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Ni una cucharada de azúcar

Akihiro Seita, Director de Salud de UNRWA

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Gaza se ha convertido en un campo de exterminio.

El otro día hablaba con mi amiga Sondos Abdu, que vive en Gaza, a través de las redes sociales. Su hijo tiene diabetes tipo 1 y necesita insulina a diario para sobrevivir. Debido al asedio prolongado, que impide la entrada de suministros y ayuda humanitaria, Gaza sufre una grave escasez de medicamentos vitales como la insulina.

Cuando le pregunté cómo estaba su hijo y si tenía acceso a insulina, su respuesta me hizo llorar: “La vida es muy dura. Simplemente, sobrevivir cada día es una lucha”, dijo. “Ahora mismo tenemos insulina”, añadió. Sentí cierto alivio, pero lo que dijo a continuación me dejó sin palabras: “Pero no tenemos azúcar”.

Hoy, en Gaza, casi no queda azúcar, fruta ni nada dulce. Me contó que el azúcar puede llegar a costar 100 dólares el kilo. “Ahora mismo, en Gaza, el azúcar es tan importante como la insulina”, aseguró. Esa frase me partió el corazón.

Los niños y niñas con diabetes tipo 1 necesitan múltiples inyecciones de insulina cada día. Pero, a veces, la insulina actúa con demasiada fuerza y provoca hipoglucemia, una bajada del azúcar en sangre que puede provocar la pérdida del conocimiento e, incluso, la muerte. Sin embargo, con un poco de zumo, un caramelo o algo de azúcar, se puede prevenir o tratar fácilmente.

Incluso cuando hay insulina disponible, no hay azúcar para contrarrestar los efectos secundarios. Lo que en un mundo normal no supone ningún problema, en Gaza es una realidad mortal. Es insoportablemente cruel.

Con la esperanza de poder hacer algo, contacté con un amigo de UNICEF. En Gaza, la desnutrición se trata con alimentos terapéuticos altos en calorías, elaborados principalmente con mantequilla de cacahuete. Le pregunté si estos podrían utilizarse para prevenir y tratar la hipoglucemia en niños y niñas con diabetes.

Pero la respuesta de mi amigo me rompió aún más el corazón: “Ya no quedan existencias en Gaza. Todo lo que teníamos antes, y lo que acababa de llegar, ha sido saqueado”.

En medio de la creciente crisis alimentaria, el saqueo se ha convertido en algo cotidiano para la supervivencia en Gaza. Los productos de nutrición especializada, diseñados para tratar a niños y niñas con desnutrición, no son una excepción.

Gaza se ha convertido en un auténtico campo de exterminio. Cada día, muchos civiles mueren a causa de los ataques israelíes. Y las vidas que deberían salvarse, como la del hijo de Sondos, también corren peligro. Incluso cuando hay medicamentos esenciales disponibles, no hay ni una pizca de azúcar. Y, si la hay, es demasiado cara.

“Sólo quiero proteger a mi hijo”, me dijo. Al pensar en las palabras de mi amiga, no pude contener las lágrimas.

No hay absolutamente ninguna justificación para que este conflicto continúe. Lograr un alto el fuego lo antes posible es un deber compartido por las partes implicadas y por la comunidad internacional.