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Renzi y las primarias en el PD: ¿Lo mejor está aún por llegar?

Renzi Cambiamo

Luca Tomini

Con esta promesa, Matteo Renzi, el alcalde de Florencia y el ganador de las elecciones primarias para secretario del Partido Demócrata italiano (PD), terminó su discurso de la victoria el pasado 8 de diciembre. Renzi, de 38 años, apodado el rottamatore (el chatarrero), por su vigorosa campaña para la renovación de las ideas y los líderes de su partido, ha conseguido ganar allí donde había fracasado hace casi un año. Si entonces perdió las primarias para ser candidato a la presidencia del gobierno frente al entonces secretario del Partido Demócrata, Pierluigi Bersani, esta vez Renzi ha sido capaz de capitalizar los malos resultados electorales del PD en las elecciones de febrero pasado, así como la incertidumbre derivada de estas, la falta de una estrategia post-electoral para su partido y la creación finalmente de una coalición de gobierno liderada por Letta en alianza con fuerzas centristas y la derecha de Berlusconi. Como resultado de todo ello, incluso aquellos miembros más tradicionales y conservadores del Partido Demócrata, que no confiaron en Renzi hace un año, ahora han optado por el alcalde de Florencia, obteniendo un 45% de los votos de afiliados del partido y casi el 68 % de los votos del total en las primarias abiertas.

Con su victoria, Matteo Renzi deja de ser un outsider para convertirse en uno de los principales actores de la política italiana, con todas la responsabilidad que confiere ese rol. Los primeros días como secretario empiezan a mostrar las características que predominarán en su liderazgo. Por un lado, fuerza a sus oponentes a posicionarse. Esta estrategia es evidente sobre todo en relación con Beppe Grillo y su Movimiento Cinco Estrellas (M5S). Los ataques de Renzi contra el M5S y, paralelamente, el intento de involucrarle en los acuerdos pretenden seducir a sus votantes y exacerbar las divisiones internas en este movimiento entre los partidarios de la línea dura y los de la línea blanda, más predispuestos a negociar con otras fuerzas políticas. Por el otro, trata de mantener la iniciativa constantemente. Desde los primeros días tras las primarias, Renzi está presionando para hacer realidad la reforma del sistema electoral (que, después de la sentencia del Tribunal Constitucional de principios de diciembre, se ha convertido en totalmente proporcional), saltándose al gobierno y trasladando el debate sobre la ley directamente a la Cámara de Diputados (donde el PD tiene una gran mayoría ). Además, desafía al M5S y al gobierno de Letta con la propuesta de abolición del Senado y de las provincias, reclama un proyecto de ley sobre las uniones civiles, solicita una simplificación del mercado de trabajo y lanza la propuesta de una nueva ley de inmigración. Un intenso ritmo de acción teniendo en cuenta el estancamiento de la política italiana en los últimos años.

Renzi goza de una gran popularidad. Es el líder político en el que más confían los italianos y, después de su elección como secretario, el propio PD ha visto como su intención de voto subía casi tres puntos, hasta el 32,2% (fuente: IPSOS). Sin embargo, las cosas no van a ser tan fáciles. Así, el nuevo secretario del Partido Demócrata deberá afrontar tres obstáculos en relación (1) con el gobierno y el presidente de la República, (2) con el Partido Demócrata y (3) con los votantes, si no quiere pasar a la historia como una nueva oportunidad perdida de la izquierda italiana.

En primer lugar, para obtener el éxito en su iniciativa política necesitará el apoyo del gobierno Letta (del que el presidente Napolitano es el primer y más poderoso patrocinador). Sin embargo, si el gobierno acepta llevar a cabo las reformas reclamadas por el secretario del Partido Demócrata, como la reforma electoral, estaría poniendo en peligro su propia estabilidad. A pesar de que Renzi y Letta están mostrando públicamente su disposición a cooperar, en realidad los intereses a largo plazo de ambos están inevitablemente destinados a entrar en conflicto.

En segundo lugar, si Renzi quiere hacer efectiva su estrategia política necesita un partido cohesionado. La situación a priori es favorable: amplia legitimidad popular en las primarias, apoyo social extendido, encuestas favorables y un liderazgo joven. Sin embargo, los problemas de Renzi podrían venir de los propio diputados electos del Partido Demócrata, que representan el equilibrio interno de poder anterior a las primarias, que es mucho menos favorable para Renzi. A pesar de que todos sus diputados declaran públicamente lealtad, Renzi podría encontrar resistencia entre alguno de ellos, sobre todo cuando quiera impulsar la adopción de una nueva ley electoral que significaría un retorno inmediato a las urnas. Se debe tener esto en cuenta, tratando de mantener el partido como cohesionada posible.

En tercer y último lugar, la fuerza de Renzi radica en su capacidad para encarnar el cambio y ser percibido como un líder capaz de recabar apoyos más allá de las fronteras históricas de la izquierda italiana. Ello dependerá principalmente del verdadero grado de ‘novedad’ que logre proyectar en comparación con los viejos estilos y prácticas de la política italiana. Por ello, Renzi se encuentra ante la difícil tarea de demostrar su capacidad para desbloquear sin dilaciones el sistema político con el fin de no perder el impulso actual ante las próximas elecciones. Para este fin necesita cambiar la actual ley electoral, ya que la actual sólo llevaría a una nueva coalición estilo Letta. El problema es que para poder forzar ese cambio se verá obligado a negociar con otras fuerzas políticas en el Parlamento, con el riesgo de quedar atrapado en la politique politicienne, y el consecuente riesgo de perder su particular atractivo electoral.

La elección de Matteo Renzi representa un shock para el estamento político italiano. El nuevo secretario del Partido Demócrata ya se ha convertido en el nuevo centro de gravedad del sistema político (sustituyendo Berlusconi en este papel) y su importancia probablemente seguirá en ascenso en los próximos meses. De su capacidad para superar la resistencia de los grupos parlamentarios y, muy particularmente, del Partido Demócrata, así como de la capacidad de sobrepasar la inercia del gobierno, socavar la unidad de la oposición de M5S y obligar al Parlamento a adoptar algunas reformas fundamentales antes de las elecciones europeas, dependerá que sea recordado como el líder que desatascó el impasse italiano y restauró las condiciones básicas necesarias (ley electoral y reformas institucionales) para hacer frente a los problemas estructurales. De lo contrario, será recordado como otra oportunidad perdida de la izquierda para revertir el declive italiano, otro hombre del destino que terminó en desgracia. Lo mejor (o lo peor) está por venir.

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