El vestido blanco que Marilyn Monroe lució en la famosa escena de La tentación vive arriba (The Seven Year Itch, 1955) no solo es un símbolo de sensualidad, sino también una pieza clave en la historia del cine y la moda. Diseñado por William Travilla, se ha convertido en una de las prendas cinematográficas más reconocibles y valiosas jamás subastadas
La secuencia fue concebida como un golpe publicitario para la película. Monroe, ataviada con un vestido de cóctel color marfil, se coloca sobre una rejilla del metro mientras una corriente de aire eleva la falda. Parte de la escena se rodó de madrugada en Lexington Avenue, Nueva York, ante cientos de curiosos y fotógrafos; debido al ruido y la dificultad de rodar allí, se repitió en estudio en Los Ángeles para la toma definitiva que aparece en la película.
El vestido, de corte A y falda plisada, estaba confeccionado en un tejido ligero que se movía con facilidad. Su escote halter, ceñido a la cintura, realzaba las curvas de Monroe y le daba una silueta inconfundible. La imagen resultante, sencilla pero cargada de carisma, se convirtió en una de las más recordadas del Hollywood clásico.
¿Quién fue Marilyn Monroe?
Marilyn Monroe, nacida como Norma Jeane Mortenson el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, se convirtió rápidamente en uno de los iconos más grandes de la cultura popular. Con su mirada seductora, su figura inconfundible y su carisma, Monroe se ganó el corazón de millones de personas alrededor del mundo. Fue una de las actrices más taquilleras de su época, y su nombre sigue siendo sinónimo de glamour y belleza. A pesar de su éxito en la pantalla, su vida estuvo marcada por tragedias personales y problemas de salud mental, lo que la convirtió en una figura compleja y a menudo incomprendida.
Su relación profesional con William Travilla fue una de las más emblemáticas de la industria del vestuario en Hollywood. Travilla, un talentoso diseñador que también fue responsable de muchos de los looks más recordados de Monroe, trabajó por primera vez con ella en La jungla de asfalto (1950). Sin embargo, fue con La tentación vive arriba donde su colaboración se volvió legendaria.
Tras la muerte de Monroe en 1962, Travilla conservó el vestido de la famosa escena junto con otros diseños creados para ella, guardándolos como parte de su archivo personal. Tras el fallecimiento del diseñador en 1990, las prendas pasaron a la colección de la actriz Debbie Reynolds, que las mantuvo hasta que en 2011 decidió subastarlas. Fue entonces cuando el vestido alcanzó el ya mencionado precio millonario.
La historia del vestido
El vestido de cóctel de Marilyn no solo tiene valor como prenda de cine, sino que, con el tiempo, adquirió un valor simbólico y económico incalculable. Tras la muerte de Monroe en 1962, el diseñador conservó bajo llave la prenda, que fue guardada como un tesoro privado. Después de su fallecimiento en 1990, las prendas pasaron a formar parte de colecciones privadas. En 2011, el vestido fue subastado por la actriz Debbie Reynolds, alcanzando los mencionados 5,52 millones de dólares.
Este vestido fue adquirido por un comprador anónimo, quien decidió ponerlo nuevamente en subasta. El mercado de prendas históricas de cine ha visto un crecimiento en los últimos años, y el vestido de Monroe sigue siendo uno de los artículos más codiciados por coleccionistas y fanáticos de la moda. La prenda no solo representa un legado de la historia del cine, sino que encapsula la fascinación que la figura de Marilyn Monroe sigue ejerciendo sobre el público.
El impacto cultural del vestido
Más allá de su valor en las subastas, este vestido ha mantenido su relevancia en la cultura pop a lo largo de los años. La fotografía más famosa asociada a la prenda, tomada por Garry Winogrand durante el rodaje de la película, sigue siendo un emblema de la sensualidad y el poder de la mujer en Hollywood. A través de los años, la imagen de Monroe con su vestido ondeando al viento ha sido reproducida en todo tipo de medios y se ha convertido en un símbolo visual de la era dorada del cine.
El Museo Thyssen-Bornemisza de Málaga, por ejemplo, exhibe una de estas fotografías como parte de su colección, lo que demuestra cómo la imagen sigue fascinando al público, incluso décadas después de la muerte de Monroe. Su figura sigue siendo un faro para quienes buscan en la moda y el cine un punto de referencia para entender la belleza y el glamour del pasado.