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La fundación de arte Sandretto en Matadero Madrid, ¿50 años y qué más?

Matadero Madrid

J.M. Costa

¿Está bien que el Ayuntamiento de Madrid haya cedido la nave 9 (exmercado y matadero de aves) del Matadero de Madrid a la colección de arte contemporáneo italiana Sandretto? ¿Durante 50 años? ¿Merece la pena dicha colección? ¿Es necesaria o conveniente para la ciudad? ¿Ha sido correcto el procedimiento? ¿Se trata de una actuación coherente con los planteamientos de Ahora Madrid?

Cuando Matadero se puso en marcha en 2007, la primera decisión polémica fue conservar tan ominoso nombre. Hace poco se comprobó lo cuestionable de mantenerlo, cuando el director de teatro de Matadero, Mateo Feijoo, provocó una polémica en la cual se incluía hablar de artes escénicas vivas. Artes vivas en el Matadero. Podría ser el nombre de una canción.

Matadero tenía grandes planes. Allí debían asentarse diferentes instalaciones: como unas salas teatrales (las hasta ahora del Teatro Español), un laboratorio de creación (el actual Medialab Prado) o la reciente Intermediae, situada en una nave distinta de la que ahora ocupa. Pero no eran las únicas, también debían acoger la Casa del Lector, un albergue de artistas, un museo de arquitectura y diseño, y naves habilitadas para exposiciones de artes visuales y música.

No obstante, la realidad es diferente. Los espacios se concretan en los ya mencionados y uno, Abierto x Obras, en el que se han realizado algunas de las mejores instalaciones de Madrid en los últimos años. No hay museo del cine ni de arquitectura. Se abrió y se medio cerró un centro de diseño. Las naves para la música, rehabilitadas interiormente a cargo de la Red Bull Academy, han tenido que ser cerradas porque no ha habido dinero para resolver fallos estructurales de la obra. En términos generales, Matadero parecía un poco fantasioso y demasiado grande desde el principio, pero su inauguración, como todas, rezumaba optimismo oficial.

En esto, apenas abierto el recinto, llegó la crisis y con ella los recortes. Total, aunque el entusiasmo y la capacidad de quienes trabajan allí han logrado mantener Matadero con vida, lo cierto es que a los diez años de su inauguración ese espacio de más de 183.566 m² de superficie sigue infrautilizado.

La estrategia de Sandretto para promover la actividad

Así, aparece en el horizonte la posibilidad de acoger en Madrid la colección de Patrizia Sandretto, dedicada a las artes visuales a partir de los años 70. La fundación ya tiene dos sedes en su originaria Turín, una de ellas dedicada al plástico y al origen de la fortuna de la familia, muy conocida por sus maquinas de inyección.

Como curiosidad, recordar que la española colección de Helga de Alvear también tiene como base una fortuna alemana basada en la fabricación de plásticos. Por cierto, la colección Helga de Alvear, espléndida, podía haberse quedado en Matadero, pero la desidia oficial e intereses personales impidieron que aquello prosperara y ahora está en Cáceres.

En cualquier caso, la coleccionista italiana y la corporación iniciaron contactos hace ya alrededor de dos años y el resultado ha sido esta cesión. El contrato es por 50 años y la Fundación Sandretto se compromete a invertir en las naves unos cinco millones de euros. Además, vendrán a Madrid alrededor de cien obras. Sandretto ha explicado que su intención no solo es exponer su colección, sino promover actividades como talleres, ciclos y demás.

¿Merece la pena la colección? Desde 1992 Stefania Sandretto ha ido amasando una colección que actualmente cuenta unas 1.000 piezas. Bastantes habrán envejecido regular, algo normal en una colección como esta que pretende diferenciarse de la contemporaneidad clásica comprando bastantes artistas llamados emergentes. En cualquier caso, la colección cuenta con nombres ya archiconocidos como Maurizio Cattelan, Damien Hirst, Cindy Sherman o Carsten Höller, entre otros.

La Fundación Sandretto también ha presentado un plan de actividades que parece destinado a los profesionales del arte, como una residencia de artistas, talleres de formación profesional, conferencias especializadas e incluso un premio para jóvenes.

También tienen preparadas actividades y talleres didácticos para estudiantes y adultos, cuya sola denominación deja intuir que no se trata en lo absoluto de crear tejido social, de promover iniciativas de base o de facilitar puntos de encuentro sin corsés. Aunque todo puede variar, el principio parece ser claro: ir a recibir clases. Algo estupendo si se acompaña con formas de actuar algo más contemporáneas y que no se limiten a reproducir lo ya trillado.

