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Pepe Carvalho y su Barcelona arrabalera llegan por primera vez al cómic

Pepe Carvalho y su Barcelona arrabalera llegan por primera vez al cómic

EFE

Barcelona —

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Hay personajes literarios que se asocian indiscutiblemente a una ciudad, como ocurre con la Barcelona más arrabalera y con Pepe Carvalho, el detective privado de Vázquez Montalbán que el dibujante Bartolomé Seguí y el guionista Hernán Migoya han adaptado por primera vez al cómic en “Carvalho. Tatuaje”.

Para Seguí (Palma de Mallorca, 1962) -Premio Nacional de Cómic en 2009, junto a Felipe H. Cava, por su obra “Las serpientes ciegas”- “resulta extraño” que uno de los personajes clave de la literatura española actual, “junto al Alatriste de Pérez Reverte”, hubiera sido llevado al cine y a la pequeña pantalla, pero no tuviera versión en viñetas, a pesar de que contaba con todos los mimbres para ello, ha señalado hoy el dibujante en la presentación de la novela gráfica.

El proyecto surgió “de manera espontánea” durante una “noche loca de copas” entre Seguí, Migoya y Daniel Vázquez Sallés, hijo del escritor, que se preguntaron precisamente el porqué de esa carencia, que decidieron subsanar.

“Tenía otra cosa entre manos, pero lo dejé porque era una oportunidad única de adaptar a alguien al que admiras”, comenta Seguí, que vivió en Barcelona entre 1982 y 1994, y cuyo estilo de dibujo urbano, callejero (“Historias del barrio”), entronca muy bien con la novela negra y el mundo barriobajero de Carvalho.

El título elegido para la primera adaptación fue “Tatuaje” (1974), donde se narra la investigación del asesinato de un hombre que aparece flotando en el mar en la Barcelona tardofranquista y casposa, de olor a sudor rancio, que Seguí y Migoya (Ponferrada, 1971) recrean a la perfección.

“Migoya (”El hombre con miedo“) es un guionista exhaustivo no, lo siguiente, en cuanto a documentación de todos los escenarios y de lo que se ve en las viñetas. Ha sido increíble, capaz de fijarse en la vitola de un puro de la época; gracias a eso he tenido muchísima información”, revela el dibujante.

La novela gráfica hace numerosos guiños a los lectores: junto a bares y locales clásicos, en “Carvalho. Tatuaje” (Norma) aparecen rostros emblemáticos de aquella Barcelona: Nazario y Ocaña paseando de la mano por la Plaza Real, o el propio Vázquez Montalbán, semioculto entre los paseantes de la Rambla que se cuela en la portada del libro.

“Amo este paseo como amo mi vida. Los dos son insustituibles”, piensa Carvalho mientras camina por las Ramblas en un momento del libro, reflejo, sin duda, del vínculo que el añorado novelista tenía con la columna vertebral de la vida de la ciudad.

“Me gusta que los lectores puedan identificar los espacios por los que se muevan los personajes, esa Barcelona canalla, cambiante”, comenta el dibujante, que junto a Migoya trabaja ya en la segunda entrega, “La soledad del mánager”, a la que, por el momento, seguirá “Los mares del sur”.

Esta saga permitirá ver los cambios de la capital catalana. De las calles grises, de paredes negras y sombrías de los setenta, cuando el sueño olímpico no estaba aún en la agenda de nadie, a la Barcelona del “Posa't guapa” (Barcelona ponte guapa), el eslogan municipal de los años ochenta que cambió, para bien y para mal, la fisonomía de la ciudad, uno de los aspectos que más interesa a los autores.

Seguí reconoce cierto temor a la hora de trasladar a papel un personaje que muchos tienen en su imaginario con la cara de los actores que lo han interpretado: Juanjo Puigcorbé o Eusebio Poncela, entre otros.

“Una vez que te olvidas de eso, piensas que es tu adaptación, que la quieres hacer tuya”, argumenta este creador, que se inspiró para su Carvalho en el rostro del norteamericano Ben Gazzara (“Todos rieron”).

En cualquier caso, la obra de Seguí y Migoya es fiel al perfil descreído y nihilista del personaje original, capaz de quemar en la chimenea “El Quijote” para calentar su casa de Vallvidrera.

“Es un ex de todo, excomunista, exagente de la CIA, lo único que tiene claro es que es un 'bon vivant', que le gusta comer, beber y follar bien... eso lo entiendes con la edad, ese carácter de un detective culto, que está de vuelta de muchas cosas, y que conecta con la realidad que vivimos ahora”, resume el dibujante.

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