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La justicia francesa rechaza retirar la Legión de Honor al dictador Franco

Franco junto a Philippe Pétain. A sus espaldas, Ramón Serrano Suñer

Carlos Hernández

“Hemos perdido una batalla, pero no la guerra. Aún tenemos varios cartuchos en la recámara. Franco fue un tirano que acabó con la democracia y asesinó a decenas de miles de opositores y acabará perdiendo la Legión de Honor”. Lejos de desanimarse, Juan Ocaña está convencido de que, más pronto que tarde, el Estado francés retirará la condecoración que otorgó a Franco a finales de los años 20 por recomendación del militar filonazi Philippe Pétain.

Este hijo y hermano de víctimas del franquismo, afincado en Francia, lleva ya dos años peleando política y judicialmente para que ese país retire la alta distinción de que disfruta el dictador español. Ahora acaba de recibir la sentencia del Tribunal Administrativo de París en la que rechaza su petición por motivos puramente reglamentarios.

Los magistrados no han entrado a analizar la figura del dictador y, por tanto, no han valorado sus méritos y deméritos para conservar la condecoración. En su fallo se limitan a defender la tesis de que la legislación francesa no permite retirar la Legión de Honor a un ciudadano extranjero que ya haya fallecido. “Mi abogada y otros juristas —asegura a eldiario.es Juan Ocaña— no coinciden con esa interpretación de ley y por eso vamos a recurrir esta decisión”.

Ocaña, apoyado por el colectivo Caminar, que agrupa a numerosas asociaciones del exilio republicano español en Francia, prepara ya un recurso que presentarán ante la justicia administrativa francesa. Lo basarán en uno de los artículos del Código de la Legión de Honor, el 135.2, que sí establece la retirada de la distinción si el portador “ha cometido actos o comportamientos que pueden ser contrarios al honor o susceptibles de dañar los intereses de Francia en el extranjero o causas que apoya en el mundo”. Paralelamente emprenderán distintas iniciativas de carácter político para intentar que el presidente de la República, Emmanuel Macron, ejerza su potestad como máximo responsable de la Cancillería de la Legión de Honor y acabe con lo que consideran que es “una injusticia histórica”.

Un padre en Mauthausen y un hermano asesinado

Juan Ocaña es conocido entre los periodistas y las asociaciones memorialistas por ser hijo de uno de los miles de españoles que fueron deportados a campos de concentración nazis, debido a la alianza existente entre Franco, Hitler y Pétain. Su padre, José, logró sobrevivir a cuatro años de durísimo cautiverio, aunque arrastró secuelas físicas y psicológicas durante el resto de su vida. Lo que muy pocos saben es que a Juan le atormenta otra historia aún más terrible, la que protagonizó muy a su pesar su hermano Pepico.

“Durante la guerra de España —recuerda Juan— mi padre fue una de las personas que se dedicaban en Albacete a incautar locales para alojar a los soldados republicanos, a los miembros de las Brigadas Internacionales y también a los refugiados civiles que llegaban huyendo de las tropas ocupadas por los franquistas. Uno de esos locales era el de un médico conocido por sus ideas ultraderechistas. Nunca le perdonó por ello”. El padre de Juan abandonó la ciudad para combatir en diversas batallas, incluida la del Ebro, y acabó primero en Francia y más tarde entre las alambradas nazis de Mauthausen. En Albacete quedó su esposa, embarazada de Juan, dos hijas y el pequeño Pepico, que contaba tres años de edad.

“En 1940 Pepico enfermó, mi madre le llevó al médico y le atendió el doctor ultraderechista…”. Juan tiene que tomarse un pequeño respiro para recuperar una voz cada vez más quebrada y poder continuar su relato: “El médico hizo salir a mi madre de la consulta y se quedó a solas con mi hermano. No sé por qué mi madre accedió a ello… si fue por miedo, por ignorancia… —reflexiona Juan—. Unos minutos después salió con mi hermano en brazos y se le arrojó a mi madre diciéndole «un hijo de rojo menos; ya puedes ir a enterrarlo». No sabemos lo que le hizo, pero le mató”.

Muchos años después, los Ocaña colocaron una pequeña placa en el lugar del cementerio de Albacete en el que reposan los restos de Pepico. “No quiero venganza —asegura Juan—. Solo quiero Justicia y el hecho de que el dictador que provocó miles de tragedias como la de mi familia conserve la Legión de Honor es todo un símbolo con el que debemos acabar para siempre”.

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