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¿Eso es todo lo que tienes, Villarejo?

José Manuel Villarejo.

Isaac Rosa

Y al final, estalló la bomba tanto tiempo anunciada. El ex comisario Villarejo, que presumía de arsenal nuclear (miles de horas de grabaciones telefónicas), y que amenazaba con estallarlo si lo encarcelaban, apretó finalmente el botón rojo, la madre de todas las bombas, el Big One. ¡Bum!. Tocado y hundido. En pocas horas se sucedieron las dimisiones y no tardaron en llegar las primeras detenciones, mientras los ciudadanos se concentraban hartos en las plazas y cundía el caos institucional. Tras haberlo intentado con el rey emérito, dirigentes políticos o el segundo banco del país, la última filtración era, esta vez sí, el tiro de gracia al sistema español…

Venga, sigan ustedes el cuento: ¿cuál imaginan que sería esa filtración que lograse lo que hasta ahora no han conseguido los disparos de Villarejo? ¿Qué sería aquello tan-tan-tan escandaloso como para poner patas arriba el sistema, provocar dimisiones, sacarnos a la calle? ¿Tráfico de órganos desde el gobierno? ¿Una trama Iglesia-Estado para secuestrar, violar y eliminar niños inmigrantes? ¿Monterías de políticos, empresarios y jueces a la caza de mujeres desaparecidas?

Ayúdenme, por favor, que yo de imaginación ando corto. Todo lo que se me ocurren son cosas tontas: un rey ocultando su fortuna con testaferros, ministros planeando ilegalidades, banqueros encargando espionaje a políticos, un gobierno tomando partido en batallas financieras, el uso de fondos reservados para robar documentos a un ex tesorero... Menudencias, vaya. Si me exprimo un poco más el cerebro me sale un partido político financiándose en negro durante décadas, operaciones parapoliciales para desacreditar el independentismo catalán, gobernantes cobrando mordidas por obra pública, maniobras políticas para colocar o quitar jueces y fiscales, cajas de ahorro saqueadas, mafias urbanísticas, una infanta y su marido trincando…

No se me ocurre qué revelación podría provocar a estas alturas, no digo ya un derrumbe institucional, un terremoto político, alguna dimisión, una concentración de protesta o una portada de periódico: siquiera un mísero hashtag en Twitter, hombre, que con la última entrega sobre el BBVA Villarejo no ha conseguido ni la medalla de cartón de ser trending topic un par de horas.

En serio, Villarejo, visto el material filtrado, ¿eso es todo lo que tienes? ¿Esas son las famosas “bombas”? Venga, hombre, que estamos en España. En cualquier otro país democrático una sola de esas escuchas, o ni eso, la sola existencia de un Villarejo protegido por el poder, habría sacudido las instituciones de arriba abajo y dimitido hasta el Tato. Y digo más: de producirse la más insignificante de esas actuaciones en otro país, estaríamos todos aquí comentando, tuiteando, abriendo telediarios. Nos provocaría un apasionamiento que ya no encontramos en nuestros aburridos escándalos.

Pero aquí ya ven. Salvo los medios agraciados por filtraciones, el resto atiende un ratito y en seguida a páginas interiores. Y no es que protejan a los afectados (que también habrá de eso), o no quieran dar más lectores a la competencia ni seguirle el juego a un chantajista (que también). Es que Villarejo ya no vende una escoba. Es que sus bombas caen sobre una sociedad que ya se ha hecho callo, que tiene el umbral de lo escandaloso altísimo después de años descubriendo mierda tras mierda bajo las alfombras. Si este es su seguro de vida, se va a comer mucha cárcel.

Venga, hagan juego, a ver si tienen más imaginación que yo: ¿qué podría escandalizarnos a estas alturas?

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