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Sobre este blog

UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

Philippe Lazzarini, Comisionado General de UNRWA: “la historia nos juzgará a todos si no hay alto el fuego en Gaza”

Destrucción en Gaza tras bombardeos

Desde hace más de dos semanas, imágenes insoportables de tragedia humana han salido de Gaza. Mujeres, niños y ancianos están siendo asesinados, hospitales y escuelas han sido bombardeados - nadie se salva. Mientras escribo estas líneas, UNRWA, la agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, ya ha perdido trágicamente a 35 miembros de su personal, muchos de ellos asesinados mientras estaban en sus casas con sus familias. 

Barrios enteros están siendo arrasados sobre las cabezas de los civiles en uno de los lugares más superpoblados de la tierra. Las fuerzas israelíes han advertido a los palestinos de Gaza que se trasladen al sur de la franja mientras bombardean el norte, pero los ataques continúan también en el sur. No hay ningún lugar seguro en Gaza. 

Casi 600.000 personas están refugiadas en 150 escuelas y otros edificios de UNRWA, viviendo en condiciones insalubres, con escasez de agua potable, alimentos y medicinas. Las madres no saben cómo pueden asear a sus hijos. Las mujeres embarazadas rezan para no sufrir complicaciones durante el parto porque los hospitales no tienen capacidad para recibirlas. Familias enteras viven ahora en nuestros edificios porque no tienen adónde ir. 

Pero nuestras instalaciones no están a salvo: 40 edificios de UNRWA, entre escuelas y almacenes, han resultado dañados por los ataques. Muchos civiles que se refugiaban en su interior murieron trágicamente. 

Gaza ha sido descrita en los últimos 15 años como una gran prisión al aire libre, con un bloqueo por aire, mar y tierra que asfixia a 2,2 millones de personas en 365 km2. La mayoría de los jóvenes nunca ha salido de Gaza. Hoy, esta prisión se está convirtiendo en el cementerio de una población atrapada entre la guerra, el asedio y las privaciones. 

En los últimos días, las intensas negociaciones al más alto nivel han permitido por fin la entrada en la Franja de suministros humanitarios muy limitados. Aunque el avance es bienvenido, estos camiones son un goteo más que el flujo de ayuda que requiere una situación humanitaria de esta magnitud. Veinte camiones de alimentos y suministros médicos son una gota en el océano para las necesidades de más de 2 millones de civiles. El combustible, sin embargo, se ha negado rotundamente a Gaza. Sin él, no habrá respuesta humanitaria, no llegará la ayuda a las personas necesitadas, no habrá electricidad para los hospitales, ni agua, ni pan. 

Antes del 7 de octubre, Gaza recibía cada día unos 500 camiones de alimentos y otros suministros, incluidos 45 camiones de combustible para alimentar los coches, las plantas desalinizadoras de agua y las panaderías de la Franja. Hoy, Gaza está siendo estrangulada, y los pocos convoyes que entran ahora no aplacarán el sentimiento de la población civil de haber sido abandonada y sacrificada por el mundo. 

El 7 de octubre, Hamás cometió incalificables masacres de civiles israelíes que pueden equivaler a crímenes de guerra. La ONU condenó este horrible acto en los términos más enérgicos. Pero que no quede ninguna sombra de duda: esto no justifica los crímenes que se están cometiendo contra la población civil de Gaza, incluido su millón de niños.  

La Carta de las Naciones Unidas y nuestros compromisos son un compromiso con nuestra humanidad compartida. Los civiles -dondequiera que estén- deben ser protegidos por igual. Los civiles de Gaza no eligieron esta guerra. Las atrocidades no deben ir seguidas de más atrocidades. La respuesta a los crímenes de guerra no son más crímenes de guerra. El marco del derecho internacional es muy claro al respecto y está bien establecido. 

Harán falta esfuerzos auténticos y valientes para volver a las raíces de este mortífero bloqueo y ofrecer opciones políticas que sean viables y puedan permitir un entorno de paz, estabilidad y seguridad. Hasta entonces, debemos asegurarnos de que se respetan las normas del derecho internacional humanitario y de que se salva y protege a la población civil. Debe decretarse un alto el fuego humanitario inmediato que permita un acceso seguro, continuo y sin restricciones al combustible, los medicamentos, el agua y los alimentos en la franja de Gaza. 

Dag Hammarskjöld, el segundo secretario general de la ONU, dijo una vez: “La ONU no se creó para llevarnos al cielo, sino para salvarnos del infierno”. La realidad hoy en Gaza es que no queda mucha humanidad y el infierno se está estableciendo. 

Las generaciones venideras sabrán que vimos cómo se desarrollaba esta tragedia humana a través de las redes sociales y los canales de noticias. No podremos decir que no lo sabíamos. La historia nos preguntará por qué el mundo no tuvo el valor de actuar con decisión y detener este infierno en la tierra

Philippe Lazzarini es Comisionado General de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina.

Este artículo fue publicado originalmente en The Guardian.

Sobre este blog

UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

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