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Ana, tía, en serio

Ana Mato declara en el juicio de la Gürtel

Jose A. Pérez Ledo

Leo las noticias de Ana Mato con desasosiego. Qué quieren, soy un sentimental. La veo ahí, tan sola ante el tribunal, y se me encoge el corazón.

Dice Ana que un día vio en su garaje un Range Rover pero no le dio mucha importancia. Se ve que le preguntó a su marido: “¿es tuyo?” Y él que sí. Como quitándole hierro. Como diciendo: “Ay, déjame”. Y Ana, claro, lo dejó estar.

Poco después, junto al Range Rover apareció un Jaguar. Son coches vistosos los Jaguar. Quieras que no, te fijas. Y más si está en tu garaje. Así que Ana lo vio y le preguntó a su marido: “Jesús, ¿el Jaguar este es tuyo también?” Y el que sí, que también. Le diría a lo mejor que no fuese tan cansina, que siempre andaba preguntando. Que a ver desde cuándo le interesaba tanto el automovilismo. Y ella, claro, lo dejó estar.

Ana, ahí sola en el juicio, dice que nunca preguntó a su marido cuánto cobraba. Por eso no le extrañó lo del Range Rover ni lo del Jaguar. Dice que Jesús tenía su libreta y ella la suya. Que no compartían gastos ni se pedían explicaciones. Que hablaban lo justo. Del trabajo, nada. De dinero, menos.

Ana, tía, en serio. Esa relación fue supertóxica. Normal que os separaseis al final. Bien hecho. Y ya sé que cada pareja es un mundo. Que una cosa es lo que se ve desde fuera y otra lo que pasa dentro de casa. Pero de verdad te digo que eso que cuentas no es normal. Para mí que Jesús no te quería ya entonces y, me parece a mí que tú tampoco le querías mucho a él.

Que sí, que una cosa es el amor y otra la esclavitud. Pero de ahí a no tener ni una idea aproximada de lo que cobra tu marido hay un mundo. Que un Jaguar un poco apañado no te baja de 39.000 euros. Te lo digo con esta seguridad porque lo he mirado. Lo busqué en el móvil con un ojo mientras con el otro te miraba a ti, ahí sola ante la fiscalía, diciendo que tú pensabas que el confeti era la caspa de los ángeles.

Me da pena, tía, que no te hayas divorciado todavía. Que sigas legalmente encadenada a ese mal bicho. Ya sé que eres tú muy tradicional y muy señora. Muy de toquillas y de pendientes de perlas. Pero todavía eres joven. Puedes empezar de nuevo. A lo mejor, quién sabe, encuentras a alguien en la trena. Ojalá. Porque te mereces mogollón ser feliz.

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