Esta carretera española pasa por el corazón de una cueva natural de estalactitas
Entre todas las carreteras que surcan España —de montaña, de costa o de interior— hay una que parece sacada de una novela fantástica. No atraviesa túneles de hormigón ni pasos excavados por el hombre, sino una cueva natural repleta de estalactitas y estalagmitas formadas durante miles de años. Su nombre es La Cuevona de Cuevas del Agua, y se encuentra en el concejo de Ribadesella (Asturias), una joya geológica que se ha convertido en un fenómeno turístico y un pequeño milagro de la naturaleza.
Una carretera que nació como un sendero
Mucho antes de ser asfaltada, esta carretera fue un simple camino rural. Los vecinos del pequeño pueblo de Cuevas del Agua —situado a siete kilómetros de Ribadesella— lo recorrían a pie para acceder a sus tierras o visitar la costa. Pero aquel sendero escondía algo extraordinario: cruzaba el interior de una formación kárstica modelada por el río San Miguel (también conocido como río Junco), que durante milenios fue horadando la roca caliza hasta formar un pasadizo de más de 300 metros de longitud.
Con el tiempo, la necesidad de comunicación entre los pueblos llevó a transformar el viejo camino en una carretera asfaltada, estrecha pero perfectamente transitable. Hoy en día, es posible recorrerla tanto en coche como a pie, aunque muchos visitantes prefieren aparcar antes del acceso y adentrarse caminando para disfrutar del espectáculo natural que ofrece su interior.
Un túnel natural lleno de vida
Entrar en La Cuevona es como adentrarse en el alma de la montaña. A medida que se avanza, la luz natural se atenúa y la temperatura desciende, creando una atmósfera casi mágica. Las paredes están cubiertas de estalactitas y estalagmitasque gotean lentamente, moldeadas por el paso del agua a lo largo de los siglos. En las cunetas crecen helechos y musgos, y el aire húmedo está cargado de ese olor mineral tan característico de las cuevas.
El enclave también es hábitat de murciélagos, salamandras ciegas y pequeñas ranas, lo que le da aún más valor ecológico. Pese a ello, el lugar se mantiene perfectamente conservado: el paso de vehículos está regulado y se realizan trabajos continuos de mantenimiento para evitar daños en la roca.
La acústica del espacio es tan singular que, durante el verano, se celebran en su interior conciertos de música clásica. Los sonidos rebotan sobre las paredes húmedas y crean un eco natural que convierte cada nota en una experiencia envolvente. Es lo más parecido a escuchar una orquesta dentro de una catedral de piedra.
Un tesoro asturiano junto al arte prehistórico
La Cuevona de Cuevas del Agua no solo destaca por su belleza geológica, sino también por su ubicación. Se encuentra a menos de diez minutos de las Cuevas de Tito Bustillo, una de las joyas del arte rupestre en la Península Ibérica, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El conjunto forma una de las rutas más fascinantes de Asturias, donde naturaleza, historia y cultura conviven a escasos kilómetros.
Recorrer este tramo de carretera es hacerlo por un lugar que solo existe aquí. No hay otro paso igual en Europa: una vía pública que atraviesa una cueva natural activa, con su fauna, sus filtraciones de agua y su sonido subterráneo. Un trayecto corto, sí, pero inolvidable.
Así, entre la humedad, el murmullo del agua y el silencio mineral de la montaña, La Cuevona se revela como una de esas maravillas que demuestran que no siempre hace falta mirar al cielo para asombrarse… a veces basta con entrar bajo tierra.
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