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Sí se puede. No se quiere. Se debe

Cristina Cifuentes en un acto de la Guardia Civil este jueves. EFE

Rosa María Artal

En cualquier país serio, Cristina Cifuentes ya no sería Presidenta de la Comunidad autónoma de Madrid. Aquellos que han participado directamente en el fraude de este título universitario estarían respondiendo ante la justicia. Y los partidos y medios que venían sustentado el tinglado completo –podemos ya hablar de un tinglado completo- habrían roto amarras sin tentarse ni un minuto más la ropa. En un país serio, la sociedad demandaría estas respuestas con firmeza.

Cifuentes está acabada como presidenta. La Universidad Rey Juan Carlos admite que su máster funcionaba de manera “gravemente irregular”. Pero ni aun así se exigen las responsabilidades pertinentes. Siguiendo el protocolo PP, el protocolo España, la van cercando a indirectas, apenas una semana después de que la llenaran de aplausos en Sevilla. Aunque, en aras del mismo manual, deciden enrocarse un tiempo más como aconsejaba Cospedal: hay que defender lo nuestro y a los nuestros. Lo que implica emplearse a fondo en el “Y tú más” que tan buenos resultados ha dado al PP. El propio Mariano Rajoy se ha puesto hoy a la tarea. Sin el menor escrúpulo.

El caso Cifuentes, descubierto por eldiario.es, ha sido mucho más que una investigación periodística concreta, ha destapado un entramado de privilegios y trampas en titulaciones universitarias. Para marcar élite, casta. Y sin esfuerzo. Desde luego, la llave Cifuentes ha abierto una cloaca que nos ensombrece como país.

Han aparecido más titulos prácticamente regalados. Como el máster de Pablo Casado, que termina aderezado de un “posgrado en Harvard” que resulta ser un curso de cuatro días en Aravaca, Madrid, y con otro de la misma universidad y uno más de Georgetown . Tres en un solo verano, 2008. Los cursos “exprés” a altos cargos de la Policía para lograr en un año una licenciatura que cuesta obtener cuatro. Las ofertas a mitad de precio a los afiliados a Vox. Las actualizaciones de currículos en el Congreso que afectan hasta a la propia presidenta, Ana Pastor. A ciertos políticos les gusta presumir de títulos que dudosamente han obtenido. Mientras mermaban becas, subían tasas e insultaban a quienes han de sacar sus estudios con enorme esfuerzo.

Lo de Cifuentes va más allá de un inflar el currículo, ha sido un recital de falsificaciones, mentiras, soberbia, arrogancia, amenazas, censura y venganza: ha llegado a presentar querella para mandar a la cárcel a dos periodistas de eldiario.es por informar de su triste verdad. Sus colegas aplaudiendo, tantos minimizando el hecho como el tipo del PP de León, nos demuestran que en España mandan seres sin un mínimo de ética.

España está colapsada en su fluir de progreso, de convivencia. Los tramposos, los aprovechados, los sinvergüenzas, atascan el funcionamiento de cualquier vía o sociedad. A cambio, tenemos al partido en el gobierno, el PP, formateando a su gusto la sociedad. Adoctrinando –con este verbo- a escolares en un remedo de la Formación del Espíritu Nacional. Segregando la enseñanza por sexos y encima con cargo al erario público. Con la Fundación Franco amparada. Con el Ducado de Franco vigente. Con cuatro ministros cantando el novio de la muerte. Multando a dos periodistas por alterar el orden de una procesión en Sevilla. Multando a manifestantes antimuro en Murcia por “comer pipas en actitud desafiante”. No damos crédito a la involución impuesta por el PP. Al recorte de libertades.

Rajoy, a quien acusan de poco espabilado, lo prevé todo con tiempo. En 2012, poco después de llegar a la Moncloa, el presidente del gobierno adelantó objetivos: “Rajoy planea lograr el Estado más barato de Europa occidental esta legislatura. Se quiere bajar el gasto público al 38% del PIB”. No ha sido en la primera, en la segunda lo tiene ya a punto. Adelgazando la inversión en los ciudadanos al punto de dejarnos como europeos de segunda.

