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Nace el sindicato de la manta: vendedores ambulantes contra el estigma

Pape Diop, en el centro y micro en mano, en una asamblea constitutiva del nuevo sindicato de manteros / CARLA MORA

Jordi Molina

Barcelona —

De todo lo que se ha dicho sobre los manteros en los últimos meses, hay algo que hiere especialmente a Pape Diop, vendedor ambulante afincado en Barcelona: “Somos trabajadores dignos, nuestras familias no aceptarían dinero malo”. Para este ciudadano de origen senegalés su trabajo es tan honrado como cualquier otro. Solo así puede tener la conciencia tranquila. “Mi padres, como los de muchos compañeros del Senegal, rechazarían nuestra ayuda económica si fuera viniera de negocios ilegales o de robos”. A partir de ahora, este joven de 36 años, compaginará su puesto itinerante en el Paseo de Gracia con el de portavoz del primer Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes del Estado.

La iniciativa, que se viste de largo este sábado 10 de octubre a las ocho de la tarde en el centro social autogestionado Can Batlló, nace de la necesidad de autoorganización de los vendedores del Top Manta. Y cuenta con el incondicional apoyo del Espai de l'Immigrant, una entidad que trabaja en la inclusión social de los colectivos más vulnerables y que será la sede temporal de este singular sindicato. Uno de sus miembros, Ulises Flores, acompaña a Diop en su encuentro con Catalunya Plural, y advierte: “Hay dos tipos de vulnerabilidades; las que te destruyen y las que te hacen más fuerte. Los vendedores del Top Manta han conseguido hacerse fuertes ante una estigmatización insoportable”.

El pasado viernes 2 de octubre ya se gestó el embrión del sindicato en un encuentro en el centro cultural Arts-Santa Mónica de la Rambla. Una primera toma de contacto en la que debutó Diop como portavoz, junto ochenta vendedores más, la mayoría de procedencia africana. “De momento somos ocho representantes, seis hombres y dos mujeres”, explica Ulises, “que serán la voz del colectivo” en las tres zonas de la ciudad con mayor afluencia de manteros: el Puerto, el Paseo de Gracia y la plaza Catalunya. Como curiosidad, los integrantes de la nueva entidad cuentan con unos carnés de asociados que ya se han empezado a distribuir.

Contra el estigma y el racismo

Contra el estigma y el racismoTal y como nos cuentan Diop y Flores, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes se ha creado para defender las necesidades del colectivo ante la “persecución, la discriminación y el racismo”. Una situación que, para Flores, tiene una especial gravedad cuando se trata de trabajadores africanos. “Hay varias tonalidades de racismo, y no es lo mismo tener a gente blanca en la calle que gente negra. La brutalidad policial es mayor”. Por su parte, Diop pone a la misma altura dos “falacias”: “No somos violentos y no perjudicamos el comercio de barrio”. Para el activista el principal enemigo del comercio de proximidad de Barcelona son las grandes superficies y sus franquicias.

La creación del sindicato llega en un contexto marcado por incidentes entre la Guardia Urbana y los manteros en Barcelona. Y todavía escuece en la memoria la muerte de Mor Sylla en Salou, en pleno verano. Los principales sindicatos de la Guardia Urbana -SAPOL, CCOO-GUB y GUB-UGT- han asegurado a lo largo de septiembre “un aumento de la agresividad” de los manteros. Algo que Flores y Diop niegan: “Nos sentimos perseguidos”, dice Diop, que habla de sus compañeros como “jóvenes sanos que solo quieren trabajar”. Con la creación del sindicato, los manteros esperan “ganar legitimidad social” y seguir las conversaciones con el Ayuntamiento en un marco “de igualdad”.

“La solución no es policial”

“La solución no es policial”La segunda teniente de alcalde, Laia Ortiz, dejó clara la visión del Ayuntamiento tras su primera reunión con el colectivo: “La venta ambulante no desaparecerá. Existe en todo el mundo. La solución no es la respuesta policial”. Unas palabras que, según Diop y Ulises, “se agradecen” ya que ambos reconocen “la apertura de vías de diálogo” con el consistorio, que fue cuestionado por movimientos sociales y por la oposición, aunque por razones opuestas. “Hemos tenido contacto con Ortiz, Pin, Pisarello o Colau, que se han interesado por nosotros, pero que hayan cambiado los políticos no quiere decir que haya cambiado la policía”, lamenta el activista del Espai de l'Immigrant.

Según un informe presentado por Ortiz, en Barcelona hay 400 vendedores ambulantes, y cerca del 83% vive en la ciudad, principalmente en Ciutat Vella y Sant Martí. El mismo documento certifica una de las obsesiones de Diop: Los vendedores, que viven en promedio desde hace cuatro años en la capital catalana, no forman parte de estructuras jerárquicas ni mafias. “Nos persiguen, y cuando no nos persiguen se inventan historias malas sobre nosotros”, denuncia Diop en alusión a un “montaje periodístico y policial” que, según él, elaboró La Vanguardia sobre el colectivo, vinculándolo con un entramado mafioso. De hecho, SOS Racisme alerta que, en el caso de la venta ambulante, las denuncias falsas de la policía han sido una constante.

Según el informe municipal mencionado, hoy en Barcelona hay 400 vendedores ambulantes. Y, en concreto, los 213 contactados para la elaboración del documento, un alto porcentaje está en situación irregular. “También es responsabilidad de la policía, cada vez que nos detienen nos abren expediente, y así es imposible que te den papeles”, explica Diop, que suma tres años tramitando sin suerte su documentación, y que asegura que una de las principales tareas del sindicato irá destinada a regularizar la situación de los trabajadores.

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