Lekeitio es una localidad del País Vasco, situada en la costa de Bizkaia, dentro de la comarca de Lea Artibai. Se encuentra a medio camino entre Bilbao y San Sebastián, a una hora aproximadamente de cada ciudad. El núcleo urbano está asentado entre las laderas de los montes Otoio y Lumentza, junto a la desembocadura del río Lea, que forma una pequeña ría al llegar al mar Cantábrico.
El entorno natural de Lekeitio está marcado por la presencia de dos playas, Isuntza y Karraspio, y por la isla de San Nicolás, ubicada frente al municipio. Esta isla queda unida a tierra firme durante la marea baja, cuando se puede cruzar a pie. La configuración del paisaje cambia con las mareas, lo que le da un carácter muy particular. A nivel urbano, el municipio conserva numerosos elementos históricos y arquitectónicos.
Lekeitio cuenta con una población de alrededor de 7.000 habitantes, con una historia estrechamente ligada al mar y a la actividad pesquera, especialmente durante los siglos pasados, cuando fue un importante puerto ballenero. A lo largo del tiempo, también ha sido lugar de residencia y paso de figuras relevantes, y conserva un importante patrimonio cultural que incluye iglesias, palacios, casas torre y antiguas construcciones relacionadas con la vida marinera.
Un pueblo forjado por el mar
Lekeitio fue fundado oficialmente en el año 1325, aunque hay evidencias de asentamientos humanos en la zona desde muchos siglos antes. Desde sus orígenes, su desarrollo ha estado profundamente ligado al mar. Durante la Edad Media y los siglos posteriores, su puerto fue uno de los más atractivos de la costa vasca, especialmente por la caza de ballenas y la pesca del bacalao, que se convirtieron en pilares de la economía local. Las embarcaciones salían al Atlántico en busca de cetáceos, cuyo aceite y carne eran productos muy valorados en Europa.
Este periodo de prosperidad dejó una huella visible en el casco histórico del municipio. Las casas señoriales de armadores y comerciantes, muchas de las cuales aún se conservan, son testimonio de una época en la que el mar era fuente de riqueza e impulso social. Con el paso del tiempo y el descenso de la pesca ballenera, Lekeitio supo adaptarse. Durante los siglos XVIII y XIX, otras actividades como la pesca costera, el comercio marítimo y la construcción naval mantuvieron viva la economía local.
La villa también comenzó a atraer a familias nobles y burguesas que construyeron residencias de veraneo, lo que transformó parte de su fisionomía urbana. Un ejemplo destacado del legado histórico es la Basílica de la Asunción de Santa María, construida en el siglo XV. Este templo gótico de gran tamaño refleja el auge económico que vivió Lekeitio durante aquellos siglos. Además, todavía pueden encontrarse restos de antiguas murallas defensivas, recuerdo de los tiempos en los que la villa debía protegerse de ataques desde el mar.
Paseo por el casco antiguo
El centro histórico de Lekeitio es un entramado de calles estrechas, edificios de piedra y casas con balcones de hierro forjado que reflejan siglos de historia vinculada al mar y al comercio. Muchas fachadas conservan escudos heráldicos que recuerdan el pasado de familias nobles y marineros influyentes, mientras que rincones como la calle Espeleta o la Plaza Arranegi invitan a caminar sin prisa, descubriendo detalles arquitectónicos y espacios tradicionales.
Uno de los puntos más representativos es la Plaza de la Independencia, el corazón social del municipio. Rodeada de soportales y presidida por el edificio del Ayuntamiento, es un lugar habitual de encuentro y centro de varias celebraciones locales. Desde allí, es fácil llegar a construcciones notables como la Torre de Zubieta o los palacios de Oxangoiti y Uriarte.
A escasos metros, el puerto de Lekeitio completa este recorrido histórico. Sigue siendo un espacio activo donde conviven embarcaciones pesqueras tradicionales con pequeños barcos de recreo. Desde sus muelles, se obtienen vistas privilegiadas del mar, del perfil de la villa y de la isla de San Nicolás. En los alrededores del puerto también se encuentra la Basílica de la Asunción de Santa María, uno de los templos góticos más destacados del País Vasco. Su interior guarda un retablo renacentista de gran valor, que refleja la importancia económica y cultural que tuvo Lekeitio en el pasado.
La costa cambiante de Lekeitio
Lekeitio cuenta con dos playas principales: Isuntza y Karraspio, separadas por la ría del Lea. La primera está junto al centro del pueblo y es muy accesible. Sus aguas son tranquilas y es habitual ver a personas de todas las edades disfrutando del baño. Lo más llamativo es que, durante la marea baja, aparece un camino de piedra que permite llegar caminando a la isla de San Nicolás. Es importante cruzarlo con precaución, ya que puede estar resbaladizo y desaparece cuando sube la marea.
Al otro lado de la ría se extiende la playa de Karraspio, más amplia y abierta que Isuntza, rodeada de vegetación y con una atmósfera más natural. En los alrededores, los caminos costeros permiten realizar paseos con vistas al Cantábrico. Uno de los más conocidos es el que lleva al Faro de Santa Catalina, desde donde se puede ver una gran parte del litoral vasco. También hay senderos que suben a los montes Lumentza y Tala, con vistas panorámicas de toda la zona.
Gastronomía con sabor a mar
La gastronomía de Lekeitio destaca por su estrecha conexión con el mar y el uso de ingredientes frescos provenientes del Cantábrico. Los pescados a la brasa, como el rodaballo o el besugo, son los protagonistas, cocinados de forma sencilla para conservar su sabor natural. Al estar junto al puerto, el pescado llega directo del mar a la mesa, asegurando mucha frescura. Los mariscos también son muy populares, especialmente en platos tradicionales como el marmitako, un guiso de atún con patatas.
Una forma popular de comer en Lekeitio son los pintxos, pequeños bocados que se sirven en los bares y tabernas. Son similares a las tapas y permiten probar muchos sabores diferentes de manera informal. Para acompañar la comida, se suele tomar txakoli, un vino blanco típico de la región, fresco y afrutado, que combina muy bien con los sabores del mar.