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The Guardian en español

Los incendios en las favelas de Sao Paulo son más frecuentes en los terrenos que más valen

Sao Paulo muestra una tendencia creciente a desalojar comunidades informales, en vez de mejorar su infraestructura

Iuri Barcelos y Natalia Viana

São Paulo —

La ola de incendios que ha atacado a las favelas de São Paulo en los últimos años parece concentrarse en los terrenos más caros, según una investigación de Guardian Cities y Agência Pública. Posiblemente, el hallazgo hará aumentar la sospecha de que muchos de los incendios son intencionados, pese a la polémica comisión parlamentaria para tratar el problema que en 2012 terminó sin una conclusión.

De acuerdo con el nuevo análisis, el precio de los terrenos en 80 favelas afectadas por los incendios era un 76% más alto que el valor medio de los terrenos de viviendas informales en São Paulo. Los datos proceden de los registros de Defensa Civil para el período comprendido entre 2008 y 2012.

La investigación también encontró que los incendios ocurrieron con mayor frecuencia en los distritos urbanos donde las propiedades valían más.

Más de un millón y medio de personas viven en las 1.700 favelas de São Paulo. En su mayoría, son asentamientos precarios sin acceso formal a sistemas de alcantarillado, agua, electricidad o recogida de basura.

Pero muchas de esas favelas se asientan en terrenos de primera calidad. A medida que aumenta el valor de la tierra en São Paulo, aumenta la presión para arrasar con las favelas y desplazar a las personas que viven en ellas.

El último viernes, poco después de la medianoche, estalló el fuego en la favela de Levanta Saia en Campo Belo, una de las regiones más ricas de la ciudad. Trece camiones de bomberos lucharon contra las llamas mientras las familias esperaban en las calles con las pocas pertenencias que habían podido salvar.

El organizador de fiestas infantiles Felipe Ramón, de 23 años, tenía en sus manos un pequeño vaso con lo que le había quedado de sus cosas: un cepillo de dientes y un tubo de pasta dentífrica. Contó a the Guardian que esa era la séptima vez que él y su madre perdían su hogar por el fuego.

Antes de Levanta Saia, Felipe Ramón había vivido en la Favela do Piolho, también en Campo Belo. En septiembre de 2014, esa favela fue consumida casi en su totalidad por un fuego que destruyó en torno al 80% de las viviendas y dejó a 264 familias sin hogar. Era el segundo incendio en dos años.

Terreno muy deseable

Aunque las chabolas de madera y el desorden de los cables siguen representando un riesgo de incendio, en el área más amplia de Campo Belo hay buenas instalaciones educativas y servicios de transporte público y salud, lo que convierte al lugar en un terreno deseable.

“Vivimos en un barrio donde la especulación es extraordinaria”, dice Rudnéia Arantes, líder de la Favela do Piolho. Según Arantes, los residentes no quieren irse de allí. “Hay escuelas, ONG, tiendas, guarderías y todo lo demás. ¿Por qué te irías de aquí? ¿Adónde iría la gente?”

Por lo general, las autoridades niegan cualquier tipo de relación con el valor de los terrenos y atribuyen la alta frecuencia de los incendios en las favelas a la mala calidad de la infraestructura y a la densidad de población.

“No podemos hablar de incendios criminales motivados por intereses inmobiliarios, ya que hasta ahora no hay pruebas que lo demuestren”, fue la conclusión de la comisión parlamentaria creada en 2012 para investigar esas posibles relaciones.

Pero según el análisis de the Guardian Cities y Agência Pública, que usó las estimaciones de la asociación de bienes raíces Secovi, el valor comercial medio de las favelas alcanzadas por el fuego en 2013 fue de aproximadamente 291 reales por metro cuadrado (unos 75 euros, al tipo de cambio actual). En una muestra aleatoria de 460 favelas, el valor comercial medio para ese mismo año era de sólo 166 reales por metro cuadrado (unos 43 euros).