Con el recorte de libertades hizo lo mismo. No era solo la Ley Mordaza, lacerantemente vigente aún. Era la reforma del Código Penal en el mismo sentido y el apartado concreto del Pacto antiterrorista, luego antiyihadista. El PSOE de Pedro Sánchez lo firmó. Ciudadanos se apuntó encantado. Criticaron y coaccionaron a Podemos por no adherirse. Varios periodistas de eldiario.es, por ejemplo, advertimos del gran coladero que representaba. Ignacio Escolar. Iñigo Sáenz de Ugarte. Yo misma. También vemos ahora los resultados: todo es terrorismo. Incluso sedición y rebelión. Tienen a la ciudadanía atemorizada pensando dos veces expresar cualquier opinión. Salvo que sea de extrema derecha, como ha demostrado entre otros Jiménez Losantos.

Recapitulemos en un escueto balance:

  • Múltiples casos de corrupción, robando el dinero de todos.
  • Trampas hasta en los títulos universitarios.
  • Sorprendentes actuaciones judiciales que ponen en duda la separación de poderes. Las andanzas de la Fiscalía, el Supremo, el Ministerio. El sopapo dado por Europa, de momento, a esa justicia en el caso catalán.
  • Un Estado del bienestar en declive. Den por mermadas las pensiones, la sanidad… y por alimentados los medios de acallar protestas.
  • Brigadas mediáticas de lavado de corruptos y tinta de calamar para embadurnar a los contrincantes. Todos son iguales, lema a difundir. Y no lo son. Pero muchos se lo creen. Por afición personal y por el lavado de cerebro diario. Lo de RTVE es deleznable, pero sus colegas no le andan muy lejos. No tienen más que comparar con el periodismo independiente y pensar en lo diferente que seria nuestra vida sin tanta manipulación mediática. Se puede.

En un país serio, repito, Cifuentes no sería ya presidenta de la Comunidad de Madrid. Y ni siquiera resolvería el gran problema de fondo. En un país decente, el PP no estaría en el gobierno de la nación. Los partidos que le dotan de la mayoría absoluta de la que carece no lo dudarían un día más, no pensarían en sus sillones. O no tanto como en limpiar esta mugre que atasca las arterias de la sociedad. Asusta ver a tanto demócrata callado.

Sí se puede abordar un futuro más limpio. Pero no se quiere…

Aquí se han retratado todos ya. Las excusas se ven con toda claridad. En tanto Cifuentes se decide a marcharse o se deciden a echarla, Ángel Gabilondo dio una lección de dignidad al presentar una moción de censura contra la presidenta, buscando una solución hasta las elecciones, ha dicho. Sin posibilidad de salir, eso sí, si Ciudadanos dice no. El partido naranja quiere otro miembro del PP. “Nunca vamos a permitir un gobierno de izquierda radical”, dijo Aguado. Ni Cifuentes, ni Rajoy al que siguen apoyando. Comparten políticas y la ideología de corte autoritario como han demostrado en Catalunya.

El problema del PSOE es que -además de con muchas cesiones- cuenta con barones y baronesas, una parte de la militancia y del electorado que, siendo conservadores, no se quieren enterar. Un pacto de izquierdas les suena a echarles un gato irritado a la cara.

En Podemos, más que en Unidos Podemos, han elegido de nuevo el momento crítico para reavivar rivalidades y desactivar electorado. Lo insostenible de Cifuentes y Rajoy lo tienen perfectamente claro.

Sí se puede. Y se debe. Sobre todo, se debe.

¿No ven el camino en el que estamos y al que nos conducen? ¿Creen que una varita mágica les dará el gobierno a cada uno de los aspirantes? Déjense de excusas y autocomplacencias, esto es insoportable. Revisen las fuerzas políticas serias su ubicación. Escíndanse si es preciso como la gran Pangea y dense formas nuevas eficaces. Pero sumen de una vez. La historia no va a perdonarles. Las víctimas de esta sinrazón, presentes y futuras, tampoco.

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