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‘Éramos mujeres jóvenes’: Marta Sanz describe los usos amoros del Postfranquismo

La escritora Marta Sanz

Amalia Bulnes

También el feminismo necesita de nuevas conquistas. Ha transcurrido ya el tiempo suficiente, como casi todo en España desde que llegó la Democracia, como para poder hacer una revisión saludable. Necesitan, quizás, las teorías sobre la igualdad tomar distancia de los nuevos dogmas, de la corrección política del que se ha envuelto el propio feminismo. “Las mujeres estábamos encorsetadas en un cliché sucio, guarro, en la España del Franquismo. El orgasmo femenino era tomado como algo asqueroso, y todo lo relacionado con nuestra sexualidad tenía mucho que ver con los confesionarios, con la culpa. Pero de eso hemos pasado en ocasiones a las antípodas, ahora tenemos que tener siempre un consolador a mano, follar todo el día y con todos, para poder sentirnos bien.... Hay que empezar a pasar por el filtro autocrítico la identidad femenina. Son cosas que malbaratan nuestra sexualidad”.

Así se expresa una lúcida Marta Sanz (Madrid, 1967), autora de novelas y ensayos que regresa a este género con ‘Éramos mujeres jóvenes’ (Fundación José Manuel Lara), con el que ha querido adentrarse en los prejuicios y tabúes que rodearon los usos amorosos de la mujer del Postfranquismo y los primeros años de Democracia. A fin de desdecir o de matizar muchos de los lugares comunes que siguen asociados a las relaciones afectivas o sexuales de las mujeres, Marta Sanz alterna en este ensayo sus propias vivencias con las de un grupo de conocidas -que ella denomina sus “corifeas”- que han compartido con la autora su experiencia, sus referencias culturales, sus deseos, sus triunfos y decepciones en el tránsito de la adolescencia a la edad adulta.

“Quería contar mi experiencia, pero también abrir mi gran angular, usar una lente de aumento, y por eso me atreví a pasar un cuestionario a mujeres de mi entorno cercano”, relata la autora. Sin embargo, la sorpresa le llega a Marta Sanz cuando una de esas amigas rebota ese cuestionario a otras más, “y de tres o cuatro testimonios que tenía planteados en el libro, me conducen hasta al menos quince. Yo no quería una respuesta cuantitativa para este libro, sino cualitativa. Pero este hecho me dio que pensar.... Porque se había creído que habíamos llegado a niveles de igualdad insuperables… y me di cuenta de que no. Había muchas mujeres que tenían la necesidad y la urgencia de hablar de su condición y analizar su crecimiento y su evolución personal”.

Descriptivo, no prescriptivo

Descriptivo, no prescriptivo

A través de esas experiencias, Marta Sanz ha descubierto que la mayoría de las mujeres siguen optando por parejas estables y duraderas, que no rechazan la idea del amor, sin dejar por ello de ser feministas y luchar por las conquistas sociales asociadas a la igualdad. “Yo, por ejemplo, le tengo miedo a la soledad. Pero eso no nace de mi condición de mujer, sino de la de ser humano”.

Por tanto, considera la autora que ‘Éramos mujeres jóvenes’ no es “un libro prescriptivo, sino que describe. Es una descripción, una muestra pequeña de mujeres de una generación, que nunca invita a un ”deber ser“. Pretende simplemente que seamos felices, con una pareja de toda la vida o follando con muchas parejas. No hay nada punible ni censurable aquí”. 

“Teníamos que conquistar un territorio, ganarnos un respeto, superar los tópicos que rodean la cultura de mujeres o para mujeres”, repasa Sanz, que defiende la idea de que “no se puede hablar de la mujer –diosa, musa, madre, santa o puta-, sino de las mujeres mucho más allá de todo existencialismo”, apostilla. Estas declaraciones podrían ser un resumen perfecto de lo que pretende ser este libro híbrido entre el ensayo, la memoria personal y el reportaje, que mantiene durante toda la narración un recuerdo “evidente y buscado” hacia Carmen Martín Gaite, autora que fue de esos famosos ‘Usos amorosos de la postguerra Española’ del que este nuevo libro pretende ser una revisión.

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