Pachano señala al “jefe”

Los pactos del fiscal con varios procesados desmontan el relato del expresidente valenciano

Su amigo y testaferro acaba delatando a Zaplana en el juicio

Había un alud de preguntas que el expresidente valenciano y exministro del PP Eduardo Zaplana debía responder en su primera declaración judicial en 34 años de carrera, la primera pese a los numerosos escándalos de corrupción sobre los que ha gravitado su nombre desde el lejano caso Naseiro. Lo hizo a su manera, ante el tribunal del caso Erial, desde el banquillo de los acusados, articulando un relato según el cual la organización criminal, el blanqueo de capitales, el cohecho, la falsedad en documento oficial y mercantil y la prevaricación administrativa que se les atribuyen a él y a otros 14 procesados (entre ellos, el expresidente José Luis Olivas), no fueron cosa suya sino de otros, que recurrían al “jefe”, como le denominaban debido a su “trayectoria política”, para que hiciera determinadas gestiones.

Como contó Lucas Marco en su crónica, Zaplana, a pesar de las numerosas evidencias con las que Anticorrupción apuntala la acusación por la que pide para él 19 años de cárcel, negó que el abogado uruguayo Fernando Belhot, especialista en el blanqueo de capitales, gestionara su supuesto patrimonio ilícito, fruto de mordidas en adjudicaciones como las de las ITV y el plan eólico de la Generalitat Valenciana, un patrimonio ilícito que la fiscalía evalúa al menos en 20,6 millones de euros en paraísos fiscales. Según el político del PP, no eran suyos ni barcos, ni viviendas ni fondos que la investigación de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil le atribuye. Todo obedecería a un enorme malentendido.

Y entonces le tocó declarar a Joaquín Barceló, Pachano, viejo amigo del expresidente autonómico y exministro. “Era dinero de Eduardo Zaplana”, confesó al describir, interrogado por el fiscal anticorrupción, con todo lujo de detalles, el papel de testaferro que asumió a petición del principal encausado para que figurase como aparente titular de fondos y bienes que, en realidad, no eran suyos. “Era amigo de confianza, me pide favores, si eso se llama testaferro, vale”, declaró Barceló.

El efecto de esta declaración sobre la posición de Zaplana en el juicio ha sido demoledor, ya que contradice de lleno sus apelaciones de inocencia. El amigo de la infancia del expresidente de la Generalitat Valenciana confirma que los fondos a su nombre en Luxemburgo y Andorra eran del expolítico del PP. No es el único pacto de conformidad que la Fiscalía Anticorrupción ha alcanzado con procesados en este juicio, pero puede que sea el más importante debido al papel clave que el personaje jugó en la trama para que el dinero procedente de supuestas mordidas circulara entre Luxemburgo, Andorra y Panamá sin la firma del auténtico titular.

Junto a Zaplana se sientan en el banquillo, además del testaferro Joaquín Barceló Pachano, su asesor fiscal Francisco Grau, su secretaria Mitsuko Henríquez o el empresario Francisco Pérez López, conocido como el Gasofa, así como los empresarios Vicente y José Cotino, el expresidente valenciano José Luis Olivas, la exdiputada autonómica del PP Elvira Suances y su hermano Saturnino, y el exjefe de gabinete de presidencia de la Generalitat Valenciana Juan Francisco García. Completan el elenco Ángel Salas, Robert Edgar Bataouche, Pedro Romero Aguilar y Carlos Gutiérrez Mondedeu. Como Grau, que en su declaración quiso demostrar “estadísticamente” que estaba en la trama de Zaplana por casualidad, todos tendrán ocasión de decir la suya, aunque ya se sabe que los hermanos Cotino y Juan Francisco García han pactado también con Anticorrupción.

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