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Quién es Barrett Brown, el periodista especializado en espionaje que está en la cárcel

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Fran Andrades

Casos tan mediáticos como los de Julian Assange, Bradley Manning o Edward Snowden y otros como el de Aaron Swartz o Hervé Falciani como ejemplo europeo, han situado al activismo en la red y el filtrado y revelación de informaciones sobre el proceder de gobiernos, su diplomacia y el espionaje en el primer plano informativo. Acusados por el gobierno estadounidense de traición, el impacto mediático y social de sus acciones acumulan simpatías y movimientos de indignación. Sin embargo, actores menos conocidos de la misma historia sufren la parte más dura de la misma maquinaria que ponen en entredicho.

Barrett Brown, es considerado la mayor autoridad periodística actual acerca de todo el fenómeno surgido en torno a Anonymous, hasta el punto de ser considerado por muchos como una suerte de portavoz. Sus colaboraciones en diversos medios y las revelaciones a propósito de las ampliaciones que el espionaje privado de compañías como Stratfor o HB Gary tenía para la seguridad ciudadana lo situaron en el punto de mira de diversas agencias al quedar expuestas ante la opinión pública en diversos artículos en The Guardian, Al Jazeera, Huffington Post o New York Press.

El trabajo de interpretación de remesas de filtraciones por parte de Wikileaks y la publicación de enlaces a documentación obtenida por Anonymous sería el detonante para que en 2012 el FBI lo detuviera finalmente bajo la acusación de revelación de secretos tras varios registros infructuosos en su domicilio y el de su propia madre.

Entre las revelaciones más significativas en la trayectoria de Brown destaca la denuncia del proceso de privatización y delegación de servicios de seguridad y espionaje. En concreto, consiguó información para revelar que actualmente existen unas 2.000 compañías privadas vinculadas de un modo u otro a la seguridad privada y el espionaje en EE.UU.

Periodismo activista frente a la privatización del espionaje

Periodismo activista frente a la privatización del espionajeLa trayectoria de este periodista desde 2005 pasa por sucesivas revelaciones en torno a la gestión del presupuesto de seguridad del gobierno estadounidense. Una de las más interesantes es la puesta en conocimiento público de la contrata de Trapwire para iniciar un servicio centralizado de videovigilancia con reconocimiento facial por parte del FBI. En su momento, la revelación de que la compañía Abraxas, propietaria de Trapwire y fundada por antiguos miembros de CIA, estaba desarrollando tal proyecto causaría revuelo mediático.

En 2009 inicia el Projecto PM, un sistema distribuido de colaboración para indagar sobre los contratistas privados del gobierno estadounidense que trabajan en los terrenos de la ciberseguridad, la inteligencia y la vigilancia. El mismo año, con la primera gran filtración de WikiLeaks, pasó a analizar los cables diplomáticos revelados y se involucra de lleno en la defensa de la transparencia y del caso abierto contra Bradley Manning.

En poco tiempo, Brown fue uno de los periodistas que más interés puso en las operaciones de Anonymous y los resultados de estas. Así la documentación que se hizo pública a partir de algunas de sus operaciones de infiltración fue pormenorizadamente analizada con revelaciones incómodas.

Apariciones suyas como las del documental We Are Legion y la dureza de muchos de sus trabajos periodísticos, acrecientan todavía más su vinculación pública con Anonymous, lo que junto al sigilo de sus miembros focalizaría aún más en su persona la animosidad de sus detractores.

Investigando a las contratas

Investigando a las contratasEn 2011 Anonymous hackeó la compañía de seguridad HB Gary filtrando miles de correos electrónicos muy comprometidos. Entre lo más destacado estaban los planes para tratar de destruir la reputación de WikiLeaks y la imagen de sus principales protagonistas, especialmente Julian Assange. También parece que habían conseguido información acerca de miembros de Anonymous, la que pretendían vender al FBI. La difusión de dicha información por parte de Brown condujo al cese de su Director General, Aaron Barr.

Seguidamente, nuevas filtraciones sacaron a la superficie al Equipo Themis, un grupo de contratistas que planeaban demoler a grupos de hackers de Anonymous mediante la infiltración y la creación de perfiles falsos. Asimismo buscaban la forma de silenciar a periodistas simpatizantes con las operaciones de estos. Entre los nombres de los contratistas desvelados destaca la compañía Booz Allen Hamilton, para la que trabajaba Snowden, Palantir, dedicada a la minería de datos en redes y el contraespionaje o HBGary Federal de nuevo. Esta información puso en tela de juicio contratos públicos multimillonarios que en casos como el de Palantir, sumaban en 2011 más de 250 millones de dólares.

Una nueva remesa de filtraciones de WikiLeaks, y una operación de Anonymous esta vez en relación a la empresa privada estadounidense Stratfor, especializada en servicios de inteligencia y espionaje, puso sobre la mesa más asuntos comprometedores sobre los que Brown escribió profusamente. Asimismo fue de los primeros en alertar sobre la exposición de datos privados que la intrusión había provocado, sobre todo en lo que concernía a nombres y números de tarjetas de crédito. De hecho, el enlace a estos datos se había hecho público y precisamente Brown, alertaba de su existencia.

La puesta en conocimiento público de las contratas privadas en seguridad, su costo y su auténtica forma de operar, revelada a través de la documentación confidencial filtrada deja en muy mal lugar a todos los actores implicados en las sucesivas revelaciones en las que Brown juega un papel relevante en cuanto a su difusión por diversos medios.

Persecución y detención

Persecución y detenciónConvertido en objetivo de las mismas agencias que criticara, entre ellas el FBI, un primer registro de su domicilio en marzo de 2012 no consigue pruebas incriminatorias ni relación alguna con actividades de Anonymous. En muchos aspectos este acoso policial nos recuerda al sufrido por Aaron Swartz. La diferencia es que Brown, tras nuevos registros en el domicilio de su madre, realizó unas declaraciones en YouTube en las que comparaba a los miembros del FBI con el clan mafioso de los Zetas.

En septiembre de 2012 fue detenido por el FBI, en principio sin cargos. En octubre le denegaron la libertad bajo fianza y comenzó a formularse la acusación que desde entonces no ha parado de acumular cargos que no han hecho mas que dilatar la prisión preventiva a la que está sometido.

El texto incriminatorio es un compendio de enlaces y comentarios de Brown en medios como Twitter y YouTube, a través de los que se pretende trazar una relación entre este y hackeos e intrusiones informáticas de Anonymous. También se le acusa de conspirar para revelar información privada y actuar contra la autoridad federal, todo ello basándose en enlaces públicos y comentarios, muchos de ellos personales pero todos vinculados a su actividad periodística. Buena parte de su acusación recae en su supuesta colaboración con la intrusión en la red de Stratfor y el enlace a los datos analizados. A pesar de ello, no se ha demostrado ninguna relación de este con dicho hackeo, más allá de la crítica a dicha empresa.

En palabras de su abogado Ahmed Ghappour: “el problema es que haya empresas haciendo trabajo de inteligencia muy sensible para el gobierno. De ello se desprende que los enemigos de las empresas son también suyos y les interesa silenciar o enjuiciar periodistas que las investigan”.

En un momento particular en el muchas de las revelaciones perturban a la opinión pública, casos como el de Barrett Brown, un periodista especializado en el tema del espionaje, pueden indicarnos cuál sería el destino de gente mucho más implicada en las filtraciones como Snowden o Assange y las garantías jurídicas que pueden esperar.

Actualmente, existe una campaña abierta para dar a conocer este caso, con una página para financiar la defensa de este y la difusión de toda la información existente.

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