El análisis también demostró que los incendios eran más frecuentes en las zonas más ricas. En los últimos cinco años, 23 incendios (alrededor del 29% de los analizados) ocurrieron en los 15 distritos de mayor valor inmobiliario de la ciudad, donde sólo hay 145 de todas las favelas paulistas (el 10%). En los distritos restantes, donde está la mayoría de las favelas, hubo 52 incendios: uno por cada 29 comunidades, frente a uno por cada seis en las zonas más ricas.

Entre 2001 y 2012, el departamento de bomberos tiene registros de 1.648 incendios en favelas. En 2016 hubo 202, y muchos más en lo que va de 2017.

Cada nuevo incendio alimenta una vieja sospecha: que los incendios son provocados por grupos vinculados a las inversiones inmobiliarias de la zona. En 2012 se creó una comisión parlamentaria para investigar esas denuncias, junto con las pesquisas de la policía y de los órganos municipales.

Pero su informe final fue ambiguo. La conclusión era que los incendios se habían producido debido a “una suma de factores”, como el clima, la humedad, la falta de lluvia, los materiales de construcción inflamables y las instalaciones eléctricas de mala calidad.

La comisión recibió numerosas críticas porque se reunió sólo en seis ocasiones, y no en las trece que se había programado, por falta de quorum.

Extrañas donaciones de inmobiliarias

Por otro lado, el portal de noticias brasileño UOL reveló en 2012 que todos los miembros de esa comisión recibían donaciones de empresas inmobiliarias. Al presidente de la comisión, Ricardo Teixeira, las inmobiliarias le donaron 464.000 reales (120.000 euros) para financiar su candidatura a concejal.

Tras el incendio de 2012 en Favela do Piolho, un informe del departamento de bomberos advirtió del riesgo continuo al que se exponía la comunidad por las deficiencias de la infraestructura.

Después del incendio siguiente, en 2014, comenzó a cuestionarse si la ciudad había tomado o no las medidas necesarias para evitar nuevos fuegos. Se supone que el asunto está siendo investigado por la Fiscalía General de Vivienda y Urbanismo pero un informe reciente del Ayuntamiento sugiere que aún no le asignaron los recursos necesarios.

La casa de Carla Aparecida se incendió en ambos incendios: la primera en 2012 y la segunda en 2014. “Me llevó más de un año reconstruir y cuando sólo me quedaba una nevera [por volver a comprar] vino el otro fuego”, dice la joven de 34 años. “Lo quemó todo, todo, todo, todo”.

Tras el incendio de 2014, Aparecida cuenta que en el Ayuntamiento le ofreció ayuda a cambio de que se fuera de la zona. En ese momento aceptó, aunque luego volvió a Favela do Piolho, donde ahora vive con sus cinco hijos en una chabola aún más pequeña: cuatro metros cuadrados.

Los residentes también sospechan que la lentitud de los bomberos en acudir en muchas ocasiones es otro indicio de que quieren que se vayan del lugar. También dicen que la ayuda después de los incendios es desigual. El Ayuntamiento insiste en que todas las reducciones en ayudas a afectados por incendios se deben a los datos incorrectos o inconsistentes que aportan los residentes.

Según los analistas, São Paulo muestra una tendencia creciente a desalojar comunidades informales, en vez de mejorar su infraestructura. De acuerdo con Margareth Matiko, coordinadora de urbanismo del Instituto Pólis, “encontrar una solución para estas comunidades solía formar parte de los planes de reurbanización de la ciudad”. “Lo que ha sucedido es que los gobiernos han comenzado a adoptar la política de desplazar a la población para construir grandes proyectos urbanos, como el caso del Urban Espraiada Water Operation”.

El Urban Espraiada fue un plan de desarrollo que tuvo como objetivo mejorar el tráfico, las carreteras, la vivienda social y los espacios de ocio en el distrito de Pinheiros: provocó que más de 11.000 familias se vieran obligadas a trasladarse a otro lugar.

En 2012 hubo otra investigación por los incendios de las favelas llevada a cabo por el Grupo de Acción Especial del Ministerio Público para Combatir el Crimen. Fue considerada no concluyente y cerrada. Este análisis se hizo con registros de la ciudad de São Paulo y del Secovi. El Ayuntamiento de la ciudad no ha querido hacer comentarios.

Traducido por Francisco de Zárate

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