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Barcelona amplifica la música en directo

Concert de Maria Coma el 2010 a la sala Heliogàbal

Yeray S. Iborra

Hace días que pasear cuando cae el sol por las inmediaciones del local Heliogàbal, en Gràcia, desconcierta; uno de los focos del pequeño formato más activos en Barcelona, siempre abarrotado y lidiando con su aforo máximo de 39 personas y licencia de bar-cafetería (llevan años reclamando una licencia acorde a su estatus de sala de concierto), ha cerrado la persiana por el miedo a las multas. De momento deberán abonar 22.000 euros, después de las reiteradas inspecciones de la Guàrdia Urbana.

A finales del mes de enero el bar —Premi Ciutat de Barcelona en 2012— se veía obligado a cancelar el concierto de los ingleses Crushed Beaks. Y, días después, llegaba la hecatombe: cancelación de toda la programación especial en homenaje al vigésimo aniversario de la sala. Ya no programan música, pero sigue abierto el servicio de bar, aunque las precauciones son todas: una de las personas de la organización se encarga de contar constantemente las personas que transitan por el local. No pueden asumir más sanciones.

Después de semanas de incertidumbre respecto a la situación de la música en vivo en Barcelona, no sólo a causa del mediático (eco notable en redes sociales) caso del bar de Gràcia como protagonista —se sumaban a la misma zozobra locales como Robadors 23, en el Raval— el Ayuntamiento ha movido ficha y ha impulsado una normativa que permitirá a los locales con licencia de bar, restaurante o cafetería organizar conciertos de música en vivo amplificada, siempre y cuando cumplan con la normativa de “seguridad y aislamiento acústico”, explicaba en comparecencia este mismo lunes Jaume Asens, teniente de alcalde del Área de Derechos de la Ciudadanía, Participación y Transparencia.

Pese a ser una de las ciudades con mayor oferta de festivales de gran formato, en las últimas semanas los casos ya citados habían sacado a relucir las dificultades para llevar a cabo su actividad de los locales pequeños y medianos; los locales se quejaban de las “restricciones” y del limbo legal que suponía la actual normativa. En el Heliogàbal, huérfano de músicas estos días, y a falta de sonidos rebotando por las paredes, colgaban de sus muros fotografías de skates del artista Xavi Bassols. Todo apunta a que en las próximas semanas los murales podrán volver a convivir con la música en vivo, pues el Institut de Cultura de Barcelona (ICUB) parece haber desencallado la situación de bares, cafeterías y restaurantes.

Si bien el consistorio llevaba desde setiembre trabajando en un plan integral de música en directo, los planes se han precipitado por el efecto Heliogàbal. Aunque, como anunciaba Gala Pin en una entrevista para Catalunya Plural, hacía falta encontrar “soluciones a medida”. “Seguramente por un lado se ha de cambiar la normativa porque estos locales no deberían cumplir las mismas condiciones que el Apolo, para poder impulsar colectivos de cultura emergente, grupos de música emergente y demás”, indicaba la responsable del districto de Ciutat Vella, una de las patatas calientes por la concentración de locales en la zona.

La normativa, de hecho, contempla excepciones: serán precisamente los locales de Ciutat Vella, Sants, Gràcia i l'Eixample —por la saturación de equipamientos— donde la música tendrá que acabarse antes, a las 23h; el ICUB no sólo ha iniciado nuevas líneas de trabajo para mantener la música en vivo, también quiere garantizar el descanso de los vecinos. Con el nuevo plan el nivel máximo permitido de decibelios de 7:00h a 23:00h será de 30 en caso de que haya una vivienda junto al local, y de 25 dB entre las 23:00h y las 7:00h (horario nocturno).

Normativa por consenso

El ICUB también ha anunciado que el plan de trabajo se ha desarrollado en colaboración con el Ayuntamiento, además de entidades y asociaciones del sector, que han recibido de brazos abiertos el plan aunque con matices. “Se trata de una medida correctora y sobretodo se valora la voluntad política; aunque a partir de ahora tampoco cambiará el mapa musical de Barcelona... Hay que ser prudentes, hay muchos actores implicados y hará falta ver cómo evoluciona en su interacción con la ciudad”, matizaba Jordi Oliveras, coordinador de Indigestió y de la revista Nativa.

Oliveras también destaca la visión en complejo del asunto, no sólo ciñéndose a medidas “liberadoras o prohibitivas”: “Siempre me ha llamado la atención como en cuestiones de música se confrontan la mirada normativa y pendiente del orden público por un lado y la cultural por otro. Plantearlo como una dicotomía no ayuda. Aquí ha habido un cierto equilibrio, una perspectiva más poliédrica: se ha impuesto la mirada sobre la música como un hecho social y no como algo sectorial”. Oliveras recuerda la experiencia de un informe elaborado sobre algunas salas en Europa, donde la apertura no dependía tanto de una normativa estricta como de grupos de trabajo amplios donde estuviesen implicados desde sindicados hasta bomberos. Una apertura, una solución.

Barcelona está lejos de aplicar esa visión de “pactos amplios” entre agentes, aún así, la medida ha sido recibida con mucho entusiasmo por músicos, promotores y salas, que se han pronunciado a favor. La normativa contemplará un paquete de hasta 400.000 euros para los espacios que quieran acogerse a la insonorización o limitación del sonido en los locales; hasta ahora el monto estaba destinado tan sólo a salas de concierto, por lo que se amplía a bares y cafeterías. Está previsto que la normativa entre en vigor antes de abril, cuando el ICUB tramite la circular que ha enviado a los técnicos de licencias del Ayuntamiento de Barcelona y la Guàrdia Urbana. Quedará por saber qué trato reciben las galerías de arte o las librerías, que no quedan recogidas de forma explícita según se ha podido saber en la comparecencia del ICUB.

“Tras años de indefinición, parece que Barcelona apuesta claramente por la cultura musical de base. El Heliogàbal siente que es una noticia muy buena para los diversos espacios de la ciudad que nos movemos en este ámbito. Desde ya nos ponemos a trabajar para adscribirnos a la nueva normativa”, declaraba en las últimas horas el local de Gràcia, que ha tenido que reducir su plantilla a la espera —al menos— de levantar de nuevo la persiana. Habrá que esperar para ver cómo operan, de momento declaran en tono jocoso que las próximas ruedas de prensa igual habrá que convocarlas en vagones de metro, de espacio “ilimitado”.

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