo Järvi, un director al que admiraba y que, sin saberlo, se convertiría en mi principal mentor, siendo nombrado en esos momentos director de la orquesta sinfónica de París. Gracias a Pablo disfruté de mi primera experiencia en la dirección internacional ejerciendo como su directora asistente en el Teatro de La Scala de Milán durante casi tres meses donde no solo hicimos ópera con cantantes de primer nivel sino también ballet y un concierto con la orquesta sinfónica del teatro. Desde ese momento para mí la dirección musical se convirtió en mi pasión. Podría decir que es lo más importante de mi vida junto a mi hija.

¿Durante dichas máster clases, tenía muchas compañeras mujeres? ¿Cómo ve la figura de la mujer en el sector?

La mayoría eran chicos, pero yo a donde he ido siempre me he encontrado una compañera. En Sevilla era yo la única chica en las clases magistrales, pero siempre tuve referentes femeninas en el sector como la directora estadounidense Marin Alsop, Susanna Mälkki de Filandia o Dalia Stasevska que fue directora asistente de la Orquesta de París. Actualmente, considero que el panorama está cambiando y cada vez el número de directoras se aproxima más al de directores y en cualquier orquesta que se precie la mitad de la plantilla son mujeres. No obstante, orquestas reconocidas internacionalmente como la de Viena fueron las últimas en incorporar mujeres a su plantilla en 1997. Es un cambio sustancial y bastante positivo, ya que hace 20 años era impensable que hubiese mujeres al frente de la banda de música de una hermandad. Actualmente, aquí en Andalucía conozco a dos chicas más que están dirigiendo bandas. En mi caso personal nunca he pensado no dedicarme a esto por ser mujer.

Su debut en el Carnegie Hall debió haber sido un momento memorable ¿Podría compartir cómo fue esa experiencia y qué significó para usted?

Fue una experiencia totalmente fortuita, pero muy especial. Yo soy natural de la Puebla del Río, pero vivo en Coria del Río. Un pueblo que, aunque quepa de extrañar, está muy vinculado históricamente con Japón. El motivo es que, camino de Roma, un barco de japoneses paró en Coria y muchos de sus tripulantes decidieron quedarse a vivir allí. Para conmemorar la unión de ambos pueblos o civilizaciones a través de la música, un músico japonés residente en Nueva York, Mike Shirota, me propuso como directora del coro de Coria viajar a Japón, un viaje en el que nos unimos a otro coro japonés para hacer música juntos. Este primer contacto de Japón fue tan relevante que Mike Shirota decidió llevarnos a organizar con nosotros un concierto benéfico en Nueva York para recaudar fondos por el tsunami que devastó toda la zona este de Japón. Allí me ofreció la posibilidad de dirigir al coro de Japón y al de Coria juntos y sin duda lo acepté.

Ha trabajado con orquestas y artistas de renombre. ¿Hay alguna colaboración que haya sido especialmente enriquecedora o inspiradora? Recuerdo con mucho cariño una gira que hice con una orquesta italiana en verano de 2017, sinfónica Abbruzzeze. Esta fue la primera orquesta profesional con la que yo trabajé y, a raíz de eso, me llamó la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y la Orquesta Sinfónica de Bilbao.

El cargo actual que desempeña es la dirección de la Sociedad Filarmónica de la banda de la Oliva de Salteras. ¿Cómo contactaron con usted? ¿Cuál fue el proceso o criterio de selección?

A mí me contactan en verano de 2022 y fue toda una sorpresa porque yo estaba en Canarias de vacaciones. Ahí tuvimos una primera entrevista y después me propusieron hacer como una especie de periodo de prueba dirigiendo a la banda. Por este periodo de prueba pasamos yo y otro director, pero finalmente en diciembre de 2022 me comunican que había sido seleccionada. De esa forma comienzo a ejercer como directora oficial de la banda en enero de 2023, sucediendo a Amadora Mercado, la primera directora mujer que tuvo la banda de la Oliva de Salteras.

¿Qué cree que ha aportado su forma de dirigir a la banda de música de Salteras? 

Mi forma de dirigir influye directamente en lo que suena cuando la banda o la orquesta toca. Desde que estoy en la banda he visto un cambio muy sustancial hasta el punto de que mucha gente nos dice que no parece una banda, sino una orquesta sinfónica. Para mí, en cierta forma, esto es algo positivo, ya que las bandas, tradicionalmente, han contado con una dirección muy vertical, es decir, con cambios notables entre una marcha procesional y otra. Yo les estoy aportando una visión más horizontal, caracterizada por la conexión de la música entre frases, para hacer grandes frases musicales. Siempre he intentado que la música hable, que logre hacer sentir y vivir algo, por eso yo busco que los músicos a los que dirijo en cierta forma digan algo con lo que tocan.

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