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La Cumbre del Clima publica su 'lista de deseos': sin mención a combustibles fósiles, pero sí a poner más dinero

Delegados en la COP27 de Egipto.

Raúl Rejón

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El presidente de la Cumbre del Clima de Egipto, Sameh Shoukry, ha publicado un esqueleto de los aspectos que “se entiende que reflejará la decisión final” de la COP27.

En esta especie de lista de deseos que las partes negociadoras han sacado a la palestra se dice que “es urgente actuar para mantener [el objetivo de calentamiento máximo] al alcance de 1,5ºC”, pero no aparecen las palabras combustible fósil –que sería necesario abandonar para conseguir ese objetivo, según han explicado los científicos–.

También recoge que se “reconozca el desfase en mitigación”, es decir, que se subraye la diferencia entre lo que se está haciendo para recortar las emisiones y lo que los cálculos muestran que hay que hacer para evitar un calentamiento global disparado.

En ese sentido, este esqueleto incluye que se haga referencia a los “hallazgos del IPCC y la ONU” sobre los planes climáticos de los países. En este sentido, los análisis han reflejado que esos planes dejarían la temperatura extra del planeta en unos 2,5ºC, lejos de los acordado por los países.

La lista se alarga: habla de que es preciso cerrar los desfases en la mitigación del cambio climático, de incorporar los últimos hallazgos de los informes científicos, “llamar a una mayor ambición”, y de la “urgencia de realizar la transición energética [a fuentes renovables] a pesar de la crisis energética” que ha provocado la guerra en Ucrania.

Esta COP está bastante marcada por la financiación. ¿Quién paga la factura del cambio climático? La idea es que los países ricos –principales responsables históricos de las emisiones de CO2– asistan a los estados empobrecidos.

En la retahíla de puntos que los países quieren que la COP reconozca aparece “la necesidad de elevar la financiación” y subrayar “la urgencia de cumplir” con el fondo de 100.000 millones de dólares anuales que los estados ricos acordaron aportar cada año desde 2020. No se ha cumplido todavía.

El objetivo de ese fondo es, básicamente, que los países en desarrollo no deban recurrir a los combustibles fósiles para su progreso económico.

También se menciona la importancia de afrontar la “relevancia” de las “pérdidas y daños”. Esto implica compensar los impactos que el cambio climático ya produce en esos países empobrecidos aunque hayan aplicado medidas de adaptación a, por ejemplo, sequías, inundaciones o temporales.

Y no solo reconocer que esa es una realidad sino que es preciso dinero para compensarlo.

Todos estos puntos y “los que haga falta añadir”, como apostilla este documento, conforman una enumeración que, a partir de este momento, los cabeza de delegación –como el enviado especial estadounidense John Kerry o la vicepresidenta Teresa Ribera– tendrán que amoldar en un texto final.

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