Finalmente, la Fundación se compromete a invertir en lo que es el saneamiento del edificio unos cinco millones de euros. Son mucho menos concretos algunos datos como los gastos corrientes y la financiación de los eventos, donde sugieren la búsqueda de apoyos financieros externos. Un compromiso algo vago.

Su director anunciado, Carmelo di Genaro, que fue director del Instituto Italiano di Cultura en Madrid, conoce bien la ciudad y demostró tanto su competencia como su interés por el diálogo. Esa es una buena noticia, aunque el lugar no se abrirá hasta dentro de al menos dos años. Para entonces, ya se habrán celebrado elecciones.

Un contrato con problemas de planteamiento

El problema surge con algunos aspectos del contrato. En primer lugar, su duración. ¿50 años? Según parece, lo pensado en principio eran 25 años. A última hora de la negociación definitiva aparecieron los 50, algo no muy normal. Entra en la lógica del planteamiento que la cesión sea prolongada para compensar los gastos iniciales, pero es que dentro de 50 años, es ley de muerte que la mayor parte de los ahora implicados ya no estén. En resumen, ni se entiende ni había necesidad.

Ademas de ello, Sandretto se compromete a unas cosas y a otras no tanto, como apuntaba antes en el capítulo de las actividades. En realidad no parece haber garantías de que se vayan a desarrollar en un futuro. Es perfectamente imaginable que en un momento de apuro económico o de desinterés, la Fundación Sandretto deje de realizar dichas actividades y la nave 9 quede como contenedor de lujo de parte de su colección. Desconozco si hay alguna cláusula que prevea esa posibilidad como causa de rescisión del contrato, porque este no aparece en el Portal de Transparencia del Ayuntamiento.

En cuanto al método, tampoco es que se haya usado una gran claridad, y ello pese haber implicado en las cuestiones técnicas a profesionales muy competentes. Sin embargo, hay algo que llama la atención: en este proceso se ha contado bastante poco con la opinión del área de Cultura del Ayuntamiento, que aunque sin concejal, sigue existiendo.

En principio, habían llegado a la mesa municipal varias propuestas para la utilización de las naves vacías. Las había de escuelas de arte y de la Universidad Europea, del Instituto Europeo de Diseño, unas más viables que otras y en general dirigidas a lo lectivo. Aunque algunas, como la del IED, incluían conceptos educativos más acordes con los tiempos que otras.

Al final se eligió Sandretto, basándose en la existencia de su colección. Pero como no ha habido concurso público, puede decirse que la adjudicación se ha hecho a dedo tras una negociación conducida personalmente por Luis Cueto, coordinador general del Ayuntamiento. De hecho, el tema tal vez debería haberse llevado al Pleno, porque el contrato afectará a doce corporaciones futuras y hay cosas para las que los consensos son convenientes. Por otro lado, ni el PP, ni Ciudadanos, ni el PSOE podrían oponerse mucho, ellos mismos han realizado o apoyan este tipo de acuerdos.

Seguramente la cesión habría encontrado mayor oposición en el mismo grupo municipal de Ahora Madrid. Y es que la llegada de la colección Sandretto no parece encajar en una idea menos institucional de la cultura y más en concreto de Matadero. Así se deducía de la trayectoria de muchos de los concejales y de miembros del equipo municipal, bastantes de ellos más ligados a la idea del Común que a este tipo de operaciones turístico-culturales.

La cultura en Madrid cuenta con decenas de instituciones del gran porte, ese no es su lado débil. Lo que no ha habido en decenios de ayuntamientos del PP son planes que impliquen a la ciudadanía en la cultura de manera no paternalista. Es la generación de alternativas a esa actitud y dejadez lo que se esperaba de un ayuntamiento del cambio.

Valorada en su conjunto, la llegada de la colección Sandretto no puede calificarse como absolutamente negativa, pero tampoco especialmente luminosa. En lo artístico tradicional, la colección no hacía mucha falta pero tampoco molesta y puede tener aspectos positivos, si bien también puede tener otros como acelerar la incipiente gentrificación de uno de los barrios bajos de la tradición. Y aunque este sea otro problema, indica que las operaciones culturales influyen en lo social. De una forma u otra. Para bien o para mal.

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