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Ahora, pico y pala

El presidente del Gobierno español en funciones, el socialista Pedro Sánchez, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se estrechan la mano en el Congreso de los Diputados donde hoy firmaron un acuerdo para la formación de un Ejecutivo en España tras las elecciones del pasado domingo. EFE/Paco Campos

José Miguel Contreras

Una declaración de inicio. No tenemos experiencia en gobiernos de coalición en unas circunstancias tan delicadas como las que vivimos. Así que todas las opiniones, empezando por esta, habrá que ponerlas en cuarentena. Ahora toca construir. Un acuerdo de esta envergadura supone intentar conciliar a amplios sectores de la población acostumbrados a enfrentarse abiertamente. Un gobierno como este necesita un extraordinario respaldo social. La política es siempre una cuestión de prioridades. Destruir este proyecto de gobierno va a ser el objetivo único de las fuerzas conservadoras políticas y mediáticas.

Las urnas le han dicho al PSOE que no tiene más apoyos que los que tenía para poder viajar en solitario. Esas mismas urnas le han dicho a Unidas Podemos que tampoco van a crecer fuera del necesario entendimiento con los socialistas. Al final, parece haber triunfado la cordura y la sensatez. El entendimiento ha vencido a la confrontación. La moderación en las posiciones de negociación se ha impuesto a los extremismos.

Personalmente, me he equivocado tantas veces en la vida que no tengo apego alguno a la cabezonería. Bajo mi punto de vista, la coherencia es hacer lo correcto en cada momento, no lo que tenías pensado de antemano. Valoro la capacidad de rectificar el rumbo cuando te das cuenta de que no vas por buen camino. Seguramente, el acuerdo alcanzado podría haberse producido antes. Sin embargo, parece evidente que en ese momento quienes tenían que llevarlo a cabo no estaban convencidos de que esa era la opción buena. Lo mejor que puede decirse de este pacto es que quienes lo han firmado ahora están firmemente convencidos de que había que hacerlo. Mejor así. La relación será más firme y fructífera. Sin embargo, las amenazas también se han hecho más fuertes durante todo este período dominado por la incertidumbre y la inseguridad.

El futuro gobierno de coalición necesita estar acorazado para resistir los embates que le esperan. No puede tener mejor protección que el máximo apoyo colectivo, sin fisuras. Van a surgir dificultades, diferencias y choques. Solo se resolverán si la prioridad es el mantenimiento del acuerdo. En buena parte de las democracias occidentales, el principal problema en los últimos años es la extensión de la polarización social, el del frentismo. Este gobierno, definido en su origen como “rotundamente progresista” necesita entender que debe buscar el máximo consenso social. Todos los presidentes de nuestra democracia afirman pretender gobernar para todos. Estamos acostumbrados a asumir que se trata de una declaración tan vacía de convicción que acaba por significar poco más que nada. En los tiempos actuales, la búsqueda del mayor consenso social posible es la única garantía de avanzar por el camino correcto.

En España no hay cuatro millones de ciudadanos de extrema derecha. Lo que sí hay es cientos de miles de descontentos con la realidad que vivimos. Hay millones de personas que han perdido la confianza en la política como herramienta para la solución de sus problemas. Un gobierno de coalición, desde su origen nace desde un acuerdo. Ese acuerdo necesita extenderse lo máximo posible para dar protección a la mayor parte de los ciudadanos que quieran vivir en concordia. Quedarán fuera quienes, desde la búsqueda de la tensión social, la violencia física o dialéctica y la creación de bandos en los que refugiarse, sólo buscan la confrontación.

Nuestros siempre denostados líderes políticos han dado un ejemplo de cordura y de responsabilidad. Ojalá el resto de la sociedad sea capaz de realizar un esfuerzo similar. Para construir un gobierno de progreso en mitad de la tempestad que nos rodea hace falta edificar con solidez en muy poco tiempo. Los arquitectos ya están acabando su tarea. Ahora nos toca a todos, conjuntamente, también colaborar con pico y pala ¡A trabajar!

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