Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El internado franquista “del horror” donde se prohibía beber agua a las niñas

Chus Gil estuvo en el preventorio y sostiene una foto de ella de niña. / Foto cedida

Sofía Pérez Mendoza

La fachada de piedra está intacta. Los cambios en el interior no han conseguido despojar al edificio de ese halo hostil, frío, casi fantasmagórico. Lo que hoy es la residencia de ancianos Virgen de la Cabeza, perteneciente a la Guardia Civil, fue durante tres décadas un internado franquista al que las familias enviaban a sus hijas para las colonias de verano –en muchos casos, aunque funcionaban todo el año– en la sierra de Guadarrama, en Madrid. Al menos veinte mujeres que pasaron por allí de niñas relatan vejaciones y malos tratos por parte de las cuidadoras y el cura en la década de los sesenta y setenta. Once de ellas se personaron en la querella argentina contra los crímenes del franquismo y pretenden hacerlo en septiembre como asociación de víctimas del Preventorio Doctor Murillo de Guadarrama.

La declaración de Paloma Fernández viajó de España a Argentina y llegó a las manos de la jueza instructora María Servini de Cubría. En un papel volcó los recuerdos del preventorio “del horror”, donde se sentía “como una presa”. Paloma tenía 11 años en el verano de 1971. La ilusión de pasar un verano divertido en lo que a priori se vendía como un campamento de niñas desapareció en el mismo momento que entró por la puerta del preventorio: “me desnudaron, me ducharon y me quitaron toda la ropa que llevaba en la maleta”, recuerda.

El padre de Paloma, médico de profesión, “se quedó aterrorizado cuando apareció por sorpresa a verme”, cuenta ella. Gracias a esa visita inesperada, la niña solo estuvo 20 días en el internado; tiempo suficiente para ver, afirma, los insultos y malos tratos que proferían las cuidadoras a sus compañeras. “Yo iba de enchufada y jamás me tocaron”, puntualiza.

Chus Gil fue una de esas compañeras. No se conocen, pero coincidieron en el preventorio en los meses estivales de 1971. Era el segundo verano que Chus pasaba allí. “Tenía pánico de hablar y de llorar, reprimía el llanto todo el tiempo. Recuerdo un dolor tremendo de garganta de contenerme. Me metí en mi mundo porque cada vez que miraba a mi alrededor veía el horror”, relata. Las dos mujeres detallan “prácticas habituales” en el internado, como obligar a pasearse con la sábana a las niñas que se orinaban en la cama o pasarles una vela por sus genitales si no lograban contenerse por la noche.

Agua solo dos veces al día

Ni a Chus ni a Paloma se les olvida “la pasta blanca no identificada” que comían de lunes a domingo; y tampoco la disciplina de beber agua solo dos veces al día. “Había niñas que comían pasta de dientes de la sed que tenían”, narra Paloma. Ambas recuerdan la ropa interior que les obligaban a llevar. “Eran una especie de pololos con una cuerda que se nos caían. Resultaba incomodísimo y viejo, como todo lo que nos ponían a pesar de que cada una traíamos nuestra ropa de casa”.

Hubo un día, cuenta Chus, que no pudo quitarse la ropa interior en la ducha semanal. Tenía la piel repleta de llagas y ampollas “muy dolorosas”. “Llevaba avisando varios días de lo que me estaba pasando, pero nadie me hizo caso”. Según su relato, fue sacada inmediatamente del preventorio, a pesar de que las instalaciones contaban con una enfermería –“la casita”, la llamaban– de la que nunca pudieron recuperar sus expedientes médicos.

Cuentan que se los tragó la tierra y, con ellos, las pruebas del delicado estado de salud de algunas niñas dentro del preventorio. De adultas recuerdan –y todas coinciden– unas inyecciones diarias de color amarillo y blanco cuyo contenido es imposible conocer sin esos documentos médicos.

El ministro responsable, imputado

El internado pertenecía al Patronato Nacional de la Lucha contra la Tuberculosis, un organismo creado en tiempos republicanos que se reconfiguró como un eje vertebral del régimen franquista ya en los años de la Guerra Civil. El Patronato gestionaba estos “campamentos de verano” para niños y niñas –separados– de entre 7 y 12 años a través del Servicio de Colonias Preventoriales.

Durante la contienda, el bando golpista se propuso construir 40 sanatorios, aunque no fue hasta 1940 cuando se aprobó un ambicioso plan con efecto de propaganda (“La España sana habrá de sacrificarse por la España enferma”) para abrir 20.000 camas: se destinó un presupuesto extraordinario de 178 millones de pesetas para este fin. La tuberculosis tardó años en erradicarse en España, pese al montaje de este escaparate –entre la beneficiencia y el adoctrinamiento– cuyos resultados, más que reales, fueron cosméticos

Blas Pérez González estaba entonces al frente del Ministerio de Gobernación, del que dependía la Dirección General de Sanidad, responsable del Patronato. El dirigente, fallecido en 1978, fue uno de los 35 altos cargos del franquismo imputados por la Audiencia Nacional en la causa instruida por Baltasar Garzón por delitos de detención ilegal y crímenes de lesa humanidad cometidos durante la Guerra Civil y en los primeros años de dictadura. Es también una de las personas a las que, post mortem, el Ayuntamiento de Madrid ha retirado la medalla de honor de la ciudad.

El edificio, en el municipio de Guadarrama, sigue hoy en pie y pertenece a la Asociación Pro-Huérfanos de la Guardia Civil, una organización subvencionada por la Comunidad de Madrid. La asociación amplió las instalaciones y creó un bloque anexo para reconvertir el antiguo preventorio en una residencia de ancianos cuyas plazas están reservadas para personal del Instituto Armado y sus familiares.

El PP defiende la“inocencia de las cuidadoras”

El programa de Antena 3 Espejo Público reunió en el mismo plató en 2012 a mujeres denunciantes de malos tratos y vejaciones en el preventorio con sus cuidadoras. Las víctimas relataron entre acusaciones de mentira y falsedad vivencias traumáticas que alcanzan a delitos tan graves como el de abusos sexuales a menores. Dolores Zamorano contó que fue violada por el cura del internado cuando se quedaba a solas con él para preparar la primera comunión.

Tras la emisión –en la que algunas ex cuidadoras defendieron que “si tienes que lidiar con 600 personas, me imagino que tendrás que tener una disciplina”–, el PP presentó una moción urgente en el pleno del Ayuntamiento de Guadarrama para solicitar una declaración del consistorio y el resto de grupos políticos que mostrara el “apoyo unánime a la presunción de inocencia de las extrabajadoras”. A su juicio, el testimonio de Dolores y otras mujeres perjudicaba a la imagen del pueblo y dañaba la “honorabilidad de muchas de sus familias”. La moción fue aprobada gracias a los votos a favor de APPG, una escisión del PP que estaba y sigue estando en el gobierno municipal.

Las mujeres que acudieron al plató han ido encontrándose unas a otras estos últimos años a través de grupos de Facebook. Coinciden en lo mucho que les ayudó localizar a personas que tenían relatos similares y con quienes podían compartir las experiencias en Guadarrama sin ser señaladas, acusadas o juzgadas. Por primera vez.

Etiquetas
